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jueves, 22 de agosto de 2013

DESDE EL JARDIN



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FICHA TÉCNICA
  • " Being There" (título original en inglés
  • “ Bienvenido, Mr. Chance" (título en España). Estados Unidos.
  • Año 1979.
  • Duración 130 minutos
  • Dirección: Hal Ashby.
  • Actuación: Peter Sellers, Shirley MacLaine, Melvyn Douglas, Jack Warden, Richard Dysart, Richard Basehart, Ruth Attaway, David Clennon, Fran Brill, Denise DuBarry, Oteil Burbridge, Ravenell Keller III, Brian Corrigan, Alfredine P. Brown, Don Jacob.
  • Guión: Jerzy Kosinski, con aportes sin acreditar de Robert C. Jones, basados en la novela del primero.
  • Banda Sonora: Johnny Mandel.


SINOPSIS
Luego de la muerte de su amo -un millonario recluso- el jardinero Chance abandona la enorme propiedad donde ha pasado toda su vida consciente y sale al mundo real. Una serie de coincidencias lo lleva a vivir en la casa de otro millonario, donde muy pronto su extraña manera de pensar y sus simplones refranes de inspiración botánica son tomados como perlas de sabiduría. Su fama crece y crece, pero él no se inmuta. Desde el Jardín es una película difícil de clasificar -¿sátira, fábula moral, ciencia ficción?- pero cautivadora. Gran trabajo del director Al Hashby (Regreso sin Gloria) basado en la famosa novela de Jerzy Kosinski.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Es el amanecer, y ¿la vida llega a nuestro mundo? Todavía no. Se enciende el televisor, y ¡ahora sí! Existe vida en el planeta. La caja idiota le dirige su expresión vacía de contenido a... bueno, a un idiota. Tan idiota que, cuando se levanta, vienen a avisarle que el amo se murió, y bueno... se murió, supongo que ya no está más. Y seguimos mirando televisión. El caso es que se le acaba el trabajo, pero el pringao no se da cuenta porque ha vivido toda su vida en una burbujita. Sale a recorrer el mundo, y por una vuelta del destino, acaba en la casa de un ricachón. Nuestro héroe el idiota que sólo se ha educado por la televisión, lo encuentra lo más natural, y lo más interesante de todo, es que su estilo oracular para hablar, importado 100% de la televisión, todo el mundo se lo celebra como lo más inteligente que han escuchado jamás. Así, nuestro antiguo jardinero el idiota mamatele, ahora está vía al éxito, a la celebridad...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Acepto opiniones en contrario, pero la mía es que la mayor revolución de todo el siglo XX, fue la llegada de la televisión. Existía el cine, claro, pero el cine implicaba (e implica) ir a un lugar físico a encerrarse viendo una peli, mientras que la televisión (y el monitor del computador ahora, pero eso es una continuación de la TV por otros medios) literalmente invade tu casa con el mundo exterior. Tienes la opción de apagarla, claro, pero siendo un medio de consumo fácil, hay que tener valor para apartarse de ella y dedicarse a la prensa o a un libro. A la prensa de papel y no a la prensa de uva, claro. La televisión hizo que el hogar dejara de ser un refugio o un espacio ajeno al mundo, sino que importó literalmente el mundo hasta el living de tu casa. Ni la bomba atómica, ni el bikini, ni la píldora anticonceptiva, han tenido tanto poder para transformar la mentalidad de las personas. La mensajería electrónica, el chat, la actual generación internetúbica, todos esos no son sino epígonos de esa revolución maestra que fue la televización de la sociedad. Pocas novelas han descrito el fenómeno de manera tan acabada como "Desde el jardín" de Jerzy Kosinski, que narra la historia de un perfecto hijo del siglo XX, uno cuya única dieta mental es la televisión, y que por lo mismo encaja milagrosamente con la sociedad hasta el punto que esa sociedad poco a poco (los ricos, los que ven TV, finalmente los políticos) lo va aupando hasta los más altos honores y homenajes, en un horripilante ejercicio de retroalimentación. El actor Peter Sellers, que en los '60s era grito y plata ("La Pantera Rosa", "Doctor Insólito", "La fiesta inolvidable"...), pero que en los '70s iba a los bandazos, y en los '80s no porque se murió víctima de su afición a las "medicinas alternativas", se interesó por el libro y trató de adaptarlo en una peli. Deseaba que fuera la joya de la corona, en lo que a su filmografía se refiere, y pasó sin pena ni gloria (Melvyn Douglas obtuvo el Premio Oscar al Mejor Actor Secundario, pero Peter Sellers, que estaba nominado como Mejor Actor Principal, se quedó sin estatuilla, derrotado por Dustin Hoffman por "Kramer vs. Kramer" (bueno, admitámoslo, el duelo estaba difícil, aunque ambos roles son marcadamente distintos). Decepcionado, hizo después la mediocre "El diabólico plan del Doctor Fu Manchú", y luego no tuvo otra oportunidad porque se murió. Melancólico final para uno de los más grandes comediantes del siglo XX. Así como melancólica resulta, a pesar de tratar de ser una comedia, la peli "Desde el jardín".



¿POR QUÉ VERLA?

-- Hablemos un poco sobre recursividad. Para los que ignoren la palabreja, podemos decir informalmente que se trata de aquello que se refiere a sí mismo. Un poco como "lo mismo conduce hacia lo mismo". La novela de base es recursiva: vemos a un ser humano criado en una burbuja, que ni siquiera posee una identidad legal propia, cuyo único nexo mental con el mundo es la televisión, y que precisamente por esto, consigue encajar estupendamente bien en una sociedad televisada, hasta el punto que su más grande triunfo es llegar a aparecer ÉL MISMO en la televisión (¡Gran Hermano ad portas!), y la sociedad acepta a ese hijo de la televisión en su seno, regresando al útero materno, encajando muy bien porque al ser criado con la televisión, HABLA el código televisivo, y la gente lo comprende mejor que a nadie (la ironía, claro está, es que como la televisión lo distorsiona todo, en realidad nadie entiende nadie... ése es el garrotazo más o menos explícito de la novela). El problema es que parte importante de todo esto lo entendemos, siempre hablando de la novela, porque en ella se describen con frialdad que sólo remarca la suprema ironía, todos los procesos mentales del protagonista (Chance Gardiner), y de cómo toma la opción de hacer o decir tales o cuales cosas debido a su entrenamiento televisivo, y a cómo los personajes de la televisión (pelis, culebrones, comerciales) resuelven sus situaciones. En la peli, todo este riquísimo sustrato es eliminado como concesión al naturalismo, pero con ello, las acciones del personaje prota quedan casi inentendibles. En la novela es simplón porque su formación cultural es pobre, como pobre es también la televisión, pero en modo alguno es un idiota, porque vemos su interioridad y sus mecanismos de pensamiento, mientras que el cine, privado de las herramientas de la literatura para la introspección de los personajes, al ser pura externalidad (en los libros uno puede explicar el comportamiento del personaje, mientras que en las pelis éste debe inferirse a partir de lo externo, lo que dice y lo que hace, y para decir lo que piensa debe recurrirse a la generalmente molesta e invasiva voz en off), percibimos a Chance Gardiner como lo ve el mundo exterior, o sea, precisamente un idiota. Y para cerrar la recursividad, resulta que su seguro servidor el General Gato vio esta peli en la pantalla de un televisor. Creepy, si lo piensan bien. Y para terminar de hundir el asunto, resulta que le encargaron el guión nada menos que al novelista original. Uno podría decir que es una inteligente idea poner al novelista a adaptar su propia novela para el cine, pero esto no siempre es así: el novelista piensa en términos de palabras y frases, no (necesariamente) en términos de imágenes, y por lo tanto tiende a creer que la mejor manera de adaptar una peli es de manera absolutamente literal a la novela, cuando en realidad por tener lenguajes distintos, la Literatura y el Cine, la adaptación debe por fuerza recurrir a mecanismos narrativos distintos. Por no entender esto, es que pelis visualmente tan ricas como "Harry Potter y el secreto de la Piedra Filosofal" o "El Código da Vinci", adaptaciones casi literales de la novela original, son también argumentalmente tan pobres. Y si esto pasa con blockbusters que consiguen el aprobado por los pelos en el mejor de los casos, ¿qué no pasará con una novela tan rica en implicancias como "Desde el jardín"? Bueno, nadie puede decir que esta peli no se refiera a lo plana y chata que es la televisión, hasta las últimas consecuencias: la peli misma es, en resultado, también plana y chata.

-- Peter Sellers. A pesar de que la peli es en definitiva mediocre, la actuación del prota es brillante. Muchos confunden "buena actuación" con algo superlativo, con papeles bigger than life o similares. Claro, eso se puede aplicar a tipos extraños como el Hannibal Lecter magníficamente interpretado por Anthony Hopkins en "El silencio de los inocentes" y secuelas (y si no, vean el triste Hannibal Lecter interpretado por otro actor que aparece en la previa "Cazador de hombres"). Pero el buen actor sabe también transmitir mucho con poco. Este es el caso. Chance Gardiner es un personaje absolutamente plano, criado por la televisión para ser un chato mental, y por ende, interpretarlo de esa manera y que aún así se vea como un ser humano y entendamos su periplo existencial (o mejor dicho, su falta del mismo), implica una enorme exigencia. Peter Sellers lo logra de una manera superlativa. Hace tan suyo el personaje, que resulta casi imposible pensar en otro actor que pudiera interpretarlo correctamente. A pesar de que la peli en sí misma es mediocre, vale la pena verla para observar el magnífico trabajo actoral de Peter Sellers, siempre pétreo e inconmovible, como un Buster Keaton de toda la vida. Pero no se crea que está en solitario. A su lado, Shirley MacLaine como la chica primero intrigada por su inocencia e ingenuidad, y después cautivada por estas cualidades, está simplemente brillante, mientras que el terceto es cerrado por un Melvyn Douglas que crea un personaje entrañable a pesar de que sobre el papel su rol de millonario bonachón es casi tan mitológico como Santa Claus. Juntos sostienen una peli que la desmayada dirección del nunca demasiado brillante Hal Ashby no parecía querer remontar.

IDEAL PARA: Ver el último brillante, y probablemente el más ninguneado, de los papeles de Peter Sellers.[i]




La película trata sobre Chance, un hombre de mediana edad que ha vivido como jardinero de una mansión por toda su vida, sin contacto –físico- alguno con el exterior. Su única fuente de conocimiento durante este tiempo ha sido un viejo televisor, de donde obtiene la mayor parte de sus conocimientos sociales y de actualidad.

Al morir el dueño de la vivienda, el protagonista es obligado a abandonar aquel lugar y por primera vez enfrentarse al mundo más allá de su “control remoto”. Toma las ropas que le parecen más adecuadas y parte a recorrer las calles sin rumbo fijo.

Luego de vagar por horas, es chocado por un auto, propiedad de un multimillonario llamado Ben Ralth. Debido a la lesión en su pierna, la esposa de Ben (Eve) le invita a permanecer algunos días en su casa, hasta que se recupere.

Tras una serie de malentendidos (cambian su nombre por “Chauncey Gardiner”, y confunden su reciente desalojo con una “crisis financiera”), Chance comienza a entablar una amistad con el moribundo multimillonario, llegando incluso a conocer al Presidente de Estados Unidos (quien tomó parte de la conversación como “brillantes ideas” para su siguiente discurso público). Así, el jardinero se hizo conocido en el país, por sus magníficas metáforas acerca de la realidad económica y el modo de enfrentar la crisis (continuando así con la gran cadena de malas interpretaciones).

Mientras tanto, Eve intenta conquistarlo en variadas instancias, pero Chance no parece entender sus intenciones. Ben, al tanto de esto, y en sus últimos momentos de vida, le pide que cuide de su mujer, porque es “tan frágil como una flor”.

Ya en el funeral de Rand, Chance se retira silenciosamente, caminando entre los árboles del lugar; frente a un río, se detiene unos segundos, para continuar su camino sobre el agua.


Análisis.

Antes de comenzar el análisis de esta película he tenido que recoger las conclusiones de diversas fuentes, pues me parece que existen variadas explicaciones posibles respecto a su argumento.

Las primeras impresiones que encontré fueron de Marta Opacak (2006) quién hace un paralelo entre la película y el libro del cual fue basada y critica fuertemente la estupidez en nuestros días: “[este filme muestra una] aguda falta de sensatez humana” (Opacack, 2006).

Mariana Carreño (2006) es un poco más neutral en sus comentarios, aún así aduce que podemos considerarla “una sátira de la sociedad, política y prensa del día a día”.

En lo personal, creo que cualquier análisis que se concentrara sólo en ver la parte externa de la trama coincidiría en lo mismo (quizás variaría la perspectiva según sus tendencias o ideologías, pero no el fondo).

Creo que es necesario ir un poco más allá y concentrarse en dos puntos que han sido expuestos en el argumento de la película y que me parecen fundamentales: el acoplamiento estructural y el fenómeno de la doble contingencia en relación a la comunicación, de los cuales trataré a continuación.

El acoplamiento estructural.

Chance, mientras vivió en su cochera, cuidó sus plantas y tuvo a través de la televisión el conocimiento del mundo que requería, no necesitó nada más. No era para él útil ni necesario aprender a amar a una mujer, por ejemplo, o conocer otros idiomas; dentro de su relación con el entorno contaba con todas las herramientas que le permitían sobrevivir a su realidad, aún así, esta relación tenía un carácter altamente dependiente, pues necesitaba que la sirvienta (Louise) lo alimentara, que el “dueño de la mansión” existiera para tener dónde vivir y, de cierta forma, también dependía del control remoto para cambiar su televisor.

Es por eso quizás que Louise lo trataba como si fuera un niño pequeño. Asumía esa dependencia como algo natural y no creía que él pudiera sobrevivir por sí mismo fuera de la mansión, donde estaba seguro y protegido.

Cuando todo aquello se terminó y tuvo que dejarlo atrás para relacionarse con una nueva realidad, no terminó su dependencia. Aparentemente podía consigo cuando se aventuró a caminar sin rumbo y posiblemente también consiguió adaptarse a las nuevas circunstancias con relativa naturalidad, pero si lo vemos con detención, en el fondo jamás pudo garantizar su supervivencia: al momento de conocer a Eve, lo primero que hizo fue pedirle alimento.


La doble contingencia.

El problema de la doble contingencia supone que “dos sistemas que se encuentran por primera vez están divididos por un océano de incertidumbre, de complejidad, en la cual prácticamente todo es esperable del comportamiento del otro, siendo que a la vez ambos están a la espera de una señal por parte del otro para poder actuar” (Salazar, 2007).

Debo comenzar especificando que considero a Chance como un extranjero: Luego de vivir la mitad de su vida tras la realidad de una pantalla de televisión, ha construido una serie de estructuras culturales, tan propias en él que le impiden, incluso, el entendimiento de muchos de los símbolos existentes en aquella sociedad fuera de los límites de la mansión. Un ejemplo de esto, podría ser el término “desalojo”, que aún dicho en su propio idioma, le parece extraño e incomprensible.

Este extranjero, vaga por las calles de Washington, comparando las distinciones que ha formado a través de los programas televisivos, con este mundo que se presenta a sus ojos nuevo y deslumbrante. Esto, para Chance, se traduce en un problema de contingencia, pues hay muchos de esos estímulos que no guardan relación con ningún otro modelo antes percibido y es probable que, para organizar toda esta información y entenderla, terminara -etnocéntricamente- por pensar todo seguía siendo parte de la televisión (como dio a entender cuando intentó detener con su conrol remoto a los pandilleros negros).


La comunicación, de por sí constituye una instancia en que se intercambian distinciones, que permite que conozcamos el punto de vista del otro y codifiquemos el mensaje lo más pulcramente posible para poder entendernos.

En este sentido, Chance intenta comunicarse con el “mundo exterior” de forma infructuosa, esperando que de una u otra forma puedan comprender su realidad en la forma tan simple y sincera como él la expresa, sin embargo, el ‘oyente’ (Ben, Eve, etc.) interpreta sus palabras como una metáfora condicionada por sus propias distinciones internas, dicho de otra forma ‘escucha lo que quiere escuchar’.

Sucedió así en general con las comunicaciones entre el protagonista y algún otro individuo, pues él tampoco era capaz de superar esa barrera de “incomunicabilidad”, ya que nada hacía corregir el error en el que incurría el oyente, disminuyendo las posibilidades de que el mensaje fuera comprendido.

Un ejemplo significativo de esto sería la conversación que tuvo con el presidente, dónde éste le preguntaba sobre sus opiniones sobre la actualidad económica y Chance respondía con sus bastos conocimientos de plantas y estaciones del año. Nunca consiguieron llegar a un “acuerdo”, cada quién comprendió desde su visión, lo que le era posible con respecto a sus distinciones.

Este problema no tan sólo se presentaba en los instantes en que el lenguaje era puesto a prueba, también en situaciones en las que Eve intentaba seducirlo: como no entendía el mensaje inserto en los movimientos de la mujer, nada le provocaba y más bien le era incómoda la situación pues no le permitía seguir viendo la televisión. Cuando por fin Chance intentó hacer lo que ella sugería, reprodujo las imágenes que veía en la pantalla, pues no tenía conocimiento alguno de qué hacer.

En los últimos segundos de vida de Ben, fue la única escena en que pude distinguir que realmente el protagonista estaba inmerso en la situación y comprendía qué estaba pasando: en sus distinciones anteriores ya había pasado por la muerte de “el dueño de la mansión” y sabía que ésta vez su amigo iba a pasar por lo mismo. Y también daba la impresión de que el moribundo comprendió al fin la realidad del jardinero, cuando le dijo que cuidara a su esposa porque era “tan frágil como una flor”.

Las últimas escenas me parece que aquel extranjero no comprende el ritual que se lleva a cabo con la ceremonia fúnebre, así que emprende su camino hacia un lugar más solitario, como acostumbraba estarlo.

La caminata sobre el lago me es confusa, pues Chance se detiene un momento antes de continuar su camino para analizar el agua y la observa como si fuera todo muy natural ¿Será quizás, porque dentro de sus distinciones la vida es en verdad “un estado de la mente”, porque la realidad de cada cual parte del espejo con que la miremos?

Finalmente, considero que el protagonista nunca consigue hacerse partícipe completamente de esta cultura que lo rodea, por los problemas que ya he expuesto, pero de una u otra forma ambas las partes son alteradas (aunque sea de forma mínima) al entrar en contacto.



Conclusiones

En un aspecto general, la película me ha servido mucho para darme cuenta de la importancia de las distinciones en la vida diaria, y más aún de los consensos lingüísticos que deben existir para que los sujetos puedan comprenderse mejor y el mensaje sea recibido de la forma más pulcra posible.

También me ha parecido importante el hecho de indagar sobre las distintas visiones que tenían personas fuera del ámbito académico de la película, y hacer el esfuerzo por buscar otras interpretaciones a algo que originalmente puede verse demasiado sencillo de entender.

Finalmente, me ha llamado la atención el hecho de ser ‘extranjero’ en una cultura, y las complicaciones que puede llevar si no se consigue un mínimo acercamiento con el otro.[ii]


Desde el jardín es una película trabajada a partir de una brillante paradoja: alude con ironía a lo relativa que es la inteligencia pero, a contramano, termina siendo una obra despojada por completo de cinismo, encuadrada en una cierta inocencia y con un final que, para cualquier crítico de cine, podría resultar un objeto de estudio ideal. Sin embargo, es ese final el que Hal Ashby filma – como ya había hecho con Harould and Maude y el uso del ukelele –  haciendo hincapié en lo sensorial por sobre lo analítico. Esa escena, a diferencia de otras más absurdas, muestran a Chance, un hombre en su ámbito natural, alejándose de todo, guiado por su propia intuición, mientras de fondo se escucha una elegía y una pieza clásica, ambas entrelazadas. Es ese momento, como todos aquellos que se detienen en los gestos del gran Peter Sellers, el que le da al film un aura poético y tierno, a pesar de su mensaje duro y áspero, sobre el cual nunca se cargan las tintas gracias a ese actor y su sutileza magistral, que ponen a la película siempre un paso por detrás del surrealismo. “La vida es un estado mental” dicen en esa elegía. Al fin y al cabo, todo termina siendo atravesado por un modo particular de ver las cosas. Desde el jardín lo que hace es mostrar hasta qué punto la mediocridad y la estupidez dependen del ojo del que mira y hasta qué punto la sabiduría tiene que estar sujeta a determinados dogmas. ¿Manejar un país? ¿Cuidar las plantas? ¿Qué requiere de mayor inteligencia? ¿Qué es más auténtico? ¿Qué requiere de un ejecutor competente? Con muchos planteos críticos y más de una metáfora a mano, pero con ese final que es pura belleza y honestidad, la película de Ashby se hace esas preguntas, pero nunca olvida donde nace y muere todo: en un hombre y un destino. En un hombre que le da la espalda al artificio para mirar de frente, con paso firme y valentía, a la naturaleza desplegada.[iii]

Desde El Jardín, una novelita excelente, narrada con sencillez y encanto, desde la paz que inspira el personaje de Mr. Chance, ese adorable ignorante que ha vivido apartado del mundo toda su vida y que un día tiene que enfrentarse a él.

Es la historia de un hombre que jamás a salido de la casa donde nació, dedicado al cuidado del jardín de la misma y a mirar la televisión.
Cuando su tutor muere, Chance es obligado a dejar la casa, cargando consigo una maleta y vestido con ropas pasadas de moda.
Vagando por las calles de Washington, es atropellado por una limusine, y su chofer quien al ver la gravedad de su lesión, le ofrece llevarlo a un hospital.
La dueña de la limusine, confundida por la ropa y  los modales del hombre, decide llevarlo a su casa, donde “recibirá la mejor asistencia médica…”
Al preguntarle su nombre, Chance sufre un ataque de tos producido al beber del champaña que le han ofrecido, y su respuesta, “Chance the gardener” (Chance el jardinero) es confundida por “Chauncey Gardiner”.
El final es abierto, pero deja flotando la posibilidad de que, por decisión del partido, Chance sea el próximo candidato a la Presidencia.
Fue llevada al cine como la pelicula: Bienvenido Mr. Chance (Being there), protagonizada por el actor Peter Sellers y la actriz, Shirley MacLaine.
La novela de KOSINSKI funciona como una metáfora de la estupidez predominante en la imagineria popular. El manejo que los medios de comunicación hacen de la información y de la forma pasiva como el auditorio persive la realidad.

El film conserva el estilo de una gran satira, gracias a un excelente trabajo hecho por el propio JERZY KOSINSKI,[iv]

La historia del personaje

Chauncey Gardiner es un hijo de la televisión. Con esta frase quiero expresar lo que significa Chance como prototipo de los que crecimos pegados al televisor.

“Desde el jardín “ es un libro ameno y extraordinariamente bien narrado, si bien parece ser una historia sin mucho peso termina por llevarte a compararla con su posible par fílmico (a pesar que existe un versión del libro en la gran pantalla), “Forrest Gump” y a Chance con el protagonista personificado por Tom Hanks.

Kosinsky logra llevar a un simple jardinero al estrato de héroe nacional de los Estados Unidos, a través de una historia bien hilada y atractiva.


“Desde el jardín”

Chance es el protagonista de la historia. El vive en la vieja mansión de un hombre moribundo, que le dio alojamiento desde que nació. En esa mansión ha vivido Chance toda su vida sin conocer la vida afuera de esa gran casa.

El relato se ubica en la ciudad de Nueva York más específicamente en la zona de Manhattan.

Allí ha vivido cumpliendo la labor de jardinero y solo conoce el mundo a través de la televisión que tiene en su pieza.

Sin embargo el dueño de la casa muere y Chance se ve obligado a salir al mundo externo donde comienza a vivir un sinnúmero de aventuras.

Por un accidente justo en las afueras de la mansión conoce a la esposa de un hombre influyente y millonario, debido al accidente que lo afecta directamente es invitado a vivir en casa del multimillonario.

Este matrimonio es muy particular debido a que el hombre es entrado en edad y su esposa es muy joven y atractiva (EE son sus iniciales y así es conocida entre sus amigos).

A través de esta experiencia Chance conoce al presidente de EEUU, el cual en un discurso nacional toma frases de la conversación que sostuvo con Chance. De esta manera Chauncey Gardiner, como es bautizado por EE, se transforma en un personaje publico y su fama va aumentando, haciendo creer a todos que él es un gran economista y consejero político. Vive entre la alta sociedad norteamericana, conoce la sexualidad con EE y debate con políticos de las grandes potencias europeas.

El relato termina cuando Chance, en medio de una fiesta, sale al jardín como queriendo volver a sus raíces, a su hogar, al lugar que bien conoce y que le permitió llegar a donde está.


Análisis comunicacional

La obra entera es un homenaje y a la vez un insulto, a la televisión.

Digo homenaje debido a que para Chance era el único medio de comunicación con el mundo, ahí aprende la mayoría de las cosas y al salir de su “claustro” se dedica a comportarse como lo hicieran las pequeñas personas que él veía en esa caja, fue su escuela y su vida (junto con el jardín) por mucho tiempo.

Y un insulto en el sentido que la televisión solo puede formar a personas como Chance, un analfabeto que incluso podría ser tomado por deficiente mental de no ser por la extravagancia y excesivo sentido metafórico de las personas que le conocen.

La comunicación de los personajes es muy singular. Chance es un personaje ignorante pero que por fuera expresa ser un hombre elocuente. Cada vez que alguien le habla sobre un tema él solo puede hacer referencia a su jardín. Así lo hace con el multimillonario, con EE, con el presidente, son el ruso Skrapinov y con el entrevistador del programa “Esta Noche” (Tonight). Sin embargo hay dos aspectos rescatables.

El mundo que conoce Chance es su jardín y la Televisión. Sin embargo para interactuar solo hace referencia a su jardín y para comparar su propio comportamiento, solo recuerda la Televisión.

Este aspecto es común en la vida actual. Todos renegamos de la televisión, decimos que los programas son para tontos (exceptuando algunos contados con los dedos de la mano), que las noticias solo muestran atrocidades, que la TV no educa -no por nada han bautizado a la TV como “la caja tonta”- que solo sirve para mostrar barbaridades y tonteras, sin embargo todo nuestro propio accionar se realiza en torno a lo que en ella vemos, las modas, las preferencias, la música que escuchamos, los productos que compramos, todo nuestro comportamiento se basa en lo que sale en “la caja tonta”, tal vez para algunos no tanto, pero en más de algún momento a determinado un comportamiento, por lo menos para los que hemos tenido un tiempo para dedicarle.

Otro aspecto importante es lo que se podría llamar, la proyección de lo que queremos ver. Que quiero decir con esto.

Cuando Chance era requerido para hacer algún comentario sobre economía o política, él solo hacía referencia a su jardín sin tener claro que le estaban preguntando, y sucedía lo impensado. El destinatario de la información no veía en él a un jardinero hablando necedades sino a un hombre cuya cultura le permitía hacer analogías geniales acorde al tema y de un gran y profundo sentido humano.

Eso era lo que querían ver y eso era lo que veían. Un genio. Y lo aplaudían y ensalzaban.

El texto revela un aspecto grave de la sociedad norteamericana que responde a la pregunta

¿Quién es más necio, el necio o el necio que lo sigue?

A mi parecer, el necio que lo sigue, así como lo hicieron todos los personajes que vieron en Chauncey Gardiner al hombre del momento. Desde el presidente hasta la hermosa EE, la crema y nata de la sociedad norteamericana.

Hoy en día muchas veces vemos solo que queremos ver y no lo que está en realidad. Y la TV es gran responsable de eso.

El texto habla también de cómo confundimos con facilidad la apariencia externa con la persona interna. Chance, si bien era jardinero, andaba muy bien vestido debido a que el hombre moribundo que le dio alojamiento y trabajo toda su vida le permitía usar sus trajes, esto unido a rasgos físicos esbeltos hacían parecer a Chance un hombre que no era.

Cuantas veces hemos tachado a alguien por la primera impresión que tenemos, ya sea para bien o para mal, cuando lo primero que se debería hacer para clasificar a alguien es saber quien es, que piensa y conocer un poco más acerca de su historia.
El libro está lleno de realidades que nos suceden a diario y que nos transforman a todos en un Chauncey Gardiner, u otras veces transformamos a otros en este singular personaje.


Conclusión

“Desde el jardín” es un libro ameno, fácil de digerir y revelador. Nos enfrenta a quienes somos realmente, apela a nuestra individualidad y a lo que proyectamos en los demás, como si nosotros fuéramos los televisores expresando millones de cosas, de las cuales solo algunas nos identifican en realidad.

Habla de caretas que nos ponemos, que les ponemos a otros y que de repente recibimos sin siquiera darnos cuenta, como es el caso de nuestro protagonista.[v]


[i] http://cine9009.blogspot.com/2012/07/desde-el-jardin-1979.html
[ii] http://self-imprinting.blogspot.com/2009/07/desde-el-jardin-peter-sellers-analisis.html
[iii] http://blogs.lanacion.com.ar/cine/criticas/la-escena-del-daa-desde-el-jardan/
[iv] http://onlinelibrosgratis.blogspot.com/2012/08/desde-el-jardin-jerzy-kosinski-libro-y.html
[v] http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=976295

martes, 6 de agosto de 2013

3:10 A YUMA

 
 EL TREN DE LAS 3:10 A YUMA El tiempo no espera
 



 

 El tren de las 3:10 (título original en inglés: 3:10 to Yuma) es un remake del año 2007 del western de 1957de Delmer Daves con Glenn Ford, Van heflin y Felicia Farr entre otros. "Daves fue un cineasta modesto pero sobrado de talento, que filmó en los cincuenta un puñado de obras maestras, como este maravilloso western. Una puesta en escena de brillantez inaudita, cercana al modelo expresionista, redondea la función".Miguel Ángel Palomo: Diario El País (1)

FICHA TÉCNICA

Título original
3:10 to Yuma
Año
2007
Duración
117 min.
País
 Estados Unidos
Director
James Mangold
Guión
Halsted Welles, Michael Brandt, Derek Haas (Historia: Elmore Leonard)
Música
Marco Beltrami
Fotografía
Phedon Papamichael
Reparto
Russell Crowe, Christian Bale, Peter Fonda, Gretchen Mol, Ben Foster, Dallas Roberts, Vinessa Shaw, Kevin Durand, Logan Lerman, Alan Tudyk, Luce Rains, Chris Browning, Johnny Whitworth, Luke Wilson, Benjamin Petry
Productora
Lionsgate Films / Relativity Media / Tree Line Films
Género
Western. Acción | Remake
Web Oficial
http://www.widepictures.es/eltrendelas310
 
SINOPSIS
Arizona. Con la esperanza de conseguir una recompensa que le permita evitar la ruina de su rancho, Dan Evans (Christian Bale) decide colaborar en el traslado del peligroso forajido Ben Wade (Russell Crowe) hasta un pueblo, donde deberán coger el tren de las 3:10 para llegar a la prisión de Yuma. Remake del film de 1957 de Delmer Daves. (FILMAFFINITY)
ARGUMENTO
 
Dan Evans, un ranchero empobrecido y veterano de la GUERRA CIVIL, se ofrece voluntario por 200 dólares para transportar al peligroso ladrón y asesino Ben Wade a la estación de tren de Contention City (Arizona), para que coja el tren de las tres y diez con destino a Yuma, donde le esperan la prisión y la horca.
Sin embargo, durante el viaje sufren algunas importantes bajas, además del acoso constante por parte de la banda de Wade. Cuando ya no queda esperanza, y todo el mundo se echa para atrás, Evans es el único valiente que se atreve a llevar a Wade a la estación, aún sabiendo que la banda de éste le está esperando.
 PREMIOS
2007= 2 nominaciones al Oscar: Mejor banda sonora, mejor sonido 
2007: Nominada a Critics' Choice Awards: Mejor compositor (Beltrami)
 
CRITICAS
  • "Crowe y Bale hacen un excelente trabajo. Ellos y el resto del reparto son la principal razón para ver '3:10 to Yuma', una valiosa aportación al actual revival del western."
    A. O. Scott: The New York Times
  • "3:10 to Yuma rehabilita el corazón herido del western, y lo rescata de la habitual violencia sin sentido. (...) Puntuación: ★★★★ (sobre 4)."
    Roger Ebert: Chicago Sun-Times
  • "Mangold comete la torpeza de despojar a la obra maestra de Daves de su principal característica, una carrera contra el reloj dramática. (...) Puntuación: ★★ (sobre 5)."
    Federico Marín Bellón: Diario ABC
  • "Extraordinaria (...) Una reinterpretación en clave de hipérbole donde todo parece supurar demasiada intensidad y demasiada trascendencia, pero, contra todo pronóstico, la operación funciona. (...) feroz duelo interpretativo"
    Jordi Costa: Diario El País
  • "Más rápida, más brutal y más cínica que su predecesora de 1957. Un intento apasionado de revitalizar el western. (...) Puntuación: ★★★★ (sobre 5)."
    Nando Salvá: Cinemanía
  • "Pespunteado con ambiciosas secuencias de acción. Son pasajes filmados con elegancia y brío (...) largas charlas escritas con reflexión (...) Puntuación: ★★★★ (sobre 5)."
    Desirée de Fez: Fotogramas
  • "Remake que, como mínimo, vuela a la misma altura que su predecesor y, en algunos momentos, incluso más alto. (...) un western con todo el espectáculo propio de los grandes clásicos (...) Puntuación: ★★★★ (sobre 5)."
    Alberto Luchini: Diario El Mundo 
     Dan Evans (Christian Bale) es un veterano del ejército de la Unión que está a punto de perder su rancho a causa de las malas cosechas. La fortuna le ofrece una oportunidad cuando es capturado el célebre forajido Ben Wade (Russell Crowe), un violento y despiadado atracador cuya banda lleva años asolando la vía férrea de la Southern Pacific, asesinando a quien encuentran a su paso. Pero el arresto de Wade no es sino el primer paso, ya que tendrá que ser escoltado hasta la ciudad de Contention. Desde allí, sale un tren con un vagón-celda que le llevará a Yuma para ser juzgado por un tribunal federal. Este viaje de tres días se convertirá en una pesadilla ya que detrás del aspecto encantador de Wade se esconde un manipulador capaz de sacar partido del menor asomo de debilidad. Remake del clásico "El tren de las 3:10" de 1957, dirigida por Delmer Daves y protagonizada por Glenn Ford.
     La historia de Elmore Leonard, «EL TREN DE LAS 3:10», publicada por vez primera en 1953 en Dime Western Magazine, fue trasladada a la pantalla grande cuatro años más tarde en un largometraje dirigido por Delmer Daves a partir del guión escrito por Halsted Welles. El argumento es simple: Dan Evans, un pretendido ranchero desesperadamente necesitado de dinero, se ofrece voluntario para escoltar al infame forajido Ben Wade hasta el tren que le llevará a prisión. El director James Mangold tenía diecisiete años cuando vio por primera vez el western de 1957, y éste le causó una impresión indeleble. «Me impresionó mucho porque las cuestiones que la película planteaba acerca de la moralidad, el coraje, el honor y la familia eran muy sofisticadas. Los personajes de Ben Wade y Dan Evans resultan de una complejidad mucho mayor que la simple diferenciación entre blanco y negro, y la historia no sólo ofrecía un alto potencial de acción sino también un tipo de claustrofobia —única en el western— que hace que esos personajes tan opuestos se vean forzados a una proximidad tan estrecha como intensa. Mangold obtuvo inspiración de EL TREN DE LAS 3:10 para la escritura y dirección de su segundo largometraje, Copland (Cop Land, 1997), un drama aplaudido atronadoramente que protagoniza Sylvester Stallone como humilde sheriff de barrio que se enfrenta a un grupo de policías corruptos de la ciudad de Nueva York. «Copland se hizo a imagen de EL TREN DE LAS 3:10» —comenta el director—. «De hecho, hago que el personaje principal se llame Sheriff Freddy Heflin, según Van Heflin, quien encarna a Dan Evans en el film original». Mangold comenzó a jugar seriamente con la idea de un remake de EL TREN DE LAS 3:10 mientras dirigía Identidad (Identity, 2002) para Columbia Pictures, que detentaba los derechos del film. «La idea me asaltó: ¿por qué no intentar abordar directamente el film original y las ideas que connotaba la historia original desde una perspectiva actual?» —comenta—. «En ocasiones, la tierra más atractiva es aquella que no se ha arado últimamente, y me estaba dando la impresión de que el western se había abandonado en esta última década con todo y tratarse de una parte incontestable de toda la historia de la realización cinematográfica norteamericana.


    La productora de Mangold desde hace mucho, Cathy Konrad, cuya colaboración profesional con el cineasta se retrotrae a Copland, se mostró entusiasmada ante ese posible remake. Konrad, que había visto por primera vez el EL TREN DE LAS 3:10 de 1957 durante la producción de Copland, pensó que acaso el público contemporáneo podría apreciar la historia de un hombre corriente obligado a probarse en las circunstancias más duras. «Creo que a la gente le gusta sentirse identificada con los héroes que resultan ser gente real. Existen otros modos de ver el mundo y de mirar los conflictos de modo distinto a las historias de superhéroes» —comenta—. «Hay algo muy atractivo en la lucha que afronta la gente en los westerns, pues la define mientras se asientan en las tierras y establecen una familia. No hay modo simple de poner solución a los problemas. Hay que horadar muy hondo en uno mismo y reflexionar acerca de quién se es y de qué es lo que importa. Puede que el escenario sea añejo, pero los temas resultan de lo más actual».
    Mientras Mangold se dedicaba de pleno a la escritura del guión de En la cuerda floja (Walk the Line, 2005), junto con Konrad designaron un equipo de guionistas integrado por Michael Brandt y Derek Haas con el objetivo de que comenzaran a revisar el guión de EL TREN DE LAS 3:10. Mangold y Konrad se inspiraron sobremanera en el guión original de Halsted Welles, un escritor respetado en cuyos créditos podían hallarse clásicos como El árbol del ahocardo (The Hanging Tree, 1959), con Gary Cooper, y más de 100 horas de televisión en directo de la «época dorada». Sin embargo, Mangold y Konrad querían que apareciera el viaje entre Bisbee y Contention, apenas entrevisto en el film original, para incrementar el drama en su producción. Trabajaron junto a Brandt y Haas con miras a perfilar cuidadosamente la ruta que emprenden Wade y sus guardianes, atravesando territorio apache, así como a través de las montañas donde equipos de trabajo se abren paso a dinamitazos por entre las rocas para construir la vía férrea transcontinental. Desarrollaron personajes nuevos, como Byron McElroy (Peter Fonda), un cazador de recompenses que ya se las había tenido con Wade anteriormente.
    Brandt informa: «A todos nos encanta el film original, pero estábamos procurando dar con el modo de adaptarlo al gusto del público actual. A Jim le asistía la idea de ‘hacer la cinta más áspera. Muy real’».

    EL TREN DE LAS 3:10 retrata un mundo donde el lugar común lo ocupan por igual la violencia y la corrupción. Un lugar donde Ben Wade, un delicuente tan carismático como carente de remordimientos, no sólo puede prosperar sino forjarse una leyenda. Se trata del tipo de forajido retratado con pincelada romántica en aquellas novelas de diez centavos que tanto adora Hill, el hijo mayor de Dan. Haas nos comenta: «Wade resulta ser alguien duro y con encanto, algo así como el equivalente actual de una estrella del rock. Es el tipo que todos anhelan ser, con la salvedad de cuando eres quien sostiene la pistola apuntándole».

    El peligroso atractivo que genera Wade es esencial en esta nueva exploración que el film efectúa sobre esa admiración que despierta tanto el héroe como el antihéroe. En esta línea de dar consistencia al tema, los cineastas escogieron extender el papel de Will Evans, a quien en el film original sólo se le ve en un puñado de escenas. En la versión nueva, Wade cautiva a este chico de 14 años y por ello huye de casa a hurtadillas para unirse al grupo de guardianes que escoltan al criminal camino de Contention. Mangold nos comenta: «Casi se trata de un triángulo amoroso, con Dan Evans y Ben Wade teniéndoselas por el afecto del joven, quien se siente atraído por este delincuente e impactado por el hecho de ser alguien con buenas maneras, educado y muy inteligente, acaso incluso brillante. En muchos sentidos, Wade encarna una fantasía masculina: el héroe que resulta un superhombre a un tiempo letal y gentil. Con Will más presente a lo largo de toda la película, pudimos explorar la realidad de la paternidad, la realidad de tener que proveer, la realidad de lo que implica ser fiel a las leyes por contraposición a la irrealidad que comporta la vida que Ben Wades lleva».

    Aunque ha acompañado a Mangold la intención de modernizar el western en términos de acción y ambiente, también se ha centrado por igual en proveer al film de actores que transpiraran la autoridad de los héroes y villanos del western clásico. «Era importante transmitir esa sensación de masculinidad, de poder y capacidad, algo intrínseco en todo western» —destaca el director. Con ello en mente, el oscarizado Russell Crowe [Gladiator (Gladiator, 2000); Una mente prodigiosa (A Beautiful Mind, 2001)] se erigía como una elección natural para el carismático y astuto Ben Wade. «Russell era con quien habíamos estado pensando desde el principio para encarnar a Wade; aporta al personaje cierta implicación muy masculina, vigorosa y diáfana. Resulta de lo más difícil sumergirse en otra época y dar al tiempo con la manera de no dejar de ser uno mismo en la piel del personaje que corresponde, sin perjudicar además la puesta en escena y el aspecto de ese mundo. Y Russell es él mismo enteramente en L.A. Confidential (L.A. Confidential, 1997); Gladiator; o EL TREN DE LAS 3:10, y aun así resulta completamente creíble para con la época de esos filmes».

    Para Crowe, aceptar el papel fue una decisión fácil: «Llevaba un tiempo queriendo trabajar con Jim y había una energía básica en el personaje de Ben Wade que me encantaba» —explica. Wade es un hombre implacablemente resolutivo y de juicio brillante; un hombre que de errar no puede esperar clemencia alguna. Crowe cree que la estricta perspectiva de su personaje se la ha ganado a pulso y tiñe cada una de sus acciones. «Hay una escena en la que Wade habla de una época en la que leyó la Biblia de principio a fin, y las razones por las que la leyó entera. Para mí, aquí está la esencia acerca de quién es Ben. La lectura del Libro sagrado de punta a punta no fue una experiencia muy agradable para él, y yo procuro adoptar la actitud de que él no cree en un Dios benevolente. Se encalló en algún lugar del Viejo testamento, y aún no ha salido de ahí».

     

    Christian Bale [Rescue Dawn (2006); Batman Begins (Batman Begins, 2005)] encarna a Dan Evans, el ranchero arruinado y veterano de la Guerra civil que recupera su fuerza y propósito moral intentando cumplir la promesa de transportar a Wade en el tren. Mangold describe a su refractario héroe: «Dan Evans es un hombre cuya vida arrastra a cuestas, cojeando, mientras trata de sortear los obstáculos que se le echan. Para ello, era interesante incluir en el reparto a alguien con el tipo de vigor que posee Christian. Dispone de un tipo de intensidad e integridad que brota de su mirada. Creo que ello encaja en un personaje de gran nobleza, alguien con quien nos identificamos».

    Bale aceptó el papel con avidez: «Me gusta leer muchos guiones, aunque sólo muy de tarde en tarde hay alguno que se ajusta a mí. Y éste lo hizo. Es una gran historia, un cuento moral clásico, como de hecho lo son la mayoría de los grandes westerns» —el actor se sintió atraído por la dinámica que se generaba entre Evans y Wade, que alcanza a forjar una amistad singular a lo largo del viaje de tres días—. «Entre ambos se genera una enorme batalla de voluntades, y el choque de dos filosofías distintas; aunque existe comprensión y acuerdo acerca de lo que es la sociedad. Pero les asisten enfoques absolutamente opuestos acerca de cómo tenérselas con esa sociedad».

    Ben Foster [X-Men 3 – La decisión final: X-Men: The Last Stand, 2006); A dos metros bajo tierra (Six Feet Under, episodios 2003-3005)] se incorporó al reparto como Charlie Prince, el fiel brazo derecho de Wade, alguien extraordinariamente despiadado. Konrad alaba a Foster porque el actor ha hallado en su personaje, un pistolero desalmado, notas de devoción filial y de orgullo—. «Uno hubiera podido leer el guión y pensar que Charlie Prince es el tipo más malo de todos los tiempos. Pero lo que Ben aporta es una vulnerabilidad increíble. Charlie adora a su jefe, le encanta trabajar para Ben Wade. Ben ha inyectado toda esta otra dinámica a la relación que añade mucho a la película».

    Para Foster, la violencia de Prince no es sólo parte de su naturaleza, se trata de algo inherente a sus circunstancias y a su tiempo. «Interpreto a un hombre que trata de rescatar a alguien que significa mucho para él» —explica el actor—. «Y se trata del Viejo Oeste, donde la moral de supervivencia resulta considerablemente dura. La vida es barata».

    Toda una leyenda de Hollywood como Peter Fonda [El oro de Ulises (Ulee’s Gold, 1997)], nominado al Oscar, se incorporó al reparto como el cazador de recompensas Byron McElroy. Existe gran tensión entre el cazador de recompensas y Wade que se hace más incisiva que la que podría derivarse del simple conflicto entre autoridad y criminal. «Me da la impresión de que se trata de las dos caras de la misma moneda» —subraya Fonda—. «Ambos son asesinos, sólo que se supone que McElroy trabaja para la ley y Wade lo hace por su cuenta con el objetivo de hacerse con todo ese botín procedente de la vía férrea».

    Fonda, quien debutó como director cinematográfico con un western de 1971, Hombres sin fronteras (The Hired Hand, 1971), aplaude Mangold por un enfoque que se ajusta tanto al género como a la misma historia. «Hay grandes cantidades de acción, que es el modo en que actualmente apreciamos las cosas. Pero también creo que es un modo mejor de narrar la historia original de 3:10, un modo más adecuado de mostrar la evolución de los personajes. Se trata de un western épico con muchos puñetazos».

    El combinado de realizadores, historia y estrellas cinematográficas ejerció como reclamo para un reparto de secundarios verdaderamente soberbio, en el que hallamos a Gretchen Mol [The Notorious Bettie Page (2005)], como Alice Evans; Logan Lerman [El número 23 (The Number 23, 2007)] como Will Evans; Dallas Roberts [En la cuerda floja (Walk the Line, 2005)] como Grayson Butterfield; Alan Tudyk [Un lío embarazoso (2007)] como Doc Potter; Kevin Durand [Cerdos salvajes (Wild Hogs, 2007)] como Tucker; y Vinessa Shaw Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, 2006)] como Emma, una chica de salón que activa la imaginación de Wade.

    El rodaje de EL TREN DE LAS 3:10 se emprendió en Nuevo México el 23 de octubre de 2006 y se prolongó durante 54 días, finalizándose el 26 de enero de 2007.

    Se trata de la tercera cinta de Mangold con el reconocido director de fotografía Phedon Papamichael, tras En la cuerda floja e Identidad (Identity, 2003). Realizador y director de fotografía han mantenido en todo momento un estilo moderno, nada recargado, que consideraron adecuado para el suspense y la fisicidad de la cinta. «Esta película no es Bailando con lobos (Dance With Wolves, 1990). No va de decorados, paisajes, y amplitudes espaciales» —comenta Papamichael—. «Queríamos transmitir una sensación más tosca y desatada. La gente recibe el mazazo inesperadamente. De tal manera que en realidad no queríamos diseñar los planos específicos de especialista o los montajes que requieren al especialista. Una de mis inspiraciones proviene de las escenas de combate de Salvar al soldado Ryan (Saving Private Ryan, 1998). Hemos recurrido a mucho metraje rodado cámara al hombro, evolucionando por entre la gente».

    «Se hacía importante que la película transmitiera una sensación de agresividad, de mucha vida e imperativa inmediatez, nada que ver con ningún tipo de homenaje o imitación de un film de antaño» —aclara Mangold—. «De hecho, traté de olvidarme de casi todo lo referido a los grandes westerns, hasta el punto de rodar como si me hallara en Nueva Jersey, la ciudad de Nueva York, Los Ángeles, o cualquier otro lugar. Simplemente como si estuviera rodando algo que estaba pasando ante la cámara; existen surcos naturales en los que caeremos, el modo espontáneo en que la gente se dispone en el encuadre en un duelo de pistolas. No es como si fuéramos a descubrir el mundo otra vez, pero creo que si no hacemos referencias a otras películas empezamos desde mejor posición».

     

    EL TREN DE LAS 3:10 transmite una sensación de vida visceral en el Viejo Oeste, mientras refleja un mundo que es duro y peligroso pero que al tiempo también se halla a punto de cambiar demoledoramente gracias a la construcción de la vía férrea transcontinental. El diseñador de producción Andrew Menzies ha supervisado la creación de cuatro escenarios distintos, entre los que se halla el rancho de los Evans; la ciudad fronteriza de Bisbee; la ciudad de Contention, lugar en el que está la estación de tren; y la estación de tren más el área circundante. El aspecto de las dos ciudades en el film, Bisbee y Contention, refleja las particulares circunstancias de ambas y su proximidad a la nueva vía férrea. La ciudad más próxima al rancho de los Evans, Bisbee, es una aldea fronteriza y rural reducida a sus estructuras mínimas donde un alpende en mal estado hace las veces de comedero. Por otro lado, Contention es una ciudad en expansión con su propia estación de tren, un nuevo y lujoso hotel y telégrafo.

    «La investigación fue fascinante» —comenta Menzies, nacido en Inglaterra—. «He aprendido mucho sobre el Oeste y lo duro que era para la gente que se asentaba allá; no les era posible pasar el año si no lograban hacer acopio suficiente de alimentos o de dinero que les permitiera superar el invierno. Es impresionante tomar conciencia de lo rápidamente que creció este país en la última parte del siglo XIX».

    Para crear el vestuario del film, Mangold y Konrad recurrieron a su colega de hace mucho, Arianne Phillips, nominada al Oscar por su labor en En la cuerda floja (Walk the Line, 2005). La veterana diseñadora organizó un departamento de vestuario que ya tuviera una amplia experiencia en filmes de westerns, con el que se creó prácticamente el 80% de la ropa que viste el reparto principal. A lo largo de su investigación, Phillips obtuvo información e ideas no sólo de fuentes tradicionales sino también de memorias de gente en particular y de cartas a casa de los soldados. En la confección de las ropas propiamente dicho, hizo uso de técnicas distintas para envejecer o alterar el aspecto y textura de la tela, con miras a reflejar el desgaste y la rotura debido al estilo de vida y entorno.

    Por supuesto que la personalidad de los personajes y su historia también jugaron un papel importante. Dado que Dan Evans ha perdido una pierna, Phillips construyó un dispositivo ortopédico que imita el que un ranchero hubiera podido hacer por sí mismo. También colaboró con Russell Crowe para la elaboración del vestuario de Ben Wade, tomando en consideración la opinión del actor en cuanto a que el forajido se inclinaría por unas prendas negras. «Imaginé que Wade era un hombre que sin lugar a dudas tenía algo de dinero en el bolsillo, y cierta sofisticación» —comenta Phillips—. «Claramente, viste lo que él mismo se hace. No se trata de un dandy, pero ciertamente es un hombre con presencia física. Así que usamos algo de bordado, algo de piel y de terciopelo. A distancia, puede parecer una silueta oscura muy simple, pero de cerca se percibe toda esa personalidad, textura y profundidad. Y ese es el tipo de sutilidad, a falta de una palabra mejor, y de temple del que creo que Ben Wade participa».

    Ese tipo de sutilidad es el que está presente a lo largo de todo EL TREN DE LAS 3:10, un western con músculo, emocionante, que remite a todo menos al tópico. Para Bale, el atractivo de EL TREN DE LAS 3:10 resulta tan inmediato e intemporal como el propio argumento. «En un western, todo se reduce a lo más básico: la historia de un hombre contra los elementos, de un hombre contra otro hombre, de un hombre contra sí mismo» —comenta el actor. A lo que añade: «Y entonces, está ese gran divertimento básico que consiste en ver a un puñado de tipos duros disparándose los unos a los otros».(4)
    CITAS:
    1.- http://www.filmaffinity.com/es/film152520.html
    2.- http://www.filmaffinity.com/es/film433829.html
    3.- http://es.wikipedia.org/wiki/3:10_to_Yuma_%28pel%C3%ADcula_de_2007%29
    4.- http://www.labutaca.net/films/55/310toyuma1.htm