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jueves, 15 de mayo de 2014

EL VIENTRE DEL ARQUITECTO

EL VIENTRE DEL ARQUITECTO



Título
The Belly of an Architect -  El vientre del arquitecto
Dir. artística
Luciana Veldovelli
Colin Callender, Walter Donohue
Peter Greenaway
Peter Glossop
Sacha Vierny
Sergio Fantoni, Stefania Casini
País(es)
Drama
Duración
108 min.
Idioma(s)
El vientre del arquitecto es una película dirigida por Peter Greenaway y estrenada en salas en 1987.

Argumento

Un arquitecto estadounidense llamado Stourley Kracklite (Brian Dennehy) visita Roma junto a Louise, su esposa, para participar en la organización de una exposición dedicada al arquitecto francés del siglo XVIII Étienne-Louis Boullée. Sin motivo aparente, comienza a sentir fuertes dolores en el vientre. Al mismo tiempo, un joven comienza a cortejar a Louise.
Ante la desazón que le produce su situación laboral y personal, comienza a adentrarse en un camino de neurosis e introspección personal. Entre su aislamiento (está confinado en una atmósfera greco-romana) y sus accesos de delirio y de lucidez, Kracklite se verá cada vez más atrapado en una espiral de autodestrucción que lo llevará a un agónico final.[i]
Sin motivos aparente, comienza a sufrir fuertes dolores en el vientre, llegándose a sospechar que padezca de cáncer. Ese será el punto de partida de su declive. En su camino irrumpirán los Speckler, una família rival que conspirarán dispuestos a provocar su ruina. Caspasian, el mayor, le disputará no solo el amor de su mujer, también la concesión de un importante proyecto. Flavia, fótografa y espía, se convertirá su sombra en Roma y documentará sus momentos más turbios en la capital italiana y Io será el promotor de una serie de intrigas que amenazan con anular los fondos destinados para la exposición.[ii]



La arquitectura construída por el hombre es la carne visible de una ciudad. Cuando nos paramos frente a una obra arquitectónica no estamos viendo una "cosa". Estamos contemplando la resulta de la dedicación de muchos antepasados. En el intestino humano se concentra la mayor parte de carne humana, preparada para ser convertida en carne de polis. No es de extrañar pues, que para el arquitecto de esta película el vientre suponga una obsesión. La carne es su potencial y su inspiración, y el vientre que a duras penas la alberga es su enfermedad.
El vientre de un arquitecto comienza con Kracklite, el protagonista, llegando al orgasmo mientras entra en tierras italianas. Esa misma noche, preside la inauguración de la exposición de Boullée que dirige, donde se da lugar una escena que agradezco mucho, como amante del cine: la reivindicación del aplauso. Aplaudir frente a una gran obra como reconocimiento de su mérito artístico (por desgracia una costumbre ya casi extinta). A partir de esa noche todo va cuesta abajo para Kracklite. Tras la inauguración de la exposición de Boullée, sus socios roban dinero de la exposición, y para más inri, uno de ellos tiene una aventura con su esposa. La serie de desafortunados eventos le provoca el agudo dolor en el vientre al que se hace referencia en el título. ¿Dolor artístico? ¿Existencial? ¿Llevar el peso del arte en las venas y sufrir con él? Como él mismo dice: "A veces es redondo, otras veces se siente como un cubo. La mayoría del tiempo se siente como una pirámide egipcia. ¿Los faraones sufrían de calambres estomacales?". También es digno de mención que el dolor se produzca mientras su mujer está embarazada. ¿Miedo ante la punzante responsabilidad de la paternidad?
Este marco de declive personal sirve a Peter Greenaway para criticar las infraestructuras anti-ideológicas que sustentan un arte siempre ideológico, la instigada codicia fruto (podrido) del capitalismo, y cómo unos trepas sin talento se llevan la fama y reconocimiento que corresponde a otros mientras estos observan su obra en desesperanzado anonimato. Todas estas preocupaciones socio-políticas están presentes con una sutileza que las libra de lo plomizo. También podemos observar preocupaciones históricas que derivan en existenciales. En una escena, Kracklite conversa con su médico sobre gobernantes y grandes líderes mientras pasean junto a sus bustos: Adriano, Galba, Nerón... Todos comparten el modo de morir: miserablemente y gritando. Tras esta conversación, el médico se apoya en una pared mirando a Kracklite marcharse: otra gran mente atormentada que probablemente muera en tristes circunstancias y cuyo busto podrá encontrarse dentro de unos años en ese mismo lugar. El destino compartido de las mentes enfermas y geniales.

Así como las preocupaciones temáticas y de fondo existen y son ampliamente visibles, la columna vertebral del cine de Peter Greenaway es otra: la estética. Greenaway jamás podrá dejar de lado sus preocupaciones estéticas. El cliché tan sobado "cuadros en movimiento" se vuelve completamente cierto, pero deberíamos especificar qué tipo de cuadros. No cualquiera, sino cuadros de grandes autores: De Chirico, Rembrandt, Jan Vermeer, Jan Six... La composición con ánimo pictórico de los planos está bendecida con el mágico barniz de lo atemporal, los encuadres perfectamente simétricos de enclaves romanos despiertan el sentido del asombro, los reflejos del agua nos sumergen en la melancolía, y la iluminación usando diferentes colores aporta un lúgubre misticismo y riqueza simbólica a un buen número de escenas. Tampoco conviene olvidar a un personaje de suma importancia en el cine de Greenaway: la música. En esta ocasión no viene firmada por Michael Nyman, su colaborador habitual, pero la partitura de Wim Mertens y Glenn Branca en unión con las imágenes logra momentos de sincera (y trascendente) emotividad. Con todo, no alcanza el nivel de magnificencia de El ladrón, el cocinero, su mujer y su amante (su obra magna y una obra maestra nunca lo suficientemente reconocida), pero se posiciona como una hermana pequeña muy precoz.
Se me escapan las razones por las que Peter Greenaway no es más reconocido entre la comunidad cinéfila (el hecho de que ni siquiera Criterion se haya molestado en editar sus obras decentemente en DVD puede tener algo que ver), y con películas como esta mi estupor aumenta. El vientre del arquitecto es, ante todo, cine vivo y abierto, de ese que tanto escasea últimamente. Aunque la trama pueda no resultar lo suficientemente precisa (no necesita serlo), es difícil ignorar las cualidades que encierra la película. Un Brian Dennehy inmenso, la música inolvidable de Wim Mertens y Glenn Branca, una fotografía repleta de colores oníricos que susurran significados, Roma como nunca antes la habías visto, escenas de pura magia (las fotos en la pared y el posterior beso tras las cortinas; el final...), las analogías bíblicas e históricas... Greenaway se ofrece a transportar nuestro bagaje vital al celuloide. Ya sea mediante el esplendor arquitectónico de las ciudades, la desazón del artista verdadero encerrado en un mundo mercantilista, el miedo paternal o la odisea del autodescubrimiento, siempre queda espacio para proyectarte a ti mismo en la ficción. Y esa es una puerta que el arte siempre debe dejar abierta.[iii]
El Vientre del Arquitecto” es una película de Peter Greenaway que relata la llegada de un arquitecto norteamericano a la ciudad de Roma, Dicho arquitecto arriba a una de las ciudades más antiguas de Europa con su esposa a una exposición en homenaje a Boullée, artista francés. Luego de un tiempo pensó que fue envenenado por higos y tuvo una obsesión por los dolores que le venían al vientre, esta obsesión lo lleva a pensar que su esposa pudo estar involucrada en esto, ya que se dio cuenta que esta, su esposa se acostaba con uno de sus colegas. Finalmente el protagonista en la inauguración al homenaje de Boullée optó por el suicidarse como única solución a los dos grandes problemas que le aquejaban, su obsesión y la infidelidad de su compañera.

Debo reconocer que en un principio y de forma inmediatamente pensé que era erróneo el hecho de que el director de fotografía usaba el plano general en la mayoría de los casos, lo veía como algo desagradable, luego me di cuenta de que en realidad Peter Greenaway quería proponer un estilo distinto y utiliza esta técnica de manejo del plano como un excelente recurso de mostrar las estructuras arquitectónicas de Roma, pues de eso es lo que trata la película, además que el director no hace cambio de planos y es capaz de hacer una escena sin parar. 

Esta tecnología literalmente nos cambia de plano, logra que el plano general en este caso sea importante a diferencia de otras películas, en donde hay frecuentemente un cambio de plano haciendo posible que esa escena puede ser cortada en varias partes y no como en ésta película, que es una escena sin parar.

En ésta película se encuentran muchas expresiones artísticas, en el caso de esta película es la arquitectura, y éstas mismas nos permiten entenderlas y así quizás encontrar lo que sus creadores quieren expresar, logrando que nuestra capacidad de expresión aumente y sea variable a la vez. Éstas tecnologías nos afectan de tal manera que fija en nuestros ojos la imagen global de una ciudad, su arquitectura y cultura, también nos invita a conocerla.
En conclusión pienso que el director Peter Greenaway quiso mostrar a su público algo distinto ya que no se fijo mucho en la parte narrativa sino en la visual y generar un drama en el personaje principal que primero lo muestran feliz respecto al homenaje que le hacen a uno de sus artistas admirados, luego sufre de una obsesión por su vientre y al final termina perdiendo su vida y su familia. [iv]


“Señor arquitecto le puedo asegurar que no lo están envenenando; usted sufre de dispepsia, fatiga, sobre excitación, exceso de comida extraña, falta de ejercicio, demasiado café y quizá también egotismo”.
Le falto incluir al médico delirio de persecución en su diagnostico final. “El vientre del arquitecto” es una película inglesa de 1987 dirigida por Peter Greenaway que a juicio de muchos viene siendo un “escultor del film”, especialmente en esta película Greenaway nos muestra la vida de un arquitecto estadounidense llamado Stourley Kracklite, que asemeja la vida de muchos arquitectos famosos o no.

Tal y como sito en el primer párrafo “El arquitecto” sufre demasiado del estomago, ya sea por los alimentos y bebidas acostumbrados o el exceso de tabaco, algo inusual en Kracklite, tampoco hacemos ejercicio pues nunca tenemos tiempo de ello y egotistas somos los seres más egotistas que existen sobre la faz de la tierra porque la misma sociedad nos ha convertido en eso, me incluyo en todo esto claro; el otro día en la clase de México Nación Multicultural dirigida por la antropóloga Evangelina Mendizábal de la UNAM, comentaba –ustedes los arquitectos son unas personas sumamente inteligentes tienen la capacidad de conseguir información, procesarla y obtener resultados extraordinarios, su capacidad mental va mas allá de muchas otras profesiones-;  ay que tomar en cuenta que lo dijo una “antropóloga” encargada de estudiar a la sociedad, sabe de lo que habla además en la sala se encontraban Médicos, abogados, letrados y economistas.

Pues bien la trama esta desarrollada en la bellísima ciudad de Roma tierra de la hermosa arquitectura ya que como se menciona en la escena desarrollada en  los baños de Adriano  “las ruinas romanas hablan por sí solas, ya que lo que no se ve se puede imaginar”. Desde la llegada a Roma se empiezan a mostrar hermosas postales, de paisajes naturales y edificios representativos de la antigua roma, casi todos los escenarios que aparecen en la cinta son reales. La película resulta un hermoso paseo historiográfico.
El arquitecto Kracklite tiene como objetivo montar una exposición dedicada a su ídolo Étienne-Louis Boullée (1728 - 1799)  quien fue un visionario arquitecto francés del Neoclasicismo, cuya obra influyó mucho en el protagonista de la historia, en algunas escenas aparecen bocetos de la obra de Boullée que básicamente desarrolla un estilo geométrico abstracto distintivo inspirado por formas clásicas. Su obra se caracterizó por la eliminación de toda la ornamentación innecesaria, hinchando las formas geométricas hasta una escala enorme y repitiendo elementos como columnas en grandes series.

Boullée promovió la idea de hacer arquitectura que expresara su propósito, “arquitectura parlante”, que fue un elemento esencial en la formación arquitectónica  de la Beaux-Arts en el final del siglo XIX.  
En la bienvenida y cumpleaños de Kracklite a Roma, parten un pastel en forma de esfera este muestra el proyecto más célebre de Boullée que es el Cenotafio para Isaac Newton (1784), El cenotafio sería una esfera de 150 metros de alto hundida en una base circular y cubierta de cipreses. El arquitecto estadounidense soñaba con poder construir esta magnífica arquitectura. La obra de Boulle fue muy escasa, lo mismo sucedia con Stourley tal parece que su vida era demasiado parecida a el hombre que la inspiraba.
Entre Arquitectura, pintura y música la escultura no podría quedar fuera de film, Peter Greenaway nos regala imágenes del abdomen de hombres romanos algunos muy prominentes y otros un tanto curveados, el análisis del estomago de Augusto es el que lleva a Kricklite a la conclusión de que su mujer lo envenenan con higos.
Greenaway nos ha entregado una obra completamente hermosa llena de tacto, olor, temperatura y que crea una interacción directa con la audiencia una especie de dialogo, podríamos llegar a la conclusión que es meramente académica.

Otro aspecto importante de la película es la música ambiental que utiliza el cineasta, tal parece que si la escena fuera totalmente muda el sentimiento que se crea en el espectador sería totalmente diferente, en este caso Greenaway eligio a los músicos Glenn branca y Win Mertens con su obra principal  “Struggle for Pleasure”, una composición musical que te logra estremecer de una forma poco usual.
En conclusión el metraje puede llegar a cautivar e irritar a la audiencia, lo claro es su contenido cultural, y si conocemos el titulo de la sinfonía de Mertens “Lucha por el placer” concluimos en que las obsesiones son malas, aunque siempre debemos luchar por nuestros intereses no podemos creer que somos lo único valioso, pues como seres humanos miembros de una sociedad necesitamos de los otros tanto como ellos de nuestra labor.  No debemos dejar que el tiempo se escape y olvidarnos de lo valioso, podemos compartir nuestros objetivos y logros con todos aquellos que amamos. [v]

Un arquitecto norteamericano llega a Roma, acompañado de su esposa, con motivo de una exposición dedicada al artista francés del sigo XVIII Étienne-Louise Boullée. El arquitecto, a lo largo del tiempo, se obsesiona con unos tremendos dolores de estómago, convencido de que está relacionado con que su mujer está teniendo una aventura con otro colega italiano. (FILMAFFINITY)
EN  esta película Greenaway recurre a las medidas, proporciones y geometría, interesado siempre por el orden, la simetría y la construcción matemática, transferidas al cine...
En las primeras escenas contemplamos al arquitecto americano Storuley llegando a Roma, acompañado de su esposa Louise, para colaborar en el montaje de una exposición dedicada al artista francés Etienne Louis Boullée (1728-1799), parece ser que célebre por sus tratados de arquitectura pero que casi nadie conoce y que supuestamente sólo dejo dibujos de sus obras visionarias.
Sin embargo han tenido un significado tan grande para Kracklite, que ha dedicado diez años de su vida y gasta en Roma toda su energía en este proyecto, olvidándose por completo de Louisa, su mujer, que le acompaña.
Durante la cena de bienvenida, frente al Panteón de Roma, sacan a relucir la importancia de Isaac Newton, personaje admirado por Boullée, como personaje que aparece en los billetes, acompañado por esas referencias geométricas. 
El logro más significativo de Boullée, inspirado por supuesto en el magnifico edificio del Panteón que está detrás de nosotros, fue un recordatorio diseñado en honor a Isaac Newton por quién Boullée sentía gran admiración

Al poco de instalarse en la ciudad, Storuley empieza a sentir unos extraños dolores de estómago (como el propio Boullée), que coinciden con la infidelidad de su esposa con un arquitecto italiano rival, lo cual le lleva a sospechar inicialmente que está siendo envenado sin compasión, aunque la realidad seguramente será muy distinta.
Haciendo referencia al bulto que siente en su estomago, hace comparaciones geométricas y dice:
- A veces está redondo. Otras veces se siente como un cubo. La mayoría de los días se siente como una pirámide egipcia. ¿Los faraones sufrían de calambres estomacales? El emperador Adriano murió por una úlcera perforada...


Utiliza la perspectiva, en ese ambiente de lejanía... y sobre todo cuando se coloca detrás de un muro antiguo Kracklite se asemeja más a esos restos del pasado que a un ciudadano de finales del siglo XX. También hay un plano largo en las termas romanas, con Kracklite y un grupo de hombres, tapados solamente con una toalla, tratando de dar la impresión de estar en la Roma de los emperadores. También comentan acerca de la longitud del intestino: unos 8.3 metros.
El protagonista, consciente de que su fin está próximo e incapaz de asumir la idea de la desaparición, busca la complicidad de los que murieron antes, ahora inmortalizados en estatuas.
Cada estómago pétreo, le recuerda su propia dolencia. Ante la inminencia de la muerte, la feria de las vanidades que ha sido su vida se desvanece. Nada tiene sentido, sólo la piedra, los monumentos, la obra que sobrevive al propio autor y a los propios retratados, porqué la piedra (el arte en definitiva) es más fuerte que la carne. Storuley representa la zozobra espiritual del hombre moderno. Un hombre con afán de posteridad, encerrado en un cuerpo grueso y perecedero.

Storuley profesional del "nuevo mundo", originario de un país como Estados Unidos con apenas doscientos años de bagaje histórico, vive su drama particular en una de las urbes más influyentes de la Antigüedad. La presencia constante de ruinas y monumentos arqueológicos nos remite a la nostalgia por un esplendor perdido, que el mundo de hoy parece no poder sustituir.

Partimos de la base que la Geometría y, más generalmente, la Matemática, han estado presente en la Arquitectura desde el momento en el que el hombre siente la necesidad de construir.

"El vientre de un arquitecto" es una de las películas más existencialistas de Greenaway y tal vez la que mejor exhibe su amor por las Bellas Artes, las matemáticas, la simetría, los cánones de belleza...

En uno de los momentos clave del film, Storuley sostiene entre sus manos una postal de la estatua del emperador Augusto. Obsesionado por los dolores crecientes que padece, el arquitecto americano repara en el volumen y la forma del estómago del césar romano. Consigue una fotocopiadora, y bajo el haz de luz verdosa de la máquina, amplia sucesivamente la postal hasta conseguir que el estómago de la estatua se vea a tamaño natural. Storuley, a continuación, superpone la fotocopia a su propio vientre para comprobar lo que ya intuía: que el emperador romano quizás fue envenado por su esposa igual que él lo está siendo ahora.
La longitud del intestino le ha quedado grabado en la mente. Como no tiene un metro a mano, hace estimaciones y comprueba cuál será la longitud simplemente tomando como unidad la distancia de la nariz a la mano, en una posible clara alusión a la proporción del hombre de Vitruvio, y contando de 3 en tres, hasta 10 veces, con la ayuda de esa goma que se puede ver en la foto.

Podemos apreciar la geometría de su exposición, encarnada en una perfecta esfera y los numerosos cuerpos geométricos que la acompañan.

Los vientres de las estatuas suelen pasar desapercibidos al paseo despreocupado de los turistas, más atentos a los rostros congelados, a la posición de los brazos, al sexo obsceno. Vientres tapados por una toga o esculpidos como un mosaico de azulejos: más fáciles de modelar con la habilidad de la maza y el cincel que con el sudor del ejercicio físico. Ni al turista ni al escultor le obsesionan los vientres de las estatuas. Por otro lado, la mirada del visitante sí se detiene en las cúpulas situadas en lo alto de los antiguos edificios públicos, cúpulas grandes como estómagos abultados de los antiguos senadores romanos reposando boca arriba (estómagos agradecidos, en cualquier caso). Teatros de grades aforos, monumentales coliseos, amplias plazas: generosas barrigas redondas. El arquitecto de cualquier época es un artista preocupado por la forma y un profesional ocupado en el espacio: estética y funcionalidad, frente a frente, pero el que logre conjugarlas triunfará. El vientre es la estancia más grande del cuerpo humano, el centro de gravedad que proporciona estabilidad al resto del edificio y que le da de comer: una casa sin cocina no es más que una habitación de hotel prescindible, fugaz, temporal, mientras que el hogar (donde se hacía el fuego) siempre estaba en la cocina. Así que un arquitecto no puede ignorar el valor de la panza. ¿No se dice que para conocerse a uno mismo hay que mirarse el ombligo? Si lo contemplas demasiado rato puedes llegar a pensar que ese ombligo es el ombligo del mundo. 
Un famoso arquitecto estadounidense, Stourley Kracklite (Brian Dennehy en el que sin duda sera papel estelar dentro de su magnífica carrera, apuntalada como secundario de carácter) y su esposa Louisa (Chloe Webb; esta actriz había pegado fuerte en su película anterior interpretando a Nancy Spungen, al lado de Gary Oldman, en "Sid y Nancy" de Alex Cox: cult movie)  viajan a Roma. Él es un experto en la obra de otro arquitecto, Étienne-Louis Boullée, arquitecto francés del siglo XVIII, y va a ser el encargado de organizar una gran exposición alrededor del tal Boullée: diseños megalómanos de raíz neoclásica, repletos de geometría y volumen, de columnas y de esferas: diseños de ciencia ficción: diseños que inspiraron la arquitectura nazi de Albert Speer.
Quizás la tensión de llevar a cabo la tarea sea excesiva, quizás lo sea la comida italiana o quizás el origen de todo esté en tener una esposa joven y bella, pero al arquitecto le duele mucho el vientre. Hipocondría clásica entre las ruinas de una civilización extinta, restos como huesos clavados en la tierra, piedras que atestiguan un desmoronamiento lejano, un derrumbe del tiempo, como el propio cuerpo corrompido por la enfermedad del espíritu, por la edad que ahoga la ilusión y pulveriza las esperanzas. A Kracklite le afectan las historias que escucha de antiguos personajes, padeciendo los síntomas que llevaron a aquellos a la tumba: si al emperador Augusto le envenenaron los higos que le ofreció su esposa Livia, Kracklite vomita los que cenó esa noche; si Boullé murió por un cáncer de páncreas, los dolores de Kracklite deben tener exactamente el mismo origen. Kracklite arrastrándose borracho sobre su vientre: exponer y morir.
Peter Greenaway muestra de nuevo su devoción por el arte (escultura y arquitectura en esta ocasión), la anatomía y el exceso. La película está rodada en Roma así que los espectaculares ambientes barrocos típicos del director, se apuntalan esta vez en la propia geografía urbana de la capital italiana. Y, cómo no, una banda sonora excepcional. El guión es lo que no me acaba de convencer en esta película, y tampoco sabría decir el porqué. Me parece que no es un guión redondo... como un vientre.[vi]







CITAS:

martes, 25 de marzo de 2014

MIDNIGHT EXPRESS









Midnight Express




Alan Parker
Alan Marshall, David Puttnam
Oliver Stone.
Libro de
Billy Hayes y William Hoffer
Giorgio Moroder
Michael Seresin
Gerry Hambling
Brad Davis
Irene Miracle
Bo Hopkins
Paolo Bonacelli
Paul L. Smith
Randy Quaid
Norbert Weisser
John Hurt
Mike Kellin
Gigi Ballista
Franco Diogene
País(es)
Reino Unido
Estados Unidos
1978
drama, autobiográfico
Duración
121 minutos
Idioma(s)
Inglés
Productora
Casablanca Filmworks
Presupuesto
$2,300,000

Midnight Express, El expreso de medianoche, Expreso de medianoche) es una película de 1978 ganadora de varios premios internacionales. Fue dirigida por Alan Parker y contó con Brad Davis como actor principal. El guión es obra del ahora famoso director Oliver Stone.
El filme está basado en un hecho biográfico real[1] acaecido en 1970: la historia de Billy Hayes, un joven estadounidense que fue detenido por posesión de hachís en el aeropuerto de Estambul (Turquía) y fue condenado a 30 años de prisión por tráfico de drogas. Fue sometido a vejaciones en un ambiente infrahumano y logró escapar a Grecia, donde fue detenido y deportado a los Estados Unidos. Billy escribió el libro homónimo en que se basa el filme.
Argumento
En 1970, Billy Hayes (Brad Davis), un joven estadounidense, es sorprendido en el aeropuerto de Estambul al tratar de abandonar el país con hachís adherido a su cuerpo. Para su desgracia, el Gobierno turco desea dar un castigo ejemplar a los traficantes de drogas y Billy es juzgado por posesión de drogas y condenado a cuatro años y dos meses, que deberá cumplir en una prisión de Estambul. Su padre (Mike Kellin) viaja a Turquía para gestionar su liberación, pero la embajada estadounidense nada puede hacer, ya que el presidente Nixon había tensado las relaciones con Turquía.
Comienza entonces una pesadilla para el joven, que deberá adaptarse al ambiente de miseria dantesca de la prisión. Queda junto a dos presos extranjeros, Max (John Hurt) y Jimmy (Randy Quaid), que también deben cumplir largas condenas. Un condenado turco, Rifki (Paolo Bonacelli) los provee y vigila, por encargo del jefe de la prisión, Hamidou (Paul L. Smith), un gendarme sádico y pervertido que abusa de los reclusos. Decide entonces el padre de Billy contratar a un abogado turco, Yesil (Franco Diogene), que deberá enfrentarse a la complicada burocracia legal turca. En 1974, las apelaciones del abogado fracasan, al recibir Billy una condena de 30 años, esta vez bajo el cargo de contrabando de drogas, condena emitida por la Corte Suprema de Ankara.
Billy ve su futuro destruido y comienza a caer en un estado de desequilibrio mental que lo lleva a agredir a Rifki, por lo que es trasladado a la sección siquiátrica de la prisión. La novia de Billy, Susan (Irene Miracle), lo visita en 1975 en la prisión y consigue entregarle dinero oculto en un álbum de fotos, para intentar la fuga. Pide hablar con el jefe Hamidou, le ofrece dinero para que lo lleve al hospital del penal, y este lo lleva a una habitación, lo golpea e intenta violarlo. Billy, en su desesperación, logra empujar al gendarme y este se clava la nuca en un colgador de la pared y muere. Acto seguido, Billy se viste con un uniforme de guardia e intenta la fuga y lo logra.

Comentarios
El tema musical, compuesto por Giorgio Moroder, alcanzó altos niveles de audición y aún se escucha como un tema clásico de la década de 1970. Notable es la ambientación lograda en los escenarios de la cárcel, y la actuación de Brad Davis, que logra transmitir al espectador la pegajosa sensación de miseria de la prisión. Posteriormente Oliver Stone y Billy Hayes en la vida real expresaron que lamentaban haber dado una visión tan negativa del pueblo turco.[i]

 

Premios
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Billy Hayes es un joven norteamericano que es detenido en Turquía tratando de sacar del país 2 kilos de hachís. Encerrado en una prisión turca, sufrirá todo tipo de penalidades y abusos, su única salvación será tomar el expreso de medianoche, la fuga.




LA VERDADERA HISTORIA DE BILLY HAYES
El expreso de medianoche comienza con la clásica frase "Lo siguiente se basa en una historia real", pero hay muchas diferencias entre los hechos reales y los que narra la película. Antes de comenzar a hablar sobre la película en si, me parece apropiado hablar sobre su verdadero protagonista, Billy Hayes, ya que las diferencias entre la realidad y la ficción, son cruciales para comprender la película y juzgarla en su justa medida.
Esta historia comienza el 7 de octubre de 1970, Billy Hayes es un joven norteamericano que quiere sacar de Turquía 2 kilos de hachís, tal y como había hecho en 3 ocasiones anteriores (no era su primer intento, tal y como narra la película), Billy llevaba la droga pegada a su cuerpo, en aquellos tiempos las medidas de seguridad en los aeropuertos no eran como las de hoy día y era fácil ocultar algo debajo de la ropa, pero Billy tendría un golpe de mala suerte ese día, en fechas recientes se habían producido varios atentados con bomba en vuelos comerciales, por lo que ese día las medidas de seguridad eran más estrictas que nunca y se cacheaba a todo el mundo antes de subir al avión. Fue así como la policía descubrió la droga que llevaba oculta justo antes de subirse al avión. Tras ser detenido, Billy fue enviado a la prisión de Sağmalcılar condenado a 4 años y 2 meses.

La idea de fugarse de la cárcel comenzó cuando llevaba un año y medio recluido. Sabiendo que sería más fácil hacerlo desde el psiquiátrico de Bakirkoy, necesitaba que le diagnosticasen de psicopatía delictiva, de modo que fingió estar loco para que lo internasen, cosa que consiguió (y no fue a parar allí tras asesinar a un compañero como muestra la película con el asesinato de Rifki). Se ayudó de su mejor amigo Patrick, que lo fue a visitar a la cárcel, para conseguir la documentación falsa que le haría falta después de haberse fugado, Patrick se relacionó con gente peligrosa para conseguir los papeles y su cuerpo fue descubierto atravesado por una bayoneta en un hotel, tras eso, Billy arrepentido descartó la fuga y poco después fue devuelto a la prisión de Sağmalcılar (todo esto fue omitido en la película).
54 días antes de su liberación, a Billy Hayes le fue comunicado que la Corte Suprema de Ankara quería cambiar su veredicto, de posesión a contrabando, lo que significaba que sería condenado a cadena perpetua y en el mejor de los casos a una pena mínima de 30 años (que fue justó su condena final). Billy fue trasladado a la prisión de İmralı y reanudó sus planes de fuga (su traslado a otra cárcel tampoco es mostrado en la película).
La isla de İmralı está a unos 27 kilómetros de la costa y por aquel entonces era una isla de trabajo, de modo que los barcos se desplazaban allí desde otra isla principal y traían sus productos. Los presos que trabajaban en una fábrica de conservas se dedicaban a enlatar el género. Al llegar la noche los barcos abandonaban la isla al ser una prisión. Billy se fijó en que los barcos tenían pequeños botes atados en la popa y una noche de tormenta los barcos no pudieron abandonar la isla, Billy vio su oportunidad para escapar. Primero eludió el control nocturno y después nadó hasta un bote y remó hasta llegar a la costa. Una vez pisó tierra su objetivo fue llegar hasta el río Maritsa que dividía Turquía y Grecia, una vez atravesado, estaría fuera de peligro, griegos y turcos eran enemigos y no lo devolverían a Turquía. Billy primero llegó a Estambul donde tenía un amigo que trabajaba de gerente en un hotel, este amigo era un antiguo compañero de prisión y le debía un favor, Billy esperaba que le ayudaría en su fuga, ocultándole en el hotel y consiguiéndole la documentación falsa que necesitaba, pero cuando llegó al hotel descubrió que su amigo había dejado el país el día anterior. Su plan se fue al garete, de modo que tuvo que improvisar, se tiñó el pelo y cruzó a nado el río Maritsa. Sin saberlo, incluso llegó a cruzar un campo de minas en la frontera turco-griega. Al llegar al otro lado del río fue descubierto por unos soldados griegos, como Billy desconocía si estaba realmente en Grecia, de modo que hasta que no se dio cuenta de que no entendía el idioma en el que le hablaban los soldados no supo que había escapado de Turquía. Tras ser interrogado por el gobierno griego fue deportado a Frankfurt el 20 de octubre de 1975. Billy era libre y su pesadilla había terminado.

Sólo unos apuntes más, Billy no mató al jefe de los guardias, tal y como se muestra en la película, de hecho, Hamidou fue asesinado en 1973 en la calle por un preso puesto recientemente en libertad, quien le disparó 8 veces mientras bebía te en una cafetería. Billy no dio un discurso con tintes racistas cuando estaba pendiente de saber si lo condenarían a cadena perpetua, es más, su discurso intentó ser de lo más emotivo con la idea de simpatizar con el tribunal. Ni tampoco viajaba acompañado de su novia cuando fue detenido en el aeropuerto, Billy realizó ese viaje solo.
Cuando Billy escribió su novela autobiográfica, con la ayuda del periodista William Hoffer, narrando su odisea en las prisiones turcas modificó cosas, dando una visión más positiva de si mismo y más oscura del sistema penitenciario turco de lo que era en realidad. 

 

EL ÚLTIMO TREN
Alan Parker estaba en negociaciones con la Universal para hacerse cargo de la película El mago (1978), que terminaría dirigiendo Sidney Lumet, cuando le llegó por parte de la Columbia una copia del libro de Billy Hayes, inicialmente el libro no llamó su atención, pero el productor con el que trabajaba habitualmente, David Putnam, se puso al frente de la productora Casablanca Filmworks, dueña de los derechos de la obra de Hayes, de modo que Parker finalmente aceptó el proyecto, según el propio director "por razones prácticas. Estaba buscando algo relevante que pudiera rodar en Europa con mi equipo."
Alan Parker tenía muy claro que tomaría la novela de Hayes como referente, pero que altearía cosas para hablar sobre lo que realmente le importaba, las injusticias sobre las sentencias sobre drogas y la crueldad en las prisiones del mundo.
Oliver Stone fue asignado para convertir la novela de Billy Hayes en un guión cinematográfico. Se desplazó a Londres y trabajó mano a mano con Parker, tuvo lista la primera versión del guión en 6 semanas. Billy Hayes no estuvo involucrado en el desarrollo de la película, aunque sí visitó el set de rodaje en Malta.

La fuga de Billy fue cambiada en el guión, según Parker por razones dramáticas, en su opinión al trasladar a Billy a una isla prisión se perdía la tensión, ya que ese emplazamiento carecía del aire asfixiante de los lugares de reclusión anteriores. Además con ese cambio de emplazamiento se perderían los personajes de John Hurt y del villano de la historia. Parker convirtió el manicomio al que fue a parar Billy parte de la prisión y así mantener a todos los personajes en el mismo lugar y mostrar de una forma más intensa el viaje a los infiernos del personaje. Y después se inventaron toda la parte en la que Billy mata a Hamidou y como vestido con sus ropas sale de la prisión. Pero lo más increíble del asunto es que el guión de Oliver Stone tenía 14 páginas más que no se llegaron a filmar, en las que se narraba la huida de Billy a través de las montañas hasta llegar a Grecia. Alan Parker en pleno rodaje decidió no filmar esa parte, terminando la fuga en el momento que Billy sale por la puerta de la prisión (eso sí, prolongó un poco más esta parte, primero con el momento en el que un guarda le tira las llaves de la puerta y segundo, cuando Billy se cruza en la calle con un coche de la policía que pasa de largo).
La elección número uno del estudio para interpretar a Billy Hayes era Richard Gere (también se barajó a John Travolta), pero Parker escogió a un actor poco conocido para dar una mayor autenticidad a la película, siendo el malogrado Brad Davis el que se llevó el gato al agua.
John Hurt se unió al proyecto sin haber leído si quiera el guión, tal y como recordaba el actor "por aquel entonces, Alan y Ridley Scott eran dos directores que habían sido realmente marcados por el éxito. Así que si Alan me quería en una película, sabía perfectamente bien que él no estaba perdiendo su tiempo preguntándome para hacer algo que no merecía la pena hacer, porque el ciertamente no estaría usándome por mi nombre, yo no tenía un nombre para nada en ese momento." Para meterse en la piel de Max, el actor británico decidió no ducharse durante la mayor parte del tiempo que duró el rodaje, lo que provocó que muchos compañeros de profesión no quisieran acercarse a él.

Para la banda sonora Alan Parker quería usar temas existentes de Vangelis, pero el productor ejecutivo de la película, Peter Gruber, le aconsejó que considerara a Giorgio Moroder para componer una partitura original, ya que saldría más barato. Moroder trabajaba para la discográfica Casablanca Records, cuya división cinematográfica, Casablanca Filmworks, era la productora de la película, por lo que todo quedaba en casa. Moroder compuso una banda sonora recordada aun a día de hoy, que le granjeó su primer Oscar.
El rodaje de la película se extendió a lo largo de 53 días, que tuvieron lugar principalmente en Malta, dado que el gobierno turco no le dio al equipo los permisos necesarios, aun así Parker se las arregló para rodar algunos planos generales de Estambul con la falsa excusa de rodar un anuncio publicitario de cigarrillos. El escenario escogido para dar vida a la prisión de Sağmalcılar fue el Fuerte San Elmo, un antiguo cuartel militar en La Valeta (Malta), que apenas tuvo que ser modificado para el rodaje. Las localizaciones de exteriores mostradas en la fuga al final de la película tuvieron lugar en Grecia. Y los decorados necesarios se construyeron en los Mediterranean Film Studios de Malta.

La película tuvo un enorme éxito comercial, recaudando tan solo en los EE.UU. 35 millones de dólares, siendo su presupuesto, unos ajustadísimos 2,3 millones de dólares.
El éxito se transmitió también en forma de nominaciones y premios de la Academia, optando a la estatuilla en las categorías de mejor película (Alan Marshall y David Puttnam), mejor director (Alan Parker), mejor actor secundario (John Hurt), mejor montaje (Gerry Hambling), mejor guión adaptado (Oliver Stone) y mejor banda sonora original (Giorgio Moroder), consiguiendo el premio en las dos últimas categorías.

 

VALORACIÓN
El expreso de medianoche es una de las películas más violentas y viscerales que se hayan filmado y no porque tenga escenas de una gran crudeza como tal, que las tienes (Billy arrancándole la lengua a Rifki, la tortura que sufre Billy en su primera noche en prisión, etc.), si no por una violencia inherente a la película, que refleja como pocas la crudeza y el sufrimiento de una situación límite, las cuales se transmiten de una forma tan fuerte en el espectador, que cada una de las escenas de la película se quedan grabadas a fuego en su mente.
Y es que la película salta de una escena memorable a otra sin dejar que el espectador pueda casi respirar, ni apartar la vista. La película nos agarra por dentro y nos lleva de viaje al infierno en la Tierra, a ese lugar temido por todos desde el estreno de la película, que es el sistema penitenciario turco y a todas las penalidades por la que pasa el protagonista hasta conseguir su salvación (con fuga incluida). Pasamos de la escena de su detención en el aeropuerto (todo un ejemplo de tensión bien ejecutada), a su intento de fuga por las calles de Estambul mientras suena el popular "Chase" de Moroder, para saltar al enfrentamiento con Rifki (con el momento en el que le arranca la lengua incluido), de ahí a la famosísima escena del bis a bis con su mujer y terminando al momento de la fuga (otro brillante ejemplo de tensión).

El montaje de la película mostró una nueva forma de editar una película, con cortes rápidos, propios del mundo de la publicidad (que Alan Parker conocía tan bien), que ayudan a la creación de tensión. Además esa influencia del mundo publicitario se ve también reflejada en la puesta en escena de Parker, siempre con planos muy estéticos, con una fotografía de lo más cuidada (y tal vez demasiado bella para el drama que está mostrando).
El reparto está fantástico, donde sobresale un enorme Brad Davis (que sorprendentemente fue olvidado por la Academia a la hora de las nominaciones), en una interpretación siempre al límite, con el actor dándolo todo en cada escena, yendo desde la inicial inocencia hasta la más absoluta desesperación y deshumanización, que dan lugar a una de las interpretaciones más intensas que se hayan visto jamás. Sólo hay que recordar escenas como las de su inocente comportamiento mientras es interrogado (cuando aun no sabe la que le viene encima) o su mirada de infinita locura tras arrancarle la lengua a Rifki.
La banda sonora de Giorgio Moroder causó sensación en su momento (principalmente por el auge de la música electrónica por aquel entonces) y he de reconocer que nunca he sido fan de ella, tal vez porque tenía un recuerdo de unos temas muy horteras o porqué le arrebató el Oscar al Superman (1978) de John Williams. Pero tras ver de nuevo la película por un lado y escuchar los temas de forma independiente por otro, he de admitir, que estos encajan perfectamente en el film y ayudan al mismo y que escuchados por separado tienen la fuerza e interés suficientes como para no ser infravalorados (aunque hayan quedado un poco desfasados por el paso del tiempo).

La creación de la tensión resulta admirable, un buen ejemplo de ello es la famosa escena del aeropuerto, en la que Billy es detenido y se usan los latidos de su corazón para potenciar la tensión del momento, coronado con el gran detalle del policía que coloca su mano sobre el pecho de Billy y siente su pulso acelerado, que es lo que lo termina delatando, simplemente brillante. Y se puede decir lo mismo de la secuencia final con Billy escapando de la prisión, primero con el momento en que un guarda lo descubre, pero confundiéndolo con otro guarda le tira las llaves de la puerta y cuando consigue salir (y en un momento de máxima tensión) se cruza con un coche de la policía, no sabemos si éste se parará y lo detendrán, pero termina pasando de largo y Billy hecha a correr camino a la libertad.
La película sí acierta en la descripción de la paulatina destrucción de hombre física y sobre todo mentalmente, hasta convertirse en un ser carente de alma. Sólo será al final tras reencontrarse con su novia cuando vuelve a ser el mismo de antes, demostrándolo en la que es posiblemente la mejor escena de la película, cuando gira en el sentido contrario que el resto de presos del manicomio, a la izquierda (como los comunistas), una escena sencillamente brillante, en la que Billy deja de ser una máquina estropeada y vuelve a ser un hombre con esperanza.
Lo que no me parece acertado es como se retrata la relación homosexual que Billy tiene con Erich, el verdadero Billy Hayes tuvo una relación consentida con un compañero del que nunca dio su nombre, pero en la película no se llega a mostrar más que un mínimo coqueteo entre ambos y se ve como Billy frena el acercamiento de Erich, no llegando a consumar su relación. Los productores temiendo que el tema de la homosexualidad pudiera afectar a la imagen del protagonista decidieron no profundizar en él. Donde creo que está el error de la película es mostrar este pasaje de la historia como algo episódico, sin que previamente se haya mostrado la más mínima referencia a la atracción entre ambos, sin venir a cuento Billy y Erich comienzan a sentir algo el uno por el otro, no llegan a ningún punto y a continuación a Erich le dan la libertad y todo termina, nunca más se hace la mínima mención a ello, todo se resumen en 3 minutos de película, sus 3 minutos gays por así decirlo, que no llevan a ninguna parte y que no aportan nada a la historia, si querían hablar sobre la verdadera historia de Billy y el preso deberían haberlo desarrollado más y si no querían hacerlo, deberían haberlo omitido totalmente, tal y como hicieron con muchas otras cosas de la verdadera historia de Billy Hayes.



Son tantas las diferencias entre la realidad y la ficción, es tan desvirtuada la visión que da la película sobre los hechos, el pueblo turco y su sistema penitenciario, que hay dos formas de ver la película, como una ficción (donde se revela como un film fascinante, tenso y memorable) o como una fallida adaptación de unos hechos reales (resultando manipuladora y racista). Son demasiadas las licencias que se toma la película para contar su historia, acepto que se modifiquen ciertas cosas para hacer una mejor comprensión de la misma o para ayudar a la trama a avanzar, por ejemplo, el introducir el personaje de la novia de Billy desde el comienzo y hacer que ella le acompañe cuando es detenido, ayuda a presentar el personaje desde el principio y también a hacer que su relación sea más tensa, o la decisión de Parker de eliminar el final de la fuga con la huida por las montañas, terminando justo cuando Billy sale por la puerta de la prisión, porque lo demás sería un añadido, que haría perder tensión a la película, acabando ésta en su justo momento. Pero no estoy tan de acuerdo con limpiar la imagen del propio Billy Hayes, para dar una imagen positiva del protagonista y así simpatizar con él, mirando hacia otro lado con respecto a su homosexualidad y adicción a las drogas. Y me resulta inadmisible que se muestre a Billy cometiendo dos asesinatos a lo largo de la película, cuando eso nunca sucedió, ambas escenas, llenas de una gran violencia, son usadas para ser catárticas para el protagonista, la primera muestra su locura y la segunda el fin de su pesadilla. Estas al menos tienen un fin, pero no se puede decir lo mismo de la imagen que da del pueblo turco y de las prisiones, que lógicamente eran duras, pero la película se encarga de cargar las tintas contra ellas y mostrarlas como el infierno en la Tierra, que no eran en realidad, tal y como Billy Hayes declararía años después del estreno de la película, así como la escena en la que Billy arremete contra el tribunal cuando es condenado a cadena perpetua, en la que llega a cagarse en las familias de los magistrados y a decir "para ser un país de cerdos es muy gracioso que no los coman. Jesucristo perdonó a su verdugos, pero yo no puedo. Les odio... les odio... odio a su nación y odio a su pueblo. Y me cago en sus hijos y en sus hijas porqué son cerdos. Usted es un cerdo. Todos son cerdos", momentos llenos de un racismo que resulta repugnante. Parker y Stone llevan su maniqueísmo y manipulación hasta el límite, tanto que dañaron profundamente la imagen de Turquía para siempre. No vamos a decir que la situación en la cárceles turcas era un camino de rosas, pero si la película hubiera sido más realista hubiera hecho un favor a una causa, en lugar de cargar las tintas sin pensar en sus consecuencias. Y eso se podría haber hecho sin dar una imagen de un país tan negativa (todos los personajes turcos de la película son malvados, corruptos o violentos), ni dramatizar la situación, ni insultar a dicho pueblo.
Dicho esto y analizando la película como la ficción que es toda película, aunque esté basada en hechos reales, hay que admitir que su visionado supone una experiencia irrepetible y que aun con sus fallos, consigue atraparte desde el primer minuto y no te suelta hasta el final (algo que pocas películas han conseguido de la misma forma), cuando la liberación del protagonista también lo es para el espectador. Y además hay que reconocer que fue una película adelantada a su tiempo, más por el continente que por el contenido, mostrando nuevas tendencias y caminos en el cine en los campos de música, fotografía y montaje. Por todas estas razones se ha convertido en una película de culto y en gran medida en un clásico del cine moderno.

 

Curiosidades:
Fue la primera película en ganar el Oscar a la mejor banda sonora compuesta por sintetizador.
Brad Davis tuvo un problema de adicción a las drogas mientras promocionaba la película. 
La escena en la que Billy le arranca la lengua a Rifki incomodó tanto al equipo que todos salieron del set a la hora de rodar la escena y Parker se quedó sólo con los dos actores. La lengua que usaron para rodar la escena era de cerdo.
En una de las escenas del aeropuerto, el actor Joe Zammit Cordina, que interpreta a un policía olvidó sus frases en turco, de modo que las recito en maltés y así quedó en la película.
La película no pudo verse en Turquía hasta 1992, cuando el canal HBB la emitió.
En 2004, Oliver Stone se disculpó por la imagen que la película daba de Turquía, sus prisiones y su pueblo.
Billy Hayes visitó el set de rodaje en Malta 2 años exactos después de haberse fugado de prisión.[ii]
 


Referencias
http://es.wikipedia.org/wiki/Midnight_Express


[i] http://es.wikipedia.org/wiki/Midnight_Express

[ii] http://peliculasdeculto.blogspot.com/2013/11/el-expreso-de-medianoche.html