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miércoles, 21 de abril de 2010

LA DUDA



























1.- JOHN PATRICK SHANLEY
1.1. BIOGRAFIA
John Patrick Shanley nació el 3 de octubre 1950, The Bronx, New York City, New York, Estados Unidos y es considerado por los vecinos del Bronx, que ya lo incluyeron en el Bronx Walk of Fame en 2004, como uno de sus más importantes paisanos. No el más famoso, desde luego, teniendo en cuenta a nombres como el guitarrista de los KISS “Ace” Frehley, el rapero Afrika Bambaataa, la escritora Mary Higgins Clark o el actor Danny Aiello (por no mencionar a los recurrentes Woody Allen, Al Pacino, Calvin Klein o J.Lo), pero sí uno de los que se hizo popular utilizando el Bronx como sujeto activo de su carrera como guionista, dramaturgo y director teatral y cinematográfico. Lo paradójico es que, si bien la mayor parte de su obra está ambientada en el barrio en el que creció, su único Oscar (hasta ahora, ya se verá si 2009 le tiene reservado alguna sorpresa) lo consiguió por un guión, el de la película protagonizada por Cher y Nicolas Cage, Hechizo de luna, que tomaba como trasfondo Brooklyn y no el Bronx.

No es el caso de Doubt: A Parable -La Duda-, la obra teatral que acaba de ser llevada exitosamente al cine y que cuenta una historia ambientada en un estricto colegio católico del Bronx durante los años 60. Aunque no es determinante para la historia, la pincelada social, más allá de la rigidez educativa de la directora de la institución en contraposición a las opiniones menos conservadoras del sacerdote protagonista, queda de manifiesto en el hecho de que acaba de ingresar el primer estudiante negro de la historia del colegio.

Ganadora de cuatro premios Tony y del Pulitzer a mejor pieza teatral, se estrenó fuera de los circuitos de Broadway en noviembre de 2004, en donde se puso de manifiesto de inmediato que tenía más que posibilidades de dar el salto a los teatros más importantes de Nueva York. Así, tan sólo cinco meses después de su estreno, pasaba al Walter Kerr Theatre, uno de los más pequeños de Broadway, en donde permaneció año y medio de forma ininterrumpida acumulando medio millar de representaciones. El Pulitzer fue el espaldarazo definitivo y la confirmación para Shanley de que aquella pequeña historia ambientada en su barrio en los años 60 (una constante, lugar y tiempo, de su carrera) podría llegar a funcionar también en la gran pantalla.

Porque, más allá de todo esto, el Bronx, así como escenario habitual en la obra de Shanley y de otros muchos escritores y cineastas nacidos allí, en él vuelve a reivindicarse como algo más que una amalgama étnica (irlandeses, italianos, dominicanos y afroamericanos enemistados entre ellos de forma continua) y un nido de delincuencia que desde allí se extiende, hacia el sur, por toda la gran manzana. El Bronx podría ser el corazón, ya no de Nueva York, sino de los Estados Unidos urbanos: un corazón formado por gente sencilla, por obreros blancos, negros y latinos, un lugar en el que el jazz se expandió como la pólvora, en donde se tocó buen rock en los garajes de familias católicas y la sopa primordial donde nació el hip hop. Por eso John Patrick Shanley es el prototipo de buen vecino del Bronx: ha podido, desde su posición, seguir alimentando la leyenda negra del distrito pero, en cambio, ha optado por dignificarlo contando pequeñas historias que podrían ocurrir en cualquier otro lugar de los Estados Unidos.[1]

1.2. FILMOGRAFIA como Director
2. LA DUDA
2.1. SINOPSIS

Años 60. Una escuela en el Bronx neoyorquino. La regentan unas religiosas dirigidas por la hermana Aloysius, una mujer severa, a la que temen todos los chicos, e incluso sus monjas, a los que trata de encauzar por la ortodoxia más rigurosa. La hermana James sabe que ella es joven y algo inexperta, pero no puede por menos de desaprobar tanto rigor, y ella querría estar más cerca de los alumnos. Por ello simpatiza con el capellán del colegio, el padre Flynn, que sabe congeniar con los muchachos, y ofrece homilías diferentes, que dan que pensar. En cambio, la hermana Aloysius desaprueba esa tendencia a contemporizar de Flynn, lo que la predispone a sospechar lo peor del sacerdote, cuando una serie de extraños indicios apuntan a que podría haber abusado de Donald, un chico negro que no acaba de adaptarse.

Adaptación de la obra teatral de John Patrick Shanley, triunfadora en los Tony en 2005, a cargo del propio autor, que ha hecho la adaptación a la pantalla, además de dirigir el film. Shanley evita que el origen teatral sea demasiado evidente aireando la narración por el Bronx, y con escenas tan plásticas como la del sermón sobre el chismorreo. La trama se inspira en los tristes escándalos de abusos sexuales de parte del clero católico en Estados Unidos, sacados a la luz en los últimos años. Y pivota alrededor de apenas cuatro personajes y de conceptos tan potentes como la duda, la presunción de inocencia, la inhibición a la hora de actuar, el miedo a salir escaldados, la rectitud de intención ante las propias acciones. En ese sentido, Shanley ha armado un drama de interés, que permite construir personajes de entidad e indagar en su compleja maraña de sentimientos e inclinaciones. Lo que permite el lucimiento de los actores, estupendos Meryl Streep, Philip Seymour Hoffman, Amy Adams y Viola Davis. Si el cuadro logra el deseado equilibrio, es discutible. Pero hay un esfuerzo por abordar el tema con seriedad, evitando simplismos o enfoques panfletarios. Este punto -si se nos permite el juego de palabras- está fuera de toda duda.

2.2. FICHA TÉCNICA

Año de producción:
2008
País: EE.UU.
Argumento: John Patrick Shanley (Obra de teatro)
Guión:
John Patrick Shanley
Música: Howard Shore
Fotografía: Roger Deakins
Distribuye en DVD: Walt Disney
Duración: 104 min.
Público apropiado: Adultos
Género:
Drama, Thriller
Extras DVD: Español e inglés 5.1. Documentales. Comentario.
Contenidos: Acción 0, Amor 2, Lágrimas 2, Risas 0, Sexo 0, Violencia 0

2.3. PREMIOS
OSCAR 2008 candidata

  • mejor actriz Meryl Streep

  • mejor actor de reparto Philip Seymour Hoffman

  • mejor actriz de reparto Amy Adams

  • mejor actriz de reparto Viola Davis

  • mejor guión adaptado John Patrick Shanley
GLOBOS DE ORO 2008 candidata

  • mejor actriz drama Meryl Streep

  • mejor actor de reparto Philip Seymour Hoffman

  • mejor actriz de reparto Amy Adams

  • mejor actriz de reparto Viola Davis

  • mejor guión John Patrick Shanley
PREMIOS BAFTA 2008 candidata

  • mejor actriz drama Meryl Streep

  • mejor actor de reparto Philip Seymour Hoffman

  • mejor actriz de reparto Amy Adams
PREMIO SINDICATO DE ACTORES 2008 ganadora

  • mejor actriz Meryl Streep
PREMIO SINDICATO DE ACTORES 2008 candidata

  • mejor actor de reparto Philip Seymour Hoffman

  • mejor actriz de reparto Amy Adams

  • mejor actriz de reparto Viola Davis






2.4. COMENTARIOS

Estamos en 1964, en la iglesia de San Nicolás, en el Bronx. El Padre Flynn (Philip Seymour Hoffman), un brillante y carismático sacerdote, intenta desafíar las estrictas reglas del colegio que la Hermana Aloysius Beauvier (Meryl Streep) lleva custodiando desde hace años con mano de hierro. Ella es la directora del colegio y cree ciegamente en el poder del miedo y la disciplina. Los cambios políticas están llegando a todos los estratos de la sociedad y la escuela acaba de aceptar a Donald Miller, su primer estudiante negro. Pero la Hermana James (Amy Adams), una pobre inocente, hace saber a la Hermana Aloysius que el Padre Flynn está prestando una atención demasiado especial a Donald, la Hermana Aloysius se siente obligada a emprender una cruzada para averiguar la verdad y para expulsar a Flynn del colegio. A pesar de carecer de una sola prueba que confirme la sospecha, la Hermana Aloysius se ve abocada a una lucha de poder con el Padre Flynn, que amenaza con destruir la iglesia y el colegio por sus devastadores consecuencias. [2]

La duda está escrita y dirigida por John Patrick Shanley. La película está protagonizada por Meryl Streep, Philip Seymour Hoffman, Amy Adams y Viola Davis. Los productores son Scott Rudin y Mark Roybal, con Celia Costas como productora ejecutiva. El director de fotografía es Roger Deakins, ASC, BSC; el diseñador de producción es David Gropman; el montaje corre a cargo de Dylan Tichenor, ACE; la diseñadora de vestuario es Ann Roth; la música es de Howard Shore; el reparto corre a cargo de Ellen Chenoweth; las mezclas de sonido son de Danny Michael, CAS, Lee Dichter, CAS y Ron Bochar, CAS; el montaje de sonido es de Ron Bochar.

Desde los primeros momentos de DOUBT (LA DUDA) de John Patrick Shanley hasta su impactante conclusión, la incertidumbre se apodera de todo, arrastrando al público hacia un inquietante misterio en el que dos monjas, un sacerdote y la madre de un niño, y también los espectadores, se ven obligados a enfrentarse a sus creencias más profundas mientras luchan con la sentencia y el veredicto, la convicción y la duda. En la batalla de poder que se deriva, DOUBT (LA DUDA) formula complejas preguntas sobre los desafíos que plantea un mundo sometido a dramáticos cambios y a grandes dilemas morales.

Fue la palabra "duda" la que llevó en un primero momento a Shanley a escribir lo que se convertiría en la obra de teatro más aclamada de la pasada década. Ahora ha adaptado la historia a la gran pantalla para llegar a un público más amplio y utilizar la fluidez del cine para sembrar nuevas incertidumbres.

Cuando empezó a escribirla, Shanley recuerda un programa en el que un sinfín de expertos pertenecientes a todo el espectro político se peleaban en televisión. "Sentí que vivía en una sociedad muy segura de un montón de cosas. Todos tenían una opinión inamovible, pero no había intercambio de ideas. Si alguien se atrevía a decir: 'No sé', corría el riesgo de que lo arrojaran a los leones. En nuestra sociedad había una máscara de certidumbre tan dura que empezaba a agrietarse. Y las grietas era las dudas", explica Shanley.

"Por eso decidí escribir una obra que aludiera a que no podemos estar totalmente seguros de nada. Quería explorar la idea de que la duda tiene una naturaleza infinita, que crece y cambia, mientras que la certeza es un camino sin salida. Cuando hay certeza, se acaba la conversación. Y a mí me interesan las conversaciones, sobre todo porque son sinónimo de vida. Tenemos que aprender a vivir con cierta incertidumbre. Ese es el silencio que se esconde debajo del parloteo de nuestro mundo".

Para Shanley, el máximo desafío fue incorporar no sólo el tema sino también el mecanismo de la duda en el tejido de esta historia. Desentraña hechos y verdades que el público puede considerar claros desde fuera, pero les da la oportunidad a su manera esos cabos sueltos. A lo largo de la historia, la única norma inquebrantable de Shanley fue no llevar al público a ninguna conclusión individual. "Lo que era importante para mí", explica, "era que el sentimiento de duda tenía que venir del público. No les voy a decir lo que está bien o está mal. Simplemente quería hacerles pensar y sentir, más allá de decirles lo que debían pensar y sentir".

Una vez que Shanley supo que quería escribir sobre la duda y la necesidad de hacer frente a los desafíos que plantean nuestras propias creencias, empezó a pensar en el marco para una historia como esa. "Quería aplicar mi forma de ver las cosas a una situación muy complicada y aparentemente sin solución posible", nos cuenta. Y añade: "Eso me llevó a un párroco acusado de aprovecharse de un miembro de su comunidad. No me interesaban especialmente los escándalos de la Iglesia, lo que quería era buscar una situación polarizada en la que la mayoría de la gente no dudaría en condenar a una persona, para luego presentar esos mismos al público bajo un prisma diferente".

Una vez decidido que el trasfondo de la historia serían los principios y la compasión en una escuela religiosa, Shanley decidió mirar en su interior, volviendo a su propia infancia, que pasó en una escuela pública católica en un barrio irlandés católico de clase obrera del Bronx. "Yo conocía a esa gente", dice. "El personaje de la Hermana Aloysius está basada en monjas que yo conocí, y es alguien con quien me identifico... comparto con ella la tristeza de ver cómo han desaparecido tantas cosas, como el silencio o los bolígrafos de punta redonda, o los estudiantes leyendo a Platón".
Al escarbar en sus recuerdos, Shanley situó el enfrentamiento entre la Hermana Aloysius y el Padre Flynn en el enrarecido ambiente de 1964, inmediatamente posterior al asesinato de Kennedy y en la cúspide de los movimientos por los derechos civiles de finales de los años 60. "Era un momento crucial de transición, en el que se pasó de una fe absoluta en las jerarquías y en el sistema a cuestionar todo ese sistema, como la religión organizada o el ejército", añade.

Además, fue un periodo de cambios radicales en la Iglesia Católica. En 1962, el Concilio Vaticano Segundo convocado por Juan XXIII entrañaba una serie de grandes reformas cuyo objetivo era la modernización de la Iglesia para adaptarla a las necesidades de su tiempo. A mediados de los 60, el aspecto exterior de la Iglesia ya había cambiado; las monjas no estaban obligadas a vestir el hábito y se habían suprimido muchas formalidades entre los sacerdotes y sus feligreses.

"Quería captar algo de ese momento perdido", dice Shanley. "Paseando por el Bronx en 1964 se veían monjas vestidas con hábitos y tocas, pero no sabíamos que en pocos años, ya no los llevarían y que esa época habría terminado para siempre. Además, creo que el Padre Flynn es en gran parte un producto de principios de los 60 al poner en cuestión las instituciones vigentes, a pesar de que él mismo trabaja dentro de ese sistema. Él quiere que sus ideas sobre cómo debe ser la Iglesia sean viables en un mundo en constante cambio".

El asunto de la raza se incluyó en la historia a través del personaje de Donald Miller, el niño negro cuya inusual amistad con el Padre Flynn espolea la cruzada de la Hermana Aloysius. Shanley tiene recuerdos vívidos de ir al colegio y tener sólo un compañero negro en los primeros momentos de la integración escolar, unos tiempos de enorme tensión. "Cuando sólo hay un estudiante negro en el colegio, te fijas mucho en él y te preguntas qué siente. Eso me llevó a analizar mi contexto social y a mí mismo de una forma mucho más compleja. Empecé a formularme preguntas de mucho más calado", comenta.



Durante todo el proceso, Shanley evitó tomar partido por ninguno de sus dos personajes y admite que se identifica tanto con aspectos del Padre Flynn como de la Hermana Aloysius. "Tengo tendencia a estar de acuerdo con mis personajes cuando estos hablan", confiesa. "Pero esa es mi forma de ver la vida. Los seres humanos son contradictorios, paradójicos y misteriosos, y lo seguirán siendo".



Todo esto lleva al momento crucial de la historia, cuando la Hermana Aloysius admite finalmente que ella misma tiene, por primera vez, dudas. Su certeza e incluso la empatía por Donald Miller, su madre, otros estudiantes y la Hermana James se han visto erosionadas por un sentimiento de compasión cada vez más intenso. Se enfrenta a una comunidad que duda, y así empieza a humanizarse y cambiar. El público tendrá que llegar a sus propias conclusiones teniendo en cuenta sus creencias y emociones. Esto era esencial para la visión de Shanley de Doubt (La Duda).



Afirma: "Durante más de cien años, los realizadores se han acostumbrado a plantear una pregunta y al final de la película, a responderla. En Doubt (La Duda), no quería que el público obtuviera una respuesta sino que pensase: 'Qué buena pregunta'. De esa forma, la historia pasa a pertenecer al público.






La obra de Shanley, que se estrenó en el off-Broadway en el otoño de 2004, llegó a los teatros de Broadway gracias a la avalancha de buenas críticas. Se estrenó en el Walter Kerr Theater en 2005 y se mantuvo en cartel durante 25 preestrenos y 525 representaciones, a las que siguió una prolongada gira nacional y numerosas producciones internacionales.



En los inicios del éxito internacional de la obra, Shanley empezó a creer que Doubt (La Duda), con su capacidad para provocar y emocionar al público de todo el mundo, podría tener el mismo efecto en los espectadores de cine. Shanley llevaba dos décadas escribiendo guiones, y había ganado un Oscar® por el guión de la comedia romántica "Moonstruck (Hechizo de luna)". Pero según dice él mismo, adaptar Doubt (La Duda) iba a ser el reto más difícil de su carrera de guionista. Tendría que revisar totalmente su obra para que se convirtiera en una criatura completamente diferente en la pantalla: más visceral, dinámica y que reflejara la trepidante actividad de los barrios obreros de Nueva York en los años 60.



Esta historia comenzó con los recuerdos de mi juventud en el Bronx, que se pasaron a convertirse en una obra teatral. Utilicé el escenario y todos los materiales que tenía por contar la historia de esa manera. Ahora, como película, la historia tiene un carácter totalmente distinto", añade Shanley. "La exactitud que exige el cine, como estar al aire libre, los edificios de verdad o todas las cosas reales que te rodean, aportan a la historia un realismo que sirve a los actores a alcanzar un nivel diferente de interpretación. El teatro es muy organizado y la vida real es desorganizada, así que parte del proceso consistía en hacer pedazos la historia anterior y hacerla más parecida a los recuerdos originales".



La adaptación del guión



Cuando la obra se representó por primera vez en Broadway, Shanley se dio cuenta de que cuanta más gente veía "Doubt (La Duda)", más intensas eran las reacciones. "Era extraño, pero las reacciones tan diferentes que el público mostraba cada noche, creaban una especie de poder común", recuerda Shanley. "Daba la impresión de que mucha gente se daba cuenta de que necesitaban hablar sobre el tema de la certeza y sus consecuencias. Fue entonces cuando me di cuenta de que quería llevar la obra al cine".

A medida que empezó a adaptar la obra, observó que al traspasar la historia a la gran pantalla tenía la posibilidad de explorar elementos que no podían abordarse en el teatro: la vida de las monjas y los niños en el colegio o el mundo fuera de él, en un barrio del Bronx a punto de vivir cambios importantes. Shanley declara: "Quería transmitir un sentimiento verdadero de comunidad porque sabía que si pasábamos tiempo con esas familias y sus hijos, empezaríamos a comprender que lo que ocurre dentro de la Iglesia tiene consecuencias fuera de ella. En el fondo, creo que las consecuencias del conflicto entre Flynn y Aloysius adquieren un mayor impacto emocional porque vemos y sabemos quien está pagando los platos rotos de su enfrentamiento. La película me permitió adentrarme en ese aspecto de la historia que no podía tratar en la obra pero que siempre había querido abordar.

Para Shanley también fue importante captar visualmente la religiosidad de las monjas, su devoción espiritual. Sus vidas eran realmente misteriosas y a menudo incomprendidas para los que están fuera de su mundo. "Gracias a la película tuve la oportunidad de dar a conocer el mundo en el que viven las monjas; la tradición y belleza de su mundo. En realidad, me serví del silencio que impregna sus vidas para darle una estructura a la película. Nos recuerda, que en nuestro ruidoso mundo el silencio y la tranquilidad tienen un profundo significado".

"Esos silencios también contribuyen al dramatismo de la película. El público tiene tiempo para reflexionar sobre lo que se ha dicho, y para centrarse en las palabras que eligen los personajes para comunicarse. Por ejemplo, Flynn es plenamente consciente del impacto de sus palabras. Da sermones a su congregación cada semana y utiliza esos momentos para promover el cambio, el crecimiento y la apertura en la comunidad. La precisión de sus precisas y su medida expresividad durante los sermones están cargados de significado. Mientras los feligreses se sentaban en silencio, escuchando, yo podía mostrar al público cómo sus palabras afectan a otros personajes, además de proporcionar espacio para meditar sobre lo que está sucediendo en sus corazones y en sus mentes".

La adaptación planteaba un problema específico: tenía que transmitir un sentido de energía y urgencia y sacar a la superficie los temas que estaban más profundamente enterrados. "Flynn y Aloysius son personas dinámicas, astutas y comunicativas, y no tienen miedo a utilizar sus palabras como armas. Gran parte del dramatismo de esta historia reside en el diálogo, especialmente en el enfrentamiento entre Flynn y Aloysius. Necesitaba encontrar la forma de que eso funcionara en la pantalla", añade Shanley. "Al principio escribí la mitad del borrador y lo acabé tirando porque me parecía que no reflejaba la verdadera historia y por un momento caí en la desesperación".

Entonces ocurrió algo inesperado. Sucedió cuando Shanley se encontraba escribiendo la escena en la que el Padre Flynn da un aburrido sermón sobre una mujer a la que un sacerdote ha enseñado a recoger plumas de almohada esparcidas por un tejado. "En lugar de limitarme a hacer hablar al Padre Flynn, lo cambié por unas imágenes de la historia que estaba contando, de forma que podías ver las plumas flotando, y eso me resultó muy liberador", explica Shanley. "Empecé a escribir el resto del guión con ese tipo de amplitud mental. Me ayudó a no obsesionarme con las palabras de los personajes y a centrarme en la realidad física en la que viven. En una película puedes explorar la relación entre humanidad y mundo natural, el medio en el que nos movemos.

Así, cosas como una bombilla apagándose o las persianas cerrándose, o una servilleta flotando movida por una brisa comenzaron a tener un significado para mí y los personajes en la adaptación cinematográfica. Una vez que comprendí que había otra dimensión, recuperé la esperanza".

"La otra gran revelación que tuve", continúa Shanley, "para escribir el guión y también para dirigir la película, fue que era capaz de utilizar las convenciones de un género, el misterio en este caso, para impulsar la narración." La película empieza con una sencilla pregunta: ¿Lo hizo o no lo hizo? Y aunque nunca perdí de vista esa pregunta, supe desde el momento en que empecé a escribir el guión que no la respondería al final, algo que traiciona las convenciones del género. Es cierto que resultaba muy difícil estructurar la película basándola en el misterio y el suspenso, pero sentí un inesperado alivio al asumir que no estaba obligado a hacer un final concluyente. El público debería decidir por sí mismo el final que quería. Eso me proporcionó una enorme satisfacción como cineasta".Shanley escribió gran parte del guión con la cámara en mente, añadiendo muchos detalles visuales a la adaptación. "Una de las cosas que quería hacer en la película era construir una gran entrada visual para la Hermana Aloysius para que el público comprendiese enseguida la batalla que se estaba librando. De esa forma se puede ver a los dos rivales juntos desde los primeros momentos y comprendes inmediatamente que ella cree estar al mismo nivel que el sacerdote", comenta.

Una de las muchas escenas nuevas que Shanley añadió a la película se produce después del clímax de la historia con un tercer sermón de despedida del Padre Flynn. "En una película, buscas ese momento clave que cierra el círculo y te devuelve a donde todo empezó. Así que vuelves a estar en la catedral con el Padre Flynn que está dando su sermón, esta vez de despedida, y ves que el paisaje ha cambiado para todo el mundo", explica, "puedes sacar tus propias conclusiones sobre lo que ha sucedido a cada uno de los personajes de la historia".

Cuando terminó el guión, Shanley estaba entusiasmado con la idea de regresar al universo de su infancia para rodar, y de contar en la producción con las monjas y vecinos con los que se creció. "No sólo volvimos a los lugares", nos cuenta Shanley, "también contamos con la misma gente. Algunos niños de los que conocí cuando era joven hacen papeles de padres de la congregación en la película y fue muy especial".

Al principio, Shanley había dedicado la obra a la obra a las Hermanas de la Caridad, la orden que regía en St. Anthony's, la escuela del Bronx a la que el asistió y en la que se basa San Nicolás. Quiso que ambas fueran una parte significativa de la película. En total contradicción con el retrato estereotipado del joven católico rebelde que vive atemorizado por las monjas, Shanley conserva un gran afecto y una profunda admiración por sus profesoras del colegio. "De hecho, he tenido una experiencia formativa estupenda con las monjas que he conocido", dice, "y quería manifestar mi respeto por ellas y por su dedicación desinteresada a las personas que necesitan su ayuda, especialmente los niños".

Una monja especialmente importante en el rodaje fue la Hermana Mary Margaret McEntee, también conocida como Hermana Peggy, que fue profesora de Shanley en St. Anthony's cuando estaba en primero curso. Entonces ella era una joven de 21 años en su primer año como enseñante. La Hermana Peggy dejó una fuerte impresión en el joven Shanley más tarde se inspiraría en ella para crear a la Hermana James. Así que fue un privilegio contar con ella como asesora. "Es una persona muy culta y además tiene una enorme fuerza vital. Fue una gran aportación para el rodaje", cuenta Shanley. "Ella nos ayudó a enseñar a Meryl a rezar el Rosario, o a llevar el velo. Las Hermanas de la Caridad nos ayudaron muchísimo. Son un grupo de gente peculiar y extraordinario".

La Hermana Peggy trabajó junto a Streep, Adams y Hoffman, respondiendo a preguntas sobre el atuendo, el ritual o las tradiciones, y lo que es más importante, poniendo a disposición de los actores y miembros del equipo sus recuerdos y su espiritualidad. Fue una fuente de inspiración para todos ellos". Compartió generosamente sus experiencias como profesora en St. Anthony's con los realizadores. "Disfruté muchísimo enseñando en ese colegio", recuerda. "Todo era muy uniforme y rígido, pero también era muy tranquilo".

Sus recuerdos sobre los cambios que vivió la Iglesia a principios de los 60 ayudaron a todos a comprender mejor el ambiente explosivo del ficticio St. Nicholas. Dos generaciones peleando sobre la mejor forma de inculcar los valores y la fe en los niños en una época de gran agitación social y religiosa.

"Siempre supe que Juan XXIII había tenido una visión maravillosa", añade la Hermana Peggy. "Él quería abrir las ventanas y dejar que el aire fresco entrara en la Iglesia. Pero una vez abiertas, era muy difícil cerrarlas. Mucha gente tiene sentimientos contradictorios sobre ese tema. Algunos estaban de acuerdo con los cambios y otros querían conservar las costumbres y se negaban a cambiar. Creo que algunos de los cambios más importantes se referían a la liturgia, a nuestra forma de adorar a Dios. El sacerdote ya no tenía que estar de espaldas a la gente; se dio la vuelta y miraba de frente a los feligreses. El altar perdió importancia. Y había más participación de los seglares. Creo que el mensaje del Vaticano II fue una bella invitación a ser más acogedores, y a veces olvidamos eso".

La Hermana Peggy también recuerda a algunos jóvenes sacerdotes emergiendo con un nuevo punto de vista en los años 60. "Conocí a muchos sacerdotes jóvenes que recogieron la bandera del cambio. Se abrieron a los demás, como le ocurre al personaje del Padre Flynn", comenta.

La Hermana Peggy se niega a tomar partido por la Hermana Aloysius, aterradora y absolutista, o por la Hermana James, bondadosa y abierta de mente, a pesar de lo cercana que se pueda sentir de ésta última. "Creo que ambas son honestas consigo mismas, con la forma en que fueron educadas y con lo que les había dado la vida", observa. "La formación de la hermana James se produjo en los inicios del Vaticano II, cuando la Iglesia estaba más cerca de la gente y se mostraba menos autoritaria. La Hermana Aloysius se formó mucho antes, cuando la Iglesia era más estricta e intransigente en sus normas y reglas. Personalmente, prefiero a la hermana Aloysius. Creo que se debe a mi experiencia real como Hermana James. Es muy estricta pero también es profundamente bondadosa. Siente que su responsabilidad principal es proteger a los estudiantes y estar alerta ante cualquier amenaza que pueda suceder".

Por último, la Hermana Peggy termina reconociendo el orgullo que siente por todas lo que ha logrado John Patrick Shanley. "Yo le enseñé a leer y escribir", cuenta, "así que estoy muy contenta de ver cómo uno de mis estudiantes maneja tan bien el lenguaje".



En lo que se refiere al reparto de la película, Shanley podría haber optado por alguno de los reputados actores que aparecían en la obra pero sin embargo, decidió partir de cero con actores que pudieran ofrecer una visión fresca e inesperada de los personajes. "No quise limitarme a recrear la obra de teatro y trasladarla al cine. No quería arrebatarle a Dough Hughes, el director de la obra, su magnífico trabajo", señala. "Quería hacer algo nuevo y reunir a un grupo de actores de cine creativos e inteligentes, con un instinto cinematográfico muy desarrollado".

Más tarde, comenzó a pensar en Meryl Streep para el papel de la Hermana Aloysius. Era consciente de que necesitaba una actriz con una extraordinaria calidad y delicadeza, alguien que pudiera ir más allá del papel de monja dictatorial y cruel, alguien que permitiera al público comprender poco a poco la enorme fuerza interior de la monja, y por último, sus dudas sobre la búsqueda de la justicia e incluso su fe. Pensó que la interpretación de Streep estaría a la altura de la Hermana Aloysius, una persona absorbente y compleja, incluso en sus convicciones y certezas.

"De hecho, estoy enamorado de la Hermana Aloysius", bromea Shanley. "Creo que tiene razón en muchas cosas, incluso en por las que no tiene sentido luchar como el uso de la pluma estilográfica en lugar del bolígrafo. Lucha por causas que sabemos que va a perder, porque esos cambios ya se han producido en nuestra cultura, aunque eso no lo quite valor a sus actos. Estoy de acuerdo con ella en que algo bello se pierde en ese tipo de cambios. También es importante comprender que la Hermana Aloysius se ordena monja durante la Segunda Guerra Mundial, y se ve a sí misma como parte de la batalla entre el bien y el mal que impregnaba el espíritu de aquellos tiempos, pero que los años 60 vendrían a trastocar. La posición que defiende es perfecta para 1944 pero en 1964 y especialmente ahora, puede parecer un poco dura y pasada de moda. Pero no estoy seguro de que lo sea en realidad".



Streep, dice Shanley, estaba llena de sorpresas extraordinarias en este papel e iluminó a la Hermana Aloysius de una forma que ni él mismo había previsto. "Meryl es una actriz camaleónica. Tiene tantos matices que ofrecer y sus elecciones son extraordinarias pero todas están dentro de los límites del personaje", sentencia. "No me di cuenta de lo emocionante que iba a resultar trabajar con ella. Su corazón y su alma, así como su imaginación están abiertas de par en par. Es como una autopista de seis carriles.



Y continúa diciendo: "Cuando ruedas con ella es como una descarga eléctrica y cada toma es totalmente diferente, aunque todas está justificadas y basadas en el fondo y en la realidad del personaje".



Streep se unió al proyecto con gran entusiasmo. Le interesaba muchísimo la adaptación de Shanley a la gran pantalla. "Esta historia tiene vida propia y John aprovechó la oportunidad de ampliarla y llegar hasta lo más profundo de ella. Lo más increíble es la nueva dimensión que le dio al guión. Añadió personaje, escenas e incluso niños que acabaron convirtiéndose en una parte central de todos esos acontecimientos", dice Streep. "Pensé que era estupendo y muy valiente. Al volverse más específica, la historia se hace más real y cualquiera puede entenderla. Está repleta de cosas que son familiares para ti, sobre tu propia familia, tu trabajo, o tus relaciones con el mundo".

"Sin embargo, la capacidad que tiene la historia de conmoverte en lo más profundo sigue siendo el eje central", dice la actriz. "Es una historia que la gente ve a través del prisma de sus propios prejuicios y experiencias, su propia conexión emocional con la autoridad, tanto celestial como temporal", afirma Streep. "Yo creo que la historia trata sobre la misericordia, sobre lo que significa para nosotros, y sobre su relación con los asuntos terrenales".



En las charlas sobre diversos aspectos de la historia, a Streep le impresionó la decisión de Shanley de no incluir siempre diálogos y de dejar silencios crudos y poderosos (momentos en los que reina la reflexión espiritual o el impacto emocional) en el cuerpo de la película. "En ocasiones, la elocuencia llega cuando no se dice nada, cuando el momento se llena con una posibilidad, una amenaza o incluso la gracia... y John entiende el silencio", cuenta Streep.



Para estudiar su personaje, Streep trabajó con las monjas de la universidad de Mount St. Vincent, lo que fue un gran placer para ella. "La disciplina, pureza e inteligencia de aquellas mujeres me resultó fascinante y de gran ayuda para mí", cuenta.



Además, también aprendió mucho sobre otra realidad que recoge Doubt (La Duda) – la jerarquía eclesiástica, la diferencia entre los pueden ejercer una autoridad absoluta en asuntos eclesiales, y las monjas cuyo poder es muy distinto y más sutil. "Además de sus aptitudes, lo que también observé fue el sentido de la jerarquía que impera en la Iglesia, y cómo eran siempre el segundo escalón en la jerarquía masculina dominada por los sacerdotes, algo con lo que algunas no estaban del todo de acuerdo", observa Streep. "Todo aquello tenía mucho valor para la Hermana Aloysius y es el hilo conductor de la narración".



Por supuesto, Streep cuenta que observó a la Hermana Aloysius desde todos los ángulos para elaborar la imagen final. "Quería ver más allá del hábito y saber quién era ella, de dónde venía, por qué se había dedicado a la vida consagrada, qué secretos tenía, qué partes de su pasado eran maravillosas y cuáles terribles. Esa era mi tarea", dice la actriz.



El método que utilizó Shanley para trabajar con los actores fue de gran ayuda. "Durante el proceso, John estaba abierto a cualquier innovación y siempre decía: 'nunca he visto algo así'. Solía decir esas palabras, que nos hacían sentir genial y libres, y eso es lo que quieres de un actor", comenta.



Contando con Streep para el papel de la Hermana Aloysius, Shanley sabía que sus opciones para el Padre Flynn quedaban reducidas a aquellos actores lo suficientemente carismáticos para dar la réplica a la actriz. Shanley dice: "Phil era el único actor que podía hacer sudar a Meryl en cada escena. Cuando tuvieron su gran escena, fue una batalla entre gladiadores. Fue espectacular y muy emocionante de presenciar. Fue una de las semanas más electrificantes que he vivido".



Shanley cree que ambos actores comparten algo que era esencial para los dos papeles. "Ambos tienen esa cualidad que te permite ver el camino que están recorriendo como intérpretes, pero no puedes ver el final. No puedes desentrañar el último nudo de la historia, ni abrir la última puerta. Esa es una cualidad que siempre resulta tentadora y atractiva", observa.



Para Streep, la elección de Hoffman fue especialmente interesante porque ya habían trabajado juntos como madre e hijo en el teatro interpretando "La gaviota". "En la historia somos rivales, pero es algo mucho más complicado que eso, y es precisamente es lo que aporta Phil, todas esas dosis de humanidad. Mucha gente quiere reducirlo a 'quién es bueno y quién es malo', pero con Phil no resulta fácil porque da mucha importancia a las contradicciones".



Shanley percibió la excelente compenetración que existía entre los actores cada vez que se encontraban en el plató. "El plató se convirtió en un ring de boxeo", observa el director. "Se sentaban cada uno en su esquina cuando no rodábamos, con la cabeza agachada, sumergidos en su universo particular en algún lugar atormentado mientras se preparaban para la siguiente toma. Cuando les llamabas para rodar, se ponían delante de la cámara y las paredes empezaban a temblar".



Hoffman había visto muchas veces la obra y la intrincada trama siempre le había atraído. "Lo que me gusta de esta historia es que no hay nada absoluto salvo la pasión de las personas. Me gusta la batalla planteada entre lo antiguo y lo nuevo. En medio de todo eso sobrevuelan los conflictos religiosos, éticos, políticos, de género o raciales", añade. "Es algo asombroso y extraño".



Cuando me ofrecieron el papel me quedé desconcertado. "Cuando me llamó John Shanley me sorprendí porque nunca me había visto interpretando ese papel", comenta. "Supe que sería un reto y un trabajo interesante y si John me estaba ofreciendo el papel seguro que tenía un buen motivo. Fue una de esas veces que dices sí porque crees que es lo correcto. Sólo después te das cuenta de lo que realmente conlleva el papel".



Una vez que Hoffman comenzó a rascar en la superficie del papel del Padre Flynn, comenzó a entusiasmarse con el personaje y con la forma en que se revela y a la vez se oculta. "Lo describiría como un pensador moderno", dice. "Tiene una forma de considerar la fe, la religión y a otros temas de la vida que desafía el status quo o la jerarquía de la Iglesia".



Ese enfoque moderno molesta a la Hermana Aloysius mucho antes de que tenga motivos para acusarle de nada, y les convierte en enemigos naturales. Aún así, Hoffman cree que tienen muchas cosas en común. "Creo que se parecen en muchos aspectos", comenta. "Ambos tienen una gran personalidad y ven las cosas a su manera. Ella le ve a él como una amenaza a su modo de vida, a su identidad y a su visión de la Iglesia, mientras que él la ve como una amenaza para lo que quiere transmitir a los feligreses. Y ninguno de ellos está dispuesto a renunciar a sus ideas".



Hay una diferencia fundamental entre los dos. "En realidad la Hermana Aloysius no puede vivir en un mundo de dudas o de incertidumbre. Necesita establecer la diferencia entre el bien y el mal, y establecer unos principios", señala Hoffman, "mientras que el Padre Flynn intenta adentrarse en un mundo desconocido, un lugar nada fácil".

Hoffman cuenta que llegó a sus propias conclusiones sobre la culpa que siente el Padre Flynn, pero que nunca las compartió con Streep ni con Adams y que él, al igual que Shanley, prefiere dejar que el público saque sus propias conclusiones. "Una de las mejores cosas de la película es que en un momento dado, llegas a sentir empatía por alguno de los personajes, y creo que la gente se decantará más por el Padre Flynn", dice. "Es un misterio sin resolver. No siempre es necesario dar una respuesta".



Para preparar el papel, Hoffman pasó algún tiempo en una iglesia católica aprendiendo las tareas de un párroco. "Sobre todo quería aprender la vida diaria de un párroco, sus aspectos más terrenales. También querían conocer con más profundidad la historia de la Iglesia y la transformación que atravesaba en aquellos momentos. Pero en el fondo", se apresura en añadir, "la película no trata de la Iglesia sino de los seres humanos en general. El Padre Flynn y la Hermana Aloysius podrían ser cualquier persona en cualquier otra situación".




El desencadenante de las inquietantes dudas sobre el Padre Flynn es la Hermana James, la joven e idealista profesora que en un principio comparte sus vagas preocupaciones sobre las extrañas reuniones en privado de Donald Miller con el Padre. Nunca estuvo segura que lo que lo que vio tuviese algún sentido. Así que se siente culpable de lo que pasa después. A medida que se recrudece el enfrentamiento entre el Padre Flynn y la Hermana Aloysius, la Hermana James se convierte en un espejo para el público, que intenta dilucidar a través de ella quién tiene razón.



Shanley habla sobre el personaje: "La Hermana James tiene cosas que aprender de todos los personajes de la película, y viceversa. Nadie en la película tiene toda la razón, ni está totalmente equivocado. Todos tienen que cambiar y acaban por cambiar, incluida la Hermana James".



Amy Adams interpreta a la Hermana James. La actriz cosechó una nominación de los Premios de la Academia® por su impactante papel en "Junebug", a lo que siguió su papel protagonista en el éxito Enchanted (Encantada. La historia de Giselle). Lo que convenció a Adams fue el guión de Shanley. "Conocía la obra y me encantó la forma en que la había adaptado para el cine", declara la actriz. "Además me enamoré del personaje y se convirtió en algo que realmente deseaba hacer, así que peleé por el papel":



A Adams le conmovió la decencia de la Hermana James y los cambios internos que atraviesa. "Es alguien que actúa con el corazón, el alma y la fe. Ella cree en el bien", dice Adams, "pero lo que sucede con el Padre Flynn trastoca su sentido de la realidad y de sí misma. Le plantea nuevas preguntas, y comprende que esa pequeña semilla de duda puede cambiarlo todo. No es que pierda la fe, pero el modo en que ve las cosas, la enseñanza, a sí misma o a Dios, ya nunca serán igual. Se da cuenta de que lo que para una persona es cierto, no tiene por qué serlo para otra y a partir de ahí avanza hacia un sentido renovado y profundo de su propia fe".

Durante el rodaje, Adams sintió una gran ansiedad al tener que compartir rodaje con Streep y Hoffman. Algo similar a los nervios que siente la Hermana James al encontrarse entre el Padre Flynn y la Hermana Aloysius. "Trabajar con dos actores tan grandes, de tantísimo talento y carisma era un poco intimidante y me asustaba. Así que dejé que eso se reflejara en la Hermana James", comenta. "La Hermana James quiere contentar a ambos y aprender de ellos. Yo hice lo mismo".



La tensión creada entre los tres acaba por explotar en la "escena del té", en la que la Hermana Aloysius se enfrenta en primer lugar al Padre Flynn con sus acusaciones, mientras que la Hermana James se debate entre la preocupación y la culpa, en una escena que Adams recuerda muy bien: "Tengo que reconocer que la situación era incómoda y extraña, sentía nauseas por culpa de la tensión, y espero que la escena provoque la misma sensación de incomodidad en el público".



Streep, que protagonizará Julie & Julia de Nora Ephron al acabar el rodaje de Doubt (La Duda), también se sorprendió con el talento de Adams. "Hay pocas personas que puedan transmitir auténtica inocencia, que tengan la pureza de la nieve virgen", destaca. "Consigue transmitir los sentimientos de una niña que cree de verdad, y por eso ha llegado hasta donde está. Amy es tremendamente auténtica".



Otra importante influencia en Adams fue la presencia de la Hermana Peggy, en quien se inspiraba originalmente su personaje. Adams afirma que no quería convertirse en la Hermana Peggy sino comprender su verdadera naturaleza. "No estaba interesada en sus peculiaridades ni en imitarla"; dice Adams, "fue su espíritu lo que me llamó la atención. Está tan llena de vida, tiene tal brillo en sus ojos... se puede ver a la niña que hay en ella. Esa era la esencia que quería captar".



También se dio cuenta de que el simple hecho de vestir el hábito le hacía cambiar. Adams dice: "Cuando te pones la toca entras en un universo muy interesante. No tienes visión periférica así que hace que te centres más. Elimina cualquier atisbo de vanidad, y la Hermana James no tiene vanidad. En su alma todo es verdadero, y eso era muy refrescante". "También fue un desafío", admite Adams. "Interpretar a alguien con dudas puede parecer sencillo, pero cuando lo tienes que hacer te das cuenta de lo complejo que es".



Adams admite que Shanley fue de inestimable ayuda para ella y para el resto del reparto gracias a su mente abierta y a su método de aprendizaje. "John no aportó ninguna idea preconcebida", explica. "Nos dejó muy claro que no quería nada de nosotros que ya hubiera visto antes. Estaba abierto a todo lo que fuera descubrir algo nuevo sobre la obra a través de lo que aportáramos. No me forzó a pensar de forma analítica, quería que todo transcurriera en un plano emocional que fue muy sincero".

La parte más inesperada del puzzle de Doubt (La Duda) es la señora Miller, la madre de Donald, que llega a St. Nicholas a instancias de la Hermana Aloysius y sorprende a la Hermana con su insistencia en lo que cree que es necesario para la supervivencia de su hijo. "La señora Miller muestra las enormes dificultades que tiene para sobrevivir tanto ella como sus hijos", dice Shanley.

Cuando hubo que elegir la actriz que interpretase a la Señora Miller, al director le impresionó la audición de Viola Davis, la actriz ganadora de un premio Tony, que también fue nominada para un premio Independent Spirit por Antwone Fisher. "Es una de las actrices con más talento que conozco", declara Shanley.



A pesar de que la señora Miller sólo tiene una gran escena, su enfrentamiento con la Hermana Aloysius es crucial para la historia y crea una red de complejidades y dudas, que hará cambiar a la Hermana más de lo que espera. "Es un momento muy humano que trasciende cualquier época concreta", destaca Davis de su encuentro. "La señora Miller es ante todo una madre defendiendo a su hijo. Ella no va a darle la espalda y decir: 'bueno, es homosexual, no tengo ningún interés en entenderlo así que no me voy a involucrar'. No, ella decide que va a amarle y aceptarle tal y como es, aunque no comprenda lo que está pasando. Creo que en muchos sentidos es el personaje más valiente de la película".

La actriz continúa: "Su vida es un infierno: ve cómo su hijo es maltratado por su padre mientras se mata a trabajar para pagarle el colegio católico. Su única fuente de felicidad es el amor que siente por su hijo. Cuando recibe la llamada de la Hermana Aloysius, teme que pueda desaparecer esa poca felicidad que le queda".



Davis cree que los impulsos del personaje son atemporales, y también que la señora Miller está desorientada por la realidad cultural de 1964. "Sabe que un joven negro y homosexual como su hijo no tiene demasiadas oportunidades. ¿Cuántas podría tener un joven de color en 1964, sobre todo teniendo dudas sobre su sexualidad? Ella supera enormes obstáculos: el odio que siente el padre por el hijo, que ninguna otra escuela lo acepte o que sea acosado y golpeado en el colegio", explica Davis. "Ella ve a la hermana Aloysius como una amenaza. Todo lo que escucha de su boca es: Voy a destruir a tu hijo. La ve como alguien que sólo quiere destrozar sus vidas".



Davis se da cuenta que un enfrentamiento entre un profesor y el padre de un alumno sería muy diferente en 2008, pero la señora Miller no tiene muy pocas opciones aparte de intentar expresar la magnitud y la profundidad de su sufrimiento personal. "Hoy en día, se quejaría abiertamente de la Hermana Aloysius, pero reproduje lo que ocurría en aquella época. Ya que la Hermana no es sólo una monja, sino una mujer blanca. la Sra. Miller sabe que debe intentar otra forma de llegar a su corazón y hacerle saber su punto de vista. Al final, lo que hace es rogar por la vida de su hijo de la mejor forma que cree que puede hacerlo".



Como la Hermana Aloysius se acerca a la Sra. Miller con tanta convicción, observa Davis, la Sra. Miller se convierte en la personificación de sus propias y dolorosas dudas. "Hay muchas dudas en la Sra. Miller que espero vean los espectadores. Duda de si lo que está haciendo es lo mejor para su hijo o si por el contrario le perjudicará de una forma que ella no alcanza a comprender. La Hermana Aloysius le coloca en una posición muy complicada. La Sra. Miller sólo quiere que su hijo termine el año escolar para tener una oportunidad de vivir la vida que se merece. ¿Pero cómo responderá ante las sospechas de la Hermana Aloysius a pesar de que no haya ninguna prueba de que esté haciendo algo malo?"



Davis no está enfadada con la Hermana Aloysius. Más bien es todo lo contrario, se siente fascinada por el viaje que realiza. "La Hermana Aloysius ha estado toda su vida creyendo que las cosas se pueden hacer bien o mal. No conoce ninguna otra forma de vivir y se aferra a eso porque sin ello, cree que moriría. Creo que por eso acaba derrumbándose. Es muy duro para ella. Pero no es malo tener dudas, no es malo sumergirse en lo desconocido. Así es como crecen las personas".



Para Davis, la clave fue dar vida a las palabras de Shanley con toda la confusión, desesperación y vulnerabilidad de una madre que sufre por la durísima situación que vive su hijo. "No quería convertirla en una reivindicación social", afirma. "Quería que fuese una mujer totalmente definida y descubrirla realmente". Para alcanzar ese objetivo, Davis comenta que habló con mucha gente sobre el dilema al que se enfrentaba la Sra. Miller, buscando reacciones auténticas. "Pregunté a varias madres qué harían para salvar a sus hijos si se viesen en circunstancias similares y aprendí muchas cosas de sus revelaciones".



Rodar en exteriores también aportó nuevos matices a la interpretación de Davis. "Cuando estábamos rodando hacía tanto frío que incluso estaba un poco encogida", observa. "También hubo un momento muy privado que rodamos en público, en un complejo de viviendas con muchas personas alrededor, y eso hizo que la escena se viese desde una perspectiva muy diferente. Me ayudó a interpretar la desesperación de la Sra. Miller y sus deseos de hablar de forma privada con la Hermana Aloysius".



Trabajar por primera vez con Meryl Streep fue muy emocionante para Davis. "Me daba mucho miedo, estaba demasiado impresionada", señala, "pero Meryl se portó muy bien conmigo. Es una actriz fantástica y tenía muchas ganas de conocerla. Le daba tanta humanidad a la Hermana Aloysius que me impresionaba. No era sólo una persona dura e implacable, se podía vislumbrar su vulnerabilidad".



Streep dice que fue Davis quien la impresionó a ella: "La Sra. Miller desafía todas y cada una de las expectativas de la Hermana y Viola me pareció perfecta para el papel. Su trabajo fue tan completo y revelador que me resultó duro, porque vi lo expuesta y desesperada que estaba esta madre, y lo sentí mucho por ella".



Sin embargo, de todas las cosas en las que se inspiró, Viola Davis afirma que su mayor inspiración fue lo que Shanley le explicó sobre la Sra. Miller y sobre todos los personajes. "Toda la fuerza y el impacto de esta película estaban en su cabeza", comenta. "Sólo pudo darle vida porque conocía a la perfección a todos y cada uno de los personajes. El ya conocía a la Sra. Miller, y por eso yo pude imaginarla. ". [3]



La producción comenzó el 1 de diciembre de 2007.[4] La película, que se centra en una escuela católica del Bronx, fue filmada en diversas zonas de El Bronx, incluido el College of Mount Saint Vincent y Bedford-Stuyvesant, Brooklyn.[5] Las escenas del jardín exterior fueron filmadas en la histórica Iglesia Episcopal de St. Lucas en los campos en Hudson Street, en Greenwich, Nueva York. La escuela de Lucas fue también muy destacada.

Establecido en 1964 en una iglesia católica en el Bronx, la película comienza con el padre Flynn (Philip Seymour Hoffman), dando un sermón sobre la naturaleza de la duda, señalando que, como la fe, puede ser una fuerza unificadora. Esa noche, la hermana Aloysius (Meryl Streep), la estricta directora de la escuela, discute el sermón en la cena con sus compañeras, las Hermanas de la Caridad de Nueva York. Las cuestiona sobre si alguien ha observado un comportamiento inusual del padre Flynn para dar motivo al sermón del Padre Flynn, y les encarga estar alerta sobre algo raro que vean. La hermana James (Amy Adams), una joven ingenua y maestra en el colegio, observa la proximidad entre el padre Flynn y Donald Miller, el primer estudiante de piel negra aceptado en el colegio. Cierta vez, durante su clase, le piden a Donald que vea al Padre en la Rectoría. Cuando regresa, Donald está angustiado y la hermana James detecta un olor de alcohol en su aliento. Más tarde, mientras sus estudiantes están aprendiendo un baile, ella ve al padre Flynn poner una camisa blanca en el casillero de Donald. Tal como lo pidió la hermana Aloysius, la hermana James avisa de lo ocurrido.



Bajo el pretexto de hablar sobre la Obra de Navidad de la escuela, las hermanas James y Aloysius enfrentan al padre Flynn con sus sospechas de que su relación con Donald pueda ser impropia. Varias veces, el padre Flynn les pide olvidar el asunto porque es algo privado entre el niño y él mismo, pero la hermana Aloysius persiste. El sacerdote cede, y revela que Donald había sido atrapado en el altar bebiendo vino. Había accedido a proteger al estudiante y permitirle seguir siendo un monaguillo a condición de que nadie más descubra su transgresión. Después de haber sido obligado a revelar la verdad, el padre Flynn le dice a las monjas que está decepcionado de cómo manejaron el asunto y que ahora tendrá que expulsar a Donald del grupo de los monaguillos.



Inicialmente, la hermana James se convence de la inocencia del padre Flynn, pero la hermana Aloysius no opina de la misma manera y sigue creyendo que hay algo inusual en esa relación. Más tarde la hermana James se enfrenta al padre Flynn acerca de la camiseta que vio esconder en el casillero de Donald, detalle que no reveló a la hermana Aloysius. Al discutir sobre la relación, las dudas de la hermana James son sosegadas.



La hermana Aloysius revela a la madre de Donald sus sospechas. La Sra. Miller (Viola Davis) le contesta sorpresivamente que debería dejar pasar el asunto pues todo terminará cuando su hijo vaya al bachillerato. La Sra. Miller cree que su hijo es gay, y que, para protegerlo de su abusivo y homofóbico padre, se debe cerrar el asunto.



A pesar de no tener pruebas y sin el apoyo de la madre de Donald, la hermana Aloysius exige al padre Flynn que diga la verdad o acudirá a sus superiores. El padre Flynn repite que no hay una relación ilícita, pero la hermana Aloysius afirma que ella sabe del historial de problemas que posee, después de que lo hubiesen trasladado a tres diferentes parroquias en cinco años. Ella menciona haber contactado a una monja en una de las previas iglesias, quien corroboró sus dudas. El padre Flynn, furioso por lo que ha pasado, le reprocha haber contactado a la persona equivocada, que debió haber contactado a un sacerdote en lugar de la monja. La hermana Aloysius le exige que renuncie. Incapaz de hacer frente a la voluntad y determinación por destruirlo, él cede.



Tras el último sermón del Padre, las monjas se reúnen en el jardín de la iglesia. La hermana Aloysius confiesa que, aunque el padre Flynn dejó el colegio, le han dado una parroquia más prestigiosa con su escuela, de hecho, una promoción. Ella revela que mintió acerca de hablar con una monja de alguna antigua iglesia. La hermana Aloysius repite una línea citada antes de que se descubriera el problema: «En la búsqueda del mal, uno se aleja un paso de Dios pero se acerca uno más a su servicio, añade que existe también un precio. Aloysius rompe en lágrimas y le dice a la hermana James: «Tengo dudas».[6]

‘La Duda’ en días donde los estrenos y éxitos están marcados por la pirotecnia de Hollywood, ‘La Duda’ logra provocar mucho mas que otras producciones con mucho menos. Actuaciones duras y geniales, una historia compleja y una dirección sobresaliente puede más que los efectos especiales.



Dirigida por John Patrick Shanley, no es difícil enterarse que esta película esta basada en la obra de teatro del mismo nombre, también escrita por Patrick Shanley. Se nota en el poder de las actuaciones por sobre el escenario, de la historia que invita a los asistentes a participar, a fruncir el ceño y decidir. Ahí es donde está el gran fuerte de ‘La Duda’, no solo los personajes son los que están inmersos y complicados por lo que ocurre, si no que también nosotros nos internamos y sacamos nuestras propias conclusiones.



Protagonizada por Meryl Streep, Philip Seymour Hoffman, Amy Adams y Viola Davis, todos nominados al Oscar por su actuación en esta película, ‘La Duda’ cuenta una historia que ocurre dentro de un estricto colegio en los 60. En él, la hermana James (Amy Adams) sentirá más cercanía por la amable actitud del Padre Flynn (Philip Seymour Hoffman) en vez de la rígida personalidad de la directora del colegio, la Hermana Aloysius Beayvier (Meryl Streep).



Sin embargo esta imagen cambiara cuando la hermana James note que el Padre le está presentando especial atención al joven estudiante Donald Miller, el primer afro americano del colegio. Esta protección brindada por el cura, junto a otros detalles, provocan la alerta de James quien acude a la hermana Beayvier, preocupada de que el Padre pudiera estar abusando del menor.



En adelante, bajo esta sensación de falta de suspenso pero donde, sin dudas, existe una fuerte presencia de la tensión, vemos la constante lucha de la hermana Beayvier (Streep) en busca de la verdad tras lo que ocurre con el padre Flynn y el joven Miller. Historia donde no tenemos confirmaciones y, más importante aun, no poseemos mayor información de la que manejan los mismos personajes.



Por eso es que ocurre que nosotros como espectador tomemos de diferente forma las reacciones, las acciones y las declaraciones de los personajes. Una hermana Beayvier que va a la caza de la verdad, sin mayor razón que la certeza de saberse en lo correcto. Un padre Flynn a veces simpático, carismático pero de vez en cuando misterioso y pospechos y una hermana James compasiva, tierna e ingenua.



Una constante lucha entre las caras de la iglesia, que a pesar de contar con tan pocos escenarios, el poder de la actuación puede por sobre todo lo demás. No es una gran obra maestra, pero sin lugar a dudas es una película que vale la pena ver y juzgar. Más que nada, hay que ver esas grandes actuaciones, son impagables.






Este film nos traslada al neoyorkino barrio del Bronx y al año 1964. En el colegio religioso de St. Nicholas, ejerce un vibrante y carismático sacerdote llamado Padre Flynn. Además, está intentando cambiar las estrictas costumbres de la escuela, que han sido celosamente custodiadas durante largo tiempo por la Hermana Aloysius Beauvier, que cree en el poder del miedo y de la disciplina. Pero los vientos de cambio político soplan en la comunidad y la escuela acaba de aceptar al primer estudiante negro, Donald Miller. Pero, la cierta calma que reina en el colegio se verá rota cuando la Hermana James, una inocente optimista, comparta con la Hermana Aloysius su sospecha de que el Padre Flynn está prestando demasiada atención a Donald. A partir de ese momento, la Hermana Aloysius se lanzará a una cruzada personal para desenterrar la verdad y expulsar al Padre Flynn de la escuela. Eso si, sin ninguna prueba más que su certeza moral. Así pues, la Hermana Aloysius entablará una batalla de voluntades con el Padre Flynn, la cual amenazará con fracturar a la comunidad con irrevocables consecuencias.



Así comienza un este largometraje que a muchos puede que os recuerde al realizado por Norman Jewison en 1985 llamado “Agnes de Dios”, pero mezclado con ciertos aspectos argumentales de ese otro gran clásico que es “La calumnia”, dirigida por William Wyler basada en la obra de Lillian Hellman, en la que el trío fue James Garner, Shirley McLaine y Audrey Hepburn. Es un film soberbio, que versa sobre el poder de la duda, y en cierta manera es cierta la tesis del film: “a veces une más el poder de la duda, que el de la fe”. Pero es más compleja esta trama, porque realmente estamos ante una historia que trata, además, sobre la búsqueda de la verdad, la lucha que surge en los momentos de cambio social, así como sobre las devastadoras consecuencias de impartir una justicia ciega sólo basada en férreas convicciones morales. Pero a su vez, todo es más complejo de lo que parece, porque llega un momento del relato en el que los personajes hablan encima sobre la confianza y la fe. Pero por encima de todo ello, John Patrick Shanley, le da una patina de thiller, teniendo en un vilo al espectador hasta el último momento del metraje, donde tiene lugar una de esas catarsis, que a más de uno le pondrá los pelos de punta.

Este largometraje puede que sea el vehículo para que Meryl Streep pueda emular a la actriz Katherine Hepburn, porque de momento se ha colado en la carrera a los Oscars, y si lo consigue empatarán en número de estatuillas conseguidas. La verdad es que el papel lo merece, encima, lo borda, está estupenda, además le dota de toda una serie de dobleces a su personaje con la portentosa interpretación. Pero es que además, las réplicas de Philip Seymour Hoffman, Amy Adams y Viola Davis están a la altura, así el espectador podrá ver lo que denominamos auténticos trabajos de actor. Es que la fuerza de todo el elenco es brutal, y es lo que hace que el film sea soberbio.



Mención a parte merece la banda sonora que ha creado Howard Shore, puede que este sea uno de sus trabajos más complicados, porque se aleja por completo de los acordes viscerales creados para Cronenberg, así como de los épicos que elaboró para Jackson en su momento. Le obliga al autor a moverse con soltura entre la atmósfera de inocencia juvenil a la intensa batalla ideológica, y además matizar los momentos de suspense dramático. Logrando así, y no me duelen prendas en decirlo, la que pueda que sea su mejor composición hasta el momento.

Se merece la pena ver este film que os planteará dilemas morales, porque astutamente sitúa la trama dos años después de que se celebrara el Concilio Vaticano Segundo convocado por Juan XXIII, que derivó en toda una serie de grandes reformas, que acabó con una cierta modernización de la Iglesia, adaptándola a las necesidades de su tiempo. Además, puede que os remueva creencias profundas, escalas de valores, llevándoos con mano firme a un espectacular desenlace, que a nadie dejará indiferente, y que a buen seguro creará una fuerte sensación de desazón, sobre todo en aquellas personas que crean que en la vida lo tienen todo muy claro, porque realmente el mundo es más gris de lo que parece, porque no existe la plena certeza sobre las cosas.[7]



Olvidémonos un momento de la iglesia y centrémonos en el gran tema planteado en la película: la duda. Más bien, la oposición duda – certeza. O también, la imposibilidad de toda certeza de imponerse como tal, sin dejar al menos una pequeña grieta para que la duda se presente.

Por supuesto, un tema tan espinoso como la pedofilia es un botón rojo que muchos se verían tentados de presionar con fuerza. Pero Patrick Shanley, director original de la obra y también director de su adaptación cinematográfica maneja el tema con la mayor de las sutilezas, dejando que el espectador construya el sentido a partir de los indicios que se nos van entregando a lo largo del film en vez de presentarlo para su fácil digestión.



Todo sucede en una iglesia/escuela del Bronx en el año 1964. En principio, tenemos una tríada de personajes más que interesante, y que gracias a sus enormes capacidades actorales, evitan caer en el estereotipo. ¿Por qué digo esto? Bien, tenemos por un lado a la hermana Aloysius (Meryl Streep), la directora que lo controla todo con mano más que firme. El padre Flynn, (Seymour Hoffman), vendría a ser la contrapartida progre del personaje de Streep. Y Amy Adams, de alguna manera en el medio, interpreta a una dulce, e inocente y tal vez un poco ingenua monja novata, la hermana James. Fácilmente todos podrían ser parodias de si mismos, y así suena si decimos que los personajes son una monja estricta, un cura carismático y una joven ingenua. Pero nada más lejos de la realidad, y de esto sí no hay duda.

Cuando surge la motivación principal de conflicto en el film, esto es, la posibilidad de que el padre Flynn haya tenido una relación inapropiada con uno de sus monaguillos, para colmo el único chico negro, se suma un cuarto personaje: la madre del chico en cuestión, una superlativa Viola Davis. Su papel, aunque breve, como la madre de Donald Miller aporta aún más peso dramático a un film que ya de por sí es un absoluto duelo actoral.



Pero no se trata de un mero ejercicio de confrontación entre figuras, el film va mucho más allá, poniendo en evidencia mecanismos de funcionamiento de la iglesia que a su vez son la expresión de un síntoma mucho mayor. Al final, es cierto, nosotros tampoco como espectadores podemos establecer certeza acerca del conflicto. ¿Es el padre Flynn inocente o no? Evidencia es posible encontrar que justifiquen ambas posturas, y de alguna manera el personaje de Amy Adams, algo opacado por la pareja protagonista, viene a ser la expresión en la historia de la duda del espectador. Y volvemos al título entonces, ya que el síntoma que aqueja a la hermana Aloysius es naturalmente la imposibilidad de establecer su certeza a costa de todo. Incluso tal vez, a costa de su propia moral.[8]



Una pega que presenta el film, es lo poco católico que parece. De acuerdo, hay monjas, sacerdotes y monseñores, iglesias y sacristías, el vino de misa escamoteado, alusiones a la confesión. Y se plantean dilemas morales. Pero llama la atención lo poco piadosos que son los personajes, o detalles como la omisión de referencias a las escrituras en la homilía dominical, hasta el nombre de Jesús brilla por su ausencia a lo largo del metraje. Parece que Shanley se educó en una escuela católica, e incluso dedica su film a una religiosa que conoció allí. Pero la sensación es de una visión voluntariosa de los ambientes católicos, pero pobre e incompleta, e incluso artificial, véase el contraste entre la silenciosa comida de las monjas, y las risotadas de los amigos sacerdotes, algo poco creíble.



Pero yendo al meollo argumental, hay que decir que el cineasta sabe montar bien el mecanismo de dudas e intercambios verbales entre los personajes, y juega bien con el deseo de conocer la verdad del espectador, artificio que logra mantener el interés. El riesgo es que este espectador desea que le satisfagan las dudas creadas, y en este sentido la resolución puede desconcertar, aunque se intente explicar por una coherencia exigida por el tema central de la duda que reconcome. En cualquier caso el director subraya la imposibilidad de conocer lo que hay dentro del corazón de cada persona, allí sólo tienen acceso Dios y esa misma persona.
Shanley parece querer denunciar una posición de inferioridad de la mujer en la Iglesia. Así, es significativo el momento en que el padre Flynn ocupa la silla de la hermana Aloysius en su mismo despacho, como subrayando su posición superior. En fin, late la vieja cuestión del sacerdocio femenino, imposible entre los católicos, y que algunos interpretan como síntoma de una organización machista. Curiosamente, la película viene a demostrar que las mujeres mandan, de otra forma; en definitiva, lo que importa es la superioridad moral y no la del cargo, en el fondo unos y otras están para servir a todos los fieles. La cuestión de la posición de la mujer en la sociedad también está bien presente en la terrible escena que comparten la hermana Aloysius y la madre del chico que podría haber sufrido abusos, donde salen a la luz la violencia doméstica, y los carros y carretas que puede alguien llegar a tragar para salir adelante.[9]



Temas como la pedofilia y el abuso sexual de menores, sin dudas, se han convertido en uno de los principales flagelos a combatir en el mundo entero en el último tiempo y la verdad que es una realidad de la cual casi nadie puede quedar aislado o sin conocimiento porque ha ido creciendo el número de casos que los denuncian y que claro llegan a nosotros muchas veces gracias a la difusión que de ellos hacen los medios de comunicación.



Aunque la película La Duda que se estrena hoy en suelo argentino no propone un drama que se desarrolla en la actualidad como estos casos que les comentaba, sino a mediados de la década del sesenta donde las libertades eran más acotadas, igual se les parece bastante.



Streep interpreta a una severa, autoritaria e intolerante directora de un colegio del Bronx y su coequiper en la cinta, Philip Seymour Hoffman, al capellán de la escuela y por cierto bastante progresista para la época y para la directora que le tocó en suerte. En tanto, esa familiaridad, respeto, cariño y calidad humana con la cual trata a los chicos de la escuela y especialmente a uno de origen negro al cual sus compañeros se encargan de martirizar, harán que las suspicacias se apoderen de la directora y que ponga en duda las intenciones del joven capellán.



Dirigida por John Patrick Shanley y basada en la obra de teatro homónima escrita por el director, La Duda, propone reflexionar sobre una temática adulta de la cual todos debemos estar enterados y prevenidos.[10]



¿Cuál es la duda de La duda? Dado que sus protagonistas son religiosos, uno pensaría que es de orden teologal. Pero no es el caso. Visto que transcurre en 1964, en medio de las polémicas del Concilio Vaticano II, podría referirse a los debates sobre la naturaleza de la fe. Tampoco es el caso. Puesto que se trata de religiosos a cargo de una comunidad, podría ser de orden pastoral. Esto es un poco más, aunque no del todo. Y en vista de que estos protagonistas también conducen una escuela básica, podría tratar de la pedagogía y la moral. Y esto sí es, en una medida dominante, el material de esta película.



En La duda se tiene la sensación continua de bajar una escala: no la que conduce a las zonas más profundas de la humanidad, pero sí a algunas de las más oscuras, aquellas que no producen los debates más trascendentes, sino más bien los que llenan los noticiarios. Se baja de la teología a la pedagogía tanto como se baja de la moral a la sospecha.






En La duda se enfrentan el padre Brendan Flynn (Philip Seymour Hoffman), párroco y profesor de una escuela católica, con la hermana Aloysius Bouvier (Meryl Streep), una mujer viuda que se ha hecho monja tras perder a su marido en la guerra. Mientras el padre Flynn prodiga una pedagogía de la cercanía con los niños −una que se vuelve volublemente ambigua−, la hermana Aloysius impone el imperio de la autoridad. Uno parece más sensible al perdón, la otra más proclive al castigo. Para dotarlos de matices, el guión les confiere ciertas concesiones −alguna piedad para la hermana Aloysius, alguna frivolidad para el padre Flynn− y dos mediadores: la hermana James (Amy Adams), cuyas sospechas desatan el drama, y la madre de un niño negro, la señora Miller (Viola Davis), que pone la desesperación social en el centro del mismo.



En lo esencial, estos son sujetos que tienen mucho que esconder. Nunca se sabe muy bien lo que ocultan: están demasiado cercados por las normas sociales y por sus propios pasados como para que puedan revelarlo. No es que duden (de hecho, no lo hacen sino hasta que es demasiado tarde): es que tienen certezas muy fuertes, pero escondidas. Los motivos sexuales están en la epidermis de esas tensiones, pero no terminan de emerger abiertamente.



El director John Patrick Shanley es un destacado dramaturgo estadounidense y ganó un Pulitzer por esta pieza. En el cine, sólo dirigió en 1990 una de las más extrañas películas de esos años, Joe contra el volcán, y hay un solo momento de La duda −una olvidable metáfora sobre el rumor armada con un cojín− que recuerda las excentricidades de aquella. Lo que mejor hace esta película es mantener ese espeso velo que impide formar juicios fáciles sobre los personajes, un velo que también se construye con el estilo sobrio, de interiores, de cámara, que Shanley escogió para este segundo debut en la dirección. [11]






CITAS:
[1] http://www.lecturalia.com/blog/2009/02/14/la-duda-de-john-patrick-shanley/
[2] http://www.lahiguera.net/cinemania/pelicula/3385/comentario.php
[3] http://www.lahiguera.net/cinemania/pelicula/3385/comentario.php
[4] Pincus-Roth, Zachary (19 de abril de 2007) «Meryl Streep and Philip Seymour Hoffman to Star in Doubt Film» Playbill
[5] Doubt - Movie Reviews». Rotten Tomatoes (30 de diciembre de 2008). 
[6] http://es.wikipedia.org/wiki/Doubt
[9] http://www.decine21.com/peliculas/La-duda-15133
[10] http://www.cinemanet.com.ar/duda-pelicula-doubt/
[11] http://blogs.elmercurio.com/revistasabado/2009/03/07/cine-la-duda.asp

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