EL VIENTRE DEL ARQUITECTO
Título
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The Belly of an Architect - El vientre
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Dir. artística
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Luciana Veldovelli
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Colin Callender, Walter Donohue
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Peter Greenaway
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Peter Glossop
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Sacha Vierny
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Sergio Fantoni, Stefania Casini
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País(es)
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Drama
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Duración
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108 min.
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Idioma(s)
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El vientre
del arquitecto es una película dirigida
por Peter Greenaway y estrenada en salas en 1987.
Argumento
Un arquitecto estadounidense
llamado Stourley Kracklite (Brian Dennehy) visita Roma junto a Louise, su
esposa, para participar en la organización de una exposición dedicada al
arquitecto francés del siglo XVIII Étienne-Louis Boullée. Sin motivo aparente,
comienza a sentir fuertes dolores en el vientre. Al mismo tiempo, un joven
comienza a cortejar a Louise.
Ante la desazón que le produce su situación laboral y personal, comienza
a adentrarse en un camino de neurosis e introspección
personal. Entre su aislamiento (está confinado en una atmósfera greco-romana) y
sus accesos de delirio y de lucidez, Kracklite se verá cada vez más atrapado en
una espiral de autodestrucción que lo llevará a un agónico final.[i]
Sin motivos aparente, comienza a sufrir fuertes dolores en el vientre,
llegándose a sospechar que padezca de cáncer. Ese será el punto de partida de
su declive. En su camino irrumpirán los Speckler, una família rival que
conspirarán dispuestos a provocar su ruina. Caspasian, el mayor, le disputará
no solo el amor de su mujer, también la concesión de un importante proyecto.
Flavia, fótografa y espía, se convertirá su sombra en Roma y documentará sus
momentos más turbios en la capital italiana y Io será el promotor de una serie
de intrigas que amenazan con anular los fondos destinados para la exposición.[ii]
La arquitectura
construída por el hombre es la carne visible de una ciudad. Cuando nos paramos
frente a una obra arquitectónica no estamos viendo una "cosa".
Estamos contemplando la resulta de la dedicación de muchos antepasados. En el
intestino humano se concentra la mayor parte de carne humana, preparada para
ser convertida en carne de polis.
No es de extrañar pues, que para el arquitecto de esta película el vientre
suponga una obsesión. La carne es su potencial y su inspiración, y el vientre
que a duras penas la alberga es su enfermedad.
El vientre de un
arquitecto comienza con Kracklite, el protagonista, llegando al
orgasmo mientras entra en tierras italianas. Esa misma noche, preside la
inauguración de la exposición de Boullée que dirige, donde se da lugar una
escena que agradezco mucho, como amante del cine: la reivindicación del
aplauso. Aplaudir frente a una gran obra como reconocimiento de su mérito
artístico (por desgracia una costumbre ya casi extinta). A partir de esa noche
todo va cuesta abajo para Kracklite. Tras la inauguración de la exposición de
Boullée, sus socios roban dinero de la exposición, y para más inri, uno de
ellos tiene una aventura con su esposa. La serie de desafortunados eventos le
provoca el agudo dolor en el vientre al que se hace referencia en el título.
¿Dolor artístico? ¿Existencial? ¿Llevar el peso del arte en las venas y sufrir
con él? Como él mismo dice: "A veces es redondo, otras veces se siente
como un cubo. La mayoría del tiempo se siente como una pirámide egipcia. ¿Los
faraones sufrían de calambres estomacales?". También es digno de mención
que el dolor se produzca mientras su mujer está embarazada. ¿Miedo ante la
punzante responsabilidad de la paternidad?
Este marco de
declive personal sirve a Peter Greenaway para criticar las infraestructuras
anti-ideológicas que sustentan un arte siempre ideológico, la instigada codicia
fruto (podrido) del capitalismo, y cómo unos trepas sin talento se llevan la
fama y reconocimiento que corresponde a otros mientras estos observan su obra
en desesperanzado anonimato. Todas estas preocupaciones socio-políticas están
presentes con una sutileza que las libra de lo plomizo. También podemos
observar preocupaciones históricas que derivan en existenciales. En una escena,
Kracklite conversa con su médico sobre gobernantes y grandes líderes mientras
pasean junto a sus bustos: Adriano, Galba, Nerón... Todos comparten el modo de
morir: miserablemente y gritando. Tras esta conversación, el médico se apoya en
una pared mirando a Kracklite marcharse: otra gran mente atormentada que
probablemente muera en tristes circunstancias y cuyo busto podrá encontrarse
dentro de unos años en ese mismo lugar. El destino compartido de las mentes
enfermas y geniales.
Así como las
preocupaciones temáticas y de fondo existen y son ampliamente visibles, la
columna vertebral del cine de Peter Greenaway es otra: la estética. Greenaway
jamás podrá dejar de lado sus preocupaciones estéticas. El cliché tan sobado
"cuadros en movimiento" se vuelve completamente cierto, pero
deberíamos especificar qué tipo de cuadros. No cualquiera, sino cuadros de
grandes autores: De Chirico, Rembrandt, Jan Vermeer, Jan Six... La composición
con ánimo pictórico de los planos está bendecida con el mágico barniz de lo
atemporal, los encuadres perfectamente simétricos de enclaves romanos
despiertan el sentido del asombro, los reflejos del agua nos sumergen en la
melancolía, y la iluminación usando diferentes colores aporta un lúgubre
misticismo y riqueza simbólica a un buen número de escenas. Tampoco conviene
olvidar a un personaje de suma importancia en el cine de Greenaway: la música.
En esta ocasión no viene firmada por Michael Nyman, su colaborador habitual,
pero la partitura de Wim Mertens y Glenn Branca en unión con las imágenes logra
momentos de sincera (y trascendente) emotividad. Con todo, no alcanza el nivel
de magnificencia de El ladrón, el cocinero,
su mujer y su amante (su obra magna y una obra maestra nunca lo
suficientemente reconocida), pero se posiciona como una hermana pequeña muy
precoz.
Se me escapan las
razones por las que Peter Greenaway no es más reconocido entre la comunidad
cinéfila (el hecho de que ni siquiera Criterion se haya molestado en editar sus
obras decentemente en DVD puede tener algo que ver), y con películas como esta
mi estupor aumenta. El vientre del
arquitecto es, ante todo, cine vivo y abierto, de ese que tanto
escasea últimamente. Aunque la trama pueda no resultar lo suficientemente
precisa (no necesita serlo), es difícil ignorar las cualidades que encierra la
película. Un Brian Dennehy inmenso, la música inolvidable de Wim Mertens y
Glenn Branca, una fotografía repleta de colores oníricos que susurran
significados, Roma como nunca antes la habías visto, escenas de pura magia (las
fotos en la pared y el posterior beso tras las cortinas; el final...), las
analogías bíblicas e históricas... Greenaway se ofrece a transportar nuestro
bagaje vital al celuloide. Ya sea mediante el esplendor arquitectónico de las
ciudades, la desazón del artista verdadero encerrado en un mundo mercantilista,
el miedo paternal o la odisea del autodescubrimiento, siempre queda espacio
para proyectarte a ti mismo en la ficción. Y esa es una puerta que el arte siempre
debe dejar abierta.[iii]
El Vientre del Arquitecto” es una película de Peter
Greenaway que relata la llegada de un arquitecto norteamericano a la ciudad de
Roma, Dicho arquitecto arriba a una de las ciudades más antiguas de Europa con
su esposa a una exposición en homenaje a Boullée, artista francés. Luego de un
tiempo pensó que fue envenenado por higos y tuvo una obsesión por los dolores que
le venían al vientre, esta obsesión lo lleva a pensar que su esposa pudo estar
involucrada en esto, ya que se dio cuenta que esta, su esposa se acostaba con
uno de sus colegas. Finalmente el protagonista en la inauguración al homenaje
de Boullée optó por el suicidarse como única solución a los dos grandes
problemas que le aquejaban, su obsesión y la infidelidad de su compañera.
Debo reconocer que en un principio y de forma
inmediatamente pensé que era erróneo el hecho de que el director de fotografía
usaba el plano general en la mayoría de los casos, lo veía como algo
desagradable, luego me di cuenta de que en realidad Peter Greenaway quería
proponer un estilo distinto y utiliza esta técnica de manejo del plano como un
excelente recurso de mostrar las estructuras arquitectónicas de Roma, pues de
eso es lo que trata la película, además que el director no hace cambio de
planos y es capaz de hacer una escena sin parar.
Esta tecnología literalmente nos cambia de plano, logra que el plano general en este caso sea importante a diferencia de otras películas, en donde hay frecuentemente un cambio de plano haciendo posible que esa escena puede ser cortada en varias partes y no como en ésta película, que es una escena sin parar.
En ésta película se encuentran muchas expresiones artísticas, en el caso de esta película es la arquitectura, y éstas mismas nos permiten entenderlas y así quizás encontrar lo que sus creadores quieren expresar, logrando que nuestra capacidad de expresión aumente y sea variable a la vez. Éstas tecnologías nos afectan de tal manera que fija en nuestros ojos la imagen global de una ciudad, su arquitectura y cultura, también nos invita a conocerla.
En conclusión pienso que el director Peter
Greenaway quiso mostrar a su público algo distinto ya que no se fijo mucho en
la parte narrativa sino en la visual y generar un drama en el personaje
principal que primero lo muestran feliz respecto al homenaje que le hacen a uno
de sus artistas admirados, luego sufre de una obsesión por su vientre y al
final termina perdiendo su vida y su familia. [iv]
“Señor arquitecto le puedo asegurar que no lo están envenenando; usted
sufre de dispepsia, fatiga, sobre excitación, exceso de comida extraña, falta
de ejercicio, demasiado café y quizá también egotismo”.
Le falto incluir al médico delirio de persecución en su diagnostico
final. “El vientre del arquitecto” es una película inglesa de 1987 dirigida por
Peter Greenaway que a juicio de muchos viene siendo un “escultor del film”,
especialmente en esta película Greenaway nos muestra la vida de un arquitecto
estadounidense llamado Stourley Kracklite, que asemeja la vida de muchos
arquitectos famosos o no.
Tal y como sito en el primer párrafo “El arquitecto”
sufre demasiado del estomago, ya sea por los alimentos y bebidas acostumbrados
o el exceso de tabaco, algo inusual en Kracklite, tampoco hacemos ejercicio
pues nunca tenemos tiempo de ello y egotistas somos los seres más egotistas que
existen sobre la faz de la tierra porque la misma sociedad nos ha convertido en
eso, me incluyo en todo esto claro; el otro día en la clase de México Nación
Multicultural dirigida por la antropóloga Evangelina Mendizábal
de la UNAM, comentaba –ustedes los arquitectos son unas personas sumamente
inteligentes tienen la capacidad de conseguir información, procesarla y obtener
resultados extraordinarios, su capacidad mental va mas allá de muchas otras
profesiones-; ay que tomar en cuenta que lo dijo una “antropóloga”
encargada de estudiar a la sociedad, sabe de lo que habla además en la sala se
encontraban Médicos, abogados, letrados y economistas.
Pues bien la trama esta desarrollada en la bellísima ciudad de Roma
tierra de la hermosa arquitectura ya que como se menciona en la escena
desarrollada en los baños de Adriano “las ruinas romanas hablan por
sí solas, ya que lo que no se ve se puede imaginar”. Desde la llegada a Roma se
empiezan a mostrar hermosas postales, de paisajes naturales y edificios
representativos de la antigua roma, casi todos los escenarios que aparecen en
la cinta son reales. La película resulta un hermoso paseo historiográfico.
El arquitecto Kracklite tiene como objetivo montar una exposición
dedicada a su ídolo Étienne-Louis Boullée (1728 - 1799) quien fue un
visionario arquitecto francés del Neoclasicismo, cuya obra influyó mucho en el
protagonista de la historia, en algunas escenas aparecen bocetos de la obra de
Boullée que básicamente desarrolla un estilo geométrico abstracto distintivo
inspirado por formas clásicas. Su obra se caracterizó por la eliminación de
toda la ornamentación innecesaria, hinchando las formas geométricas hasta una
escala enorme y repitiendo elementos como columnas en grandes series.
Boullée promovió la idea de hacer arquitectura que expresara su
propósito, “arquitectura parlante”, que fue un elemento esencial en la
formación arquitectónica de la Beaux-Arts en el final del siglo XIX.
En la bienvenida y cumpleaños de Kracklite a Roma, parten un pastel en
forma de esfera este muestra el proyecto más célebre de Boullée que es el
Cenotafio para Isaac Newton (1784), El cenotafio sería una esfera de 150 metros de alto
hundida en una base circular y cubierta de cipreses. El arquitecto
estadounidense soñaba con poder construir esta magnífica arquitectura. La obra
de Boulle fue muy escasa, lo mismo sucedia con Stourley tal parece que su vida
era demasiado parecida a el hombre que la inspiraba.
Entre Arquitectura, pintura y música la escultura no podría quedar fuera
de film, Peter Greenaway nos regala imágenes del abdomen de hombres romanos
algunos muy prominentes y otros un tanto curveados, el análisis del estomago de
Augusto es el que lleva a Kricklite a la conclusión de que su mujer lo
envenenan con higos.
Greenaway nos ha entregado una obra completamente hermosa llena de tacto, olor, temperatura y que crea una interacción directa con la audiencia una especie de dialogo, podríamos llegar a la conclusión que es meramente académica.
Greenaway nos ha entregado una obra completamente hermosa llena de tacto, olor, temperatura y que crea una interacción directa con la audiencia una especie de dialogo, podríamos llegar a la conclusión que es meramente académica.
Otro aspecto importante de la película es la música ambiental que
utiliza el cineasta, tal parece que si la escena fuera totalmente muda el
sentimiento que se crea en el espectador sería totalmente diferente, en este
caso Greenaway eligio a los músicos Glenn branca y Win Mertens con su obra
principal “Struggle for Pleasure”, una composición musical que te logra
estremecer de una forma poco usual.
En conclusión el metraje puede llegar a cautivar e irritar a la
audiencia, lo claro es su contenido cultural, y si conocemos el titulo de la
sinfonía de Mertens “Lucha por el placer” concluimos en que las obsesiones son
malas, aunque siempre debemos luchar por nuestros intereses no podemos creer
que somos lo único valioso, pues como seres humanos miembros de una sociedad
necesitamos de los otros tanto como ellos de nuestra labor. No debemos
dejar que el tiempo se escape y olvidarnos de lo valioso, podemos compartir
nuestros objetivos y logros con todos aquellos que amamos. [v]
Un
arquitecto norteamericano llega a Roma, acompañado de su esposa, con motivo de
una exposición dedicada al artista francés del sigo XVIII Étienne-Louise
Boullée. El arquitecto, a lo largo del tiempo, se obsesiona con unos tremendos
dolores de estómago, convencido de que está relacionado con que su mujer está
teniendo una aventura con otro colega italiano. (FILMAFFINITY)
EN esta película Greenaway recurre a las medidas,
proporciones y geometría, interesado siempre por el orden, la simetría y la
construcción matemática, transferidas al cine...
En las primeras escenas contemplamos al arquitecto americano Storuley
llegando a Roma, acompañado de su esposa Louise, para colaborar en el montaje
de una exposición dedicada al artista francés Etienne Louis Boullée (1728-1799),
parece ser que célebre por sus tratados de arquitectura pero que casi nadie
conoce y que supuestamente sólo dejo dibujos de sus obras visionarias.
Sin embargo han tenido un significado tan grande para Kracklite, que ha
dedicado diez años de su vida y gasta en Roma toda su energía en este proyecto,
olvidándose por completo de Louisa, su mujer, que le acompaña.
Durante la cena de bienvenida, frente al Panteón de Roma, sacan a relucir
la importancia de Isaac Newton, personaje admirado por Boullée, como personaje
que aparece en los billetes, acompañado por esas referencias geométricas.
El logro
más significativo de Boullée, inspirado por supuesto en el magnifico edificio
del Panteón que está detrás de nosotros, fue un recordatorio diseñado en honor
a Isaac Newton por quién Boullée sentía gran admiración
Al poco de instalarse en la ciudad, Storuley empieza a sentir unos extraños
dolores de estómago (como el propio Boullée), que coinciden con la infidelidad
de su esposa con un arquitecto italiano rival, lo cual le lleva a sospechar
inicialmente que está siendo envenado sin compasión, aunque la realidad
seguramente será muy distinta.
Haciendo referencia al bulto que siente en su estomago, hace comparaciones
geométricas y dice:
- A veces está redondo. Otras veces se siente
como un cubo. La mayoría de los días se siente como una pirámide egipcia. ¿Los
faraones sufrían de calambres estomacales? El emperador Adriano murió por
una úlcera perforada...
Utiliza la perspectiva, en ese ambiente de lejanía... y sobre todo cuando
se coloca detrás de un muro antiguo Kracklite se asemeja más a esos restos del
pasado que a un ciudadano de finales del siglo XX. También hay un plano largo
en las termas romanas, con Kracklite y un grupo de hombres, tapados solamente
con una toalla, tratando de dar la impresión de estar en la Roma de los
emperadores. También comentan acerca de la longitud del intestino: unos 8.3 metros .
El protagonista, consciente de que su fin está próximo e incapaz de asumir
la idea de la desaparición, busca la complicidad de los que murieron antes,
ahora inmortalizados en estatuas.
Cada estómago pétreo, le recuerda su propia dolencia. Ante la inminencia de
la muerte, la feria de las vanidades que ha sido su vida se desvanece. Nada
tiene sentido, sólo la piedra, los monumentos, la obra que sobrevive al propio
autor y a los propios retratados, porqué la piedra (el arte en definitiva) es
más fuerte que la carne. Storuley representa la zozobra espiritual del hombre
moderno. Un hombre con afán de posteridad, encerrado en un cuerpo grueso y
perecedero.
Storuley profesional del "nuevo mundo", originario de un país
como Estados Unidos con apenas doscientos años de bagaje histórico, vive su
drama particular en una de las urbes más influyentes de la Antigüedad. La
presencia constante de ruinas y monumentos arqueológicos nos remite a la nostalgia
por un esplendor perdido, que el mundo de hoy parece no poder sustituir.
Partimos de la base que la Geometría y, más generalmente, la Matemática,
han estado presente en la Arquitectura desde el momento en el que el hombre
siente la necesidad de construir.
"El vientre de un arquitecto" es una de las películas más
existencialistas de Greenaway y tal vez la que mejor exhibe su amor por las
Bellas Artes, las matemáticas, la simetría, los cánones de belleza...
En uno de los momentos clave del film, Storuley sostiene entre sus manos
una postal de la estatua del emperador Augusto. Obsesionado por los dolores
crecientes que padece, el arquitecto americano repara en el volumen y la forma
del estómago del césar romano. Consigue una fotocopiadora, y bajo el haz de luz
verdosa de la máquina, amplia sucesivamente la postal hasta conseguir que el
estómago de la estatua se vea a tamaño natural. Storuley, a continuación,
superpone la fotocopia a su propio vientre para comprobar lo que ya intuía: que
el emperador romano quizás fue envenado por su esposa igual que él lo está
siendo ahora.
La longitud del intestino le ha quedado grabado en la mente. Como no tiene
un metro a mano, hace estimaciones y comprueba cuál será la longitud
simplemente tomando como unidad la distancia de la nariz a la mano, en una
posible clara alusión a la proporción del hombre de Vitruvio, y contando de 3
en tres, hasta 10 veces, con la ayuda de esa goma que se puede ver en la foto.
Podemos
apreciar la geometría de su exposición, encarnada en una perfecta esfera y los
numerosos cuerpos geométricos que la acompañan.
Los vientres de las estatuas suelen pasar desapercibidos al paseo
despreocupado de los turistas, más atentos a los rostros congelados, a la
posición de los brazos, al sexo obsceno. Vientres tapados por una toga o
esculpidos como un mosaico de azulejos: más fáciles de modelar con la habilidad
de la maza y el cincel que con el sudor del ejercicio físico. Ni al turista ni
al escultor le obsesionan los vientres de las estatuas. Por otro lado, la
mirada del visitante sí se detiene en las cúpulas situadas en lo alto de los
antiguos edificios públicos, cúpulas grandes como estómagos abultados de los
antiguos senadores romanos reposando boca arriba (estómagos agradecidos, en
cualquier caso). Teatros de grades aforos, monumentales coliseos, amplias
plazas: generosas barrigas redondas. El arquitecto de cualquier época es un
artista preocupado por la forma y un profesional ocupado en el espacio:
estética y funcionalidad, frente a frente, pero el que logre conjugarlas
triunfará. El vientre es la estancia más grande del cuerpo humano, el centro de
gravedad que proporciona estabilidad al resto del edificio y que le da de
comer: una casa sin cocina no es más que una habitación de hotel prescindible,
fugaz, temporal, mientras que el hogar (donde se hacía el fuego) siempre estaba
en la cocina. Así que un arquitecto no puede ignorar el valor de la panza. ¿No
se dice que para conocerse a uno mismo hay que mirarse el ombligo? Si lo
contemplas demasiado rato puedes llegar a pensar que ese ombligo es el ombligo
del mundo.
Un famoso arquitecto estadounidense, Stourley Kracklite (Brian Dennehy en
el que sin duda sera papel estelar dentro de su magnífica carrera, apuntalada
como secundario de carácter) y su esposa Louisa (Chloe Webb; esta actriz había
pegado fuerte en su película anterior interpretando a Nancy Spungen, al lado de
Gary Oldman, en "Sid y Nancy" de Alex Cox: cult movie)
viajan a Roma. Él es un experto en la obra de otro arquitecto, Étienne-Louis
Boullée, arquitecto francés del siglo XVIII, y va a ser el encargado de
organizar una gran exposición alrededor del tal Boullée: diseños megalómanos de
raíz neoclásica, repletos de geometría y volumen, de columnas y de esferas:
diseños de ciencia ficción: diseños que inspiraron la arquitectura nazi de
Albert Speer.
Quizás la tensión de llevar a cabo la tarea sea excesiva, quizás lo sea la
comida italiana o quizás el origen de todo esté en tener una esposa joven y
bella, pero al arquitecto le duele mucho el vientre. Hipocondría clásica entre
las ruinas de una civilización extinta, restos como huesos clavados en la
tierra, piedras que atestiguan un desmoronamiento lejano, un derrumbe del
tiempo, como el propio cuerpo corrompido por la enfermedad del espíritu, por la
edad que ahoga la ilusión y pulveriza las esperanzas. A Kracklite le afectan
las historias que escucha de antiguos personajes, padeciendo los síntomas que
llevaron a aquellos a la tumba: si al emperador Augusto le envenenaron los
higos que le ofreció su esposa Livia, Kracklite vomita los que cenó esa noche;
si Boullé murió por un cáncer de páncreas, los dolores de Kracklite deben tener
exactamente el mismo origen. Kracklite arrastrándose borracho sobre su vientre:
exponer y morir.
Peter Greenaway muestra de nuevo su devoción por el arte (escultura y
arquitectura en esta ocasión), la anatomía y el exceso. La película está rodada
en Roma así que los espectaculares ambientes barrocos típicos del director, se
apuntalan esta vez en la propia geografía urbana de la capital italiana. Y,
cómo no, una banda sonora excepcional. El guión es lo que no me acaba de
convencer en esta película, y tampoco sabría decir el porqué. Me parece que no
es un guión redondo... como un vientre.[vi]
CITAS: