1. LUC JACQUET
1.1. BIOGRAFIA
Luc Jacquet nació el 5 de diciembre en Bourg-en-Brasse. Desde su infancia, Luc Jacquet ha pasado mucho tiempo recorriendo las montañas del Ain (al sur del macizo montañoso francés del Jura). Primero siguiendo los pasos de su familia que le transmitió la pasión por la Naturaleza, y luego por su propia cuenta por amor a la aventura y a los descubrimientos. El mismo confirma que le gusta "perderse", deambular por los bosques, por el solo placer de descubrir cosas nuevas. Así aprendió a sumergirse en la Naturaleza para observar el mundo secreto de los animales y las plantas a través de las estaciones.
De estudiante, le interesó el plano científico. En 1991 se licenció en biología animal por la Universidad Lyon I. En 1993, hizo una tesis en Gestión del Habitat Natural en las Montañas que presentó en la Universidad de Grenoble. Durante su formación como científico, participó en muchos viajes de campo cuyo fin era estudiar el comportamiento animal y la ecología de las especies. Fue durante su formación científica cuando tuvo la oportunidad de realizar su primer viaje a la Antártica que duró 14 meses. A los 24 años, se embarcó en una misión ornitológica polar del CNRS (Centro Nacional de Investigaciones Científicas) y vivió en la base francesa Dumont d´Urville. Durante esta misión, también desempeñó labores de cámara para la película El Congreso de los pingüinos del productor suizo H.U. Schlumpf. Fue allí donde descubrió su pasión por las imágenes: abandonó el programa científico y, alentado por H.U. Schlumpf, inició su carrera cinematográfica como cámara de documentales de vida salvaje. Después de ser cámara y ayudante de dirección, Luc Jacquet se pasó a la dirección. La mayor parte de sus documentales los dirigió en la Antártica o en las islas del Sur: fascinado por esas tierras mágicas, pasó un total de tres años a 40 grados latitud sur. ( http://www.hoycinema.com/biografia/Luc-Jacquet.htm
1.2. FILMOGRAFIA
• El viaje del emperador, 2005, Escriya y dirigida, Oscar al mejor documental en 2005
• El Zorro y el Niño . 2007
1.3. ENTREVISTA -
Luc Jacquet: “En cine, todo consiste en la forma de mirar”
- Es 'Una amistad inolvidable' una forma de reencontrarse con su infancia en las montañas de Ain?
De pequeño me pasaba la vida recorriendo el bosque. Cogía mi mochila, un palo y me lanzaba a la aventura. Cualquier excusa servía para internarme en la Naturaleza... las setas, las nueces, las moras, ver el Mont Blanc desde la cumbre de una montaña. Empecé a crear un mundo para mí solo, donde levantaba la cabeza y podía disfrutar mirando y escuchando cantar a los pájaros. ¡Un día me encontré con un zorro y treinta años después he hecho una película sobre ese encuentro!
Todo empieza con una emoción muy sencilla: el encuentro con un animal salvaje, que va desarrollándose hasta tomar la forma de un cuento. Resulta difícil contarle a alguien que un acontecimiento tan banal como ese puede marcar a una persona para siempre.
Hace mucho tiempo que quería contar ese encuentro que sigue increíblemente vivo en mi memoria. Y por fin llegó el momento de compartirlo, y mostrar el lugar donde crecí, las montañas de Ain.
-¿Recuerda su primer encuentro con el zorro?
Nunca podré olvidarme de ese momento. Era primavera, la estación de mis setas favoritas, las setas de San Jorge. Entre en un gran claro rodeado de abetos. El zorro no me había visto ya que estaba concentrado en cazar. Nunca había observado a ninguno durante tanto tiempo. Y sentí la incontrolable necesidad de acercarme a él. Cada paso que me acercaba a él era un triunfo. Cuanto más cerca estaba más miedo me daba que saliera corriendo. Lo recuerdo perfectamente. Aún hoy siento la misma emoción de aquel día. Se volvió y me miró con una intensidad que me estremeció y después desapareció. Esa es la primera escena de la película.
-Y tal y como se ve en la película, ¿se miraron a los ojos?
Fue un momento en el que el tiempo pareció pararse. Me encantó ese momento de enorme tensión. ¿Por qué se quedó un momento a pocos pasos de mí? Tendría que haber salido corriendo. La regla se había roto, pero en el espacio de un segundo, se produjo un intercambio, una comunicación entre dos mundos, entre dos seres diferentes pero también similares.
-¿Y cómo se pasa de un recuerdo a una película?
Después de 'El Viaje del Emperador' y del los campos helados del Antártico, quise contar algo que ocurrió al lado de mi casa, en los prados y en los bosques. Lo cierto es que no necesitamos ir muy lejos para maravillarnos, todo consiste en la forma de mirar.
Llega un momento en que sientes la necesitad de compartir tus emociones. Soy padre de dos niñas pequeñas con las que suelo ir a pasear por esos paisajes montañosos. Intento transmitirles las placeres que brinda la Naturaleza: emocionarte con lo inesperado, tener curiosidad para adentrarte en un camino que encierra el principio de una historia.
Tengo la sensación que hoy en día hemos olvidado la capacidad de maravillarnos. Hemos perdido esa conexión íntima con la Naturaleza. Es algo casi exótico para los urbanitas en los que nos hemos convertido. Tuve la suerte de crecer en un ambiente rural tradicional, de recorrer el mundo, de vivir en grandes ciudades y de explorar la Naturaleza desde un prisma científico. Hoy el cine me da la posibilidad de integrar todas esas experiencias y compartirlas con los demás.
-¿Es este película la continuación lógica del éxito de El Viaje del Emperador?
Hace mucho tiempo que deseo hacer este proyecto. Escribí la sinopsis de Una amistad inolvidable mucho antes que El Viaje del Emperador. Después de toda la locura de la promoción y los premios, me gustó mucho desarrollar un proyecto personal que estaba suficientemente maduro. No necesitaba preguntarme si iba a ser mejor o peor que la Marcha de los pingüinos. El éxito me dio la oportunidad de contar una historia de pequeños momentos de felicidad, pero que paradójicamente exigía unos recursos considerables.
-¿Le sirvieron sus primeras reflexiones para realizar con éxito esta película?
Lo primero fue encontrar los paisajes de esta historia. Quería rodar la película en montañas de altitud media, que fueran convirtiéndose en paisajes más suaves, sin ser demasiado salvajes. Jérôme Bouvier hizo las primeras búsquedas de localizaciones. Viajó por Europa con el objeto de descubrir sitios asombrosos, donde hubiese muchos zorros y grandes bosques. En Francia empezamos por la zona de Haut-Doubs hasta llegar a Chartreuse. Después fuimos a Noruega, Eslovenia, Rumanía y Hungría antes de acabar en Italia.
Al final decidimos rodar en dos regiones: en Ain, alrededor de la meseta de Retord y en los Abruzzios, en el centro de Italia.
La meseta de Retord era el paisaje que recorrí de niños; conocía cada metro cuadrado en un radio de 20 kilómetros. El equipo me convenció para rodar allí. Yo no era capaz de ver lo que tenía delante de las narices.
La segunda localización de la película es el parque nacional de los Abruzzios. Es un lugar increíble, una de las zonas protegidas más antiguas de Europa, en la que todavía viven zorros, osos y especies salvajes europeas. Estos animales viven en bosques de hayas y de árboles trasmochos con formas fantásticas, que han alcanzado tamaños increíbles con el paso de los siglos.
-Cuéntenos algo del equipo que le acompañó en esta aventura.
Para contar el recuerdo infantil de un niño que se sienta en la hierba, necesitamos casi 40 personas de forma permanente.
La originalidad residía en la composición del equipo: algunos venían del documental, otros de la ficción tradicional, como Gérard Simon, el director de fotografía, u otros del campo del cine de naturaleza francés como mi ayudante Vincent Steiger que viaja por el mundo organizando rodajes como Los pájaros viajeros o El último trampero. La dificultad residía en combinar la flexibilidad del documental con las restricciones que impone la ficción. (http://entrevistas.cine.hispavista.com/n104-luc-jacquet-en-cine-todo-consiste-en-la-forma-de-mirar)
2. LA MARCHA DE LOS PINGÜINOS
La Marche de l'empereur, titulada El viaje del emperador en España y La marcha de los pingüinos en Hispanoamérica, es una película documental dirigida por Luc Jacquet.
2.1. SINOPSIS
Este largometraje documental narra la reproducción de los pingüinos emperador en medio de una naturaleza inhóspita que los obliga a desarrollar un complejo ritual para protegerse del frío, empollar sus huevos y alimentar a sus pequeñas crías. Primer largometraje de Luc Jacquet, tuvo una larga y difícil producción, durante la cual se rodaron muchos metros de película. Gracias a ello y a un guión bien estructurado, el resultado es a la vez divertido y emocionante.
La película muestra los viajes anuales de los pingüinos emperador de la Antártida. En otoño, todos los pingüinos en edad reproductiva (de más de cinco años) dejan el océano, su hábitat habitual, para iniciar un viaje hacia el interior de la Antártida hacia sus lugares de anidamiento y reproducción ancestrales. Allí los pingüinos comienzan el cortejo que dará lugar a una nueva vida. Para que los pollitos sobrevivan sus padres han de hacer varios viajes desde el lugar de anidamiento hasta el océano, donde capturan la comida, a lo largo de varios meses.
El rodaje de la película, realizado en los alrededores de la base científica francesa de Dumont d'Urville en Tierra Adelaida, duró un año.
2.2. FICHA TÉCNICA
La marche de l'empereur
Título (España): El viaje del emperador (Hispanoamérica): La marcha de los pingüinos
Dirección Luc Jacquet
Producción Ilann Girard, Yves Darondeau, Christophe Lioud, Emmanuel Priou
Guión Luc Jacquet, Michel Fessler
Música Emilie Simon
Fotografía Laurent Chalet, Jérôme Maison
Reparto pingüinos emperador
País(es) Francia
Año 2005
Género Documental
Duración 85 minutos
2.3. COMENTARIOS
En La marcha de los pingüinos, el documental de Luc Jacquet que ganó el Oscar 2005 en su rubro, podemos encontrar dos películas. La que propone su lenguaje visual es libre, atractiva, poderosa, sutil, emotiva. La que llega de la mano de su discurso oral, en cambio, no podría ser más sentenciosa, conservadora, pretenciosa ni grosera. Y así como una expresión se contradice con la otra, sembrando el terreno de ambigüedades nada positivas, es gracias al poder de un género como el de aventuras que los aciertos se sobreponen a las falencias, en un film que gana homogeneidad por la complicidad que genera con el espectador y por la honestidad moral y ética de sus protagonistas: los pingüinos emperadores.
De más está hablar de la proeza que ha significado para el equipo técnico el rodaje de este documental, y allí están las imágenes –de las que se hace un uso extremadamente bello– para comprobarlo. Durante un año, Jacquet y su unidad de producción de National Geographic siguieron en la Antártida el ritual que cumplen los pingüinos emperadores para reproducirse y continuar su especie. La marcha en realidad son varias marchas, que realizan tanto el macho como la hembra en busca de alimento para la cría que con suerte nacerá del único huevo que empollan durante el proceso de procreación. Observar el esfuerzo que requiere semejante empresa es una experiencia que cala hondo y emociona sin necesidad de falsedades o golpes bajos. Tres meses sin comer, empollando un huevo, con la posibilidad de que la cría nazca muerta o a los pocos días de vida sea devorada por algún miembro más fuerte de la cadena alimenticia. La naturaleza desatada.
La marcha de los pingüinos expone una sociedad organizada, que a simple vista se construye horizontalmente y sin líderes natos. La solidaridad y la amabilidad se resumen en ese largo invierno en el que, para mitigar el frío, deben dormir amuchados unos contra otros. Pero también, en la brutalidad y el primitivismo con que cada acto es llevado a cabo, se irá definiendo parte de la identidad de estas criaturas. La escena del apareamiento es magistral, con un erotismo que hace transpirar la pantalla. La sensualidad de ese instante mágico condensa no sólo el material de estudio, sino la fuerza de unas imágenes hipnóticas.
Pero a Jacquet una –digamos– iluminación le hizo sentir que no era suficiente con lo que se veía; que además era necesario un discurso oral que no sólo sobreexplicara lo que ya se entendía sin palabras, sino que agregara un punto de vista que funcionase como una alegoría sobre la humanidad. Así surgió la idea de ponerle voz en off a la “conciencia” de una pareja de pingüinos y a una de sus crías (aunque en la versión estadounidense hay una sola voz en off, con tono de narrador clásico y aportada por Morgan Freeman). Más allá de lo intrínsecamente ñoño del recurso, lo peor es que las metáforas que viabiliza son burdas y conservadoras. Y sobre todo falsas, porque le endosan al “punto de vista” de los animales una carga moral y ética forzada, artificial.
Entonces, a cierto individuo que se pierde en la fila y queda a la deriva le será adjudicado el “pecado” de ir contra la corriente; la monogamia que practican estos bichos será repensada como una forma de vida ideal y necesaria; una pareja que pierde torpemente el huevo tan preciado será tachada de joven e irresponsable, y así. Todas las cosas son bien claras y habrá “mamá” y “papá” como Dios manda; es decir como conceptos estancos y sin vuelta de hoja. Si se tiene en cuenta que todo viene empaquetado como cuento para niños, da un poquito de escozor. Porque lo que se escucha es excesivamente aleccionador y condenatorio para con las conductas que se supone “inapropiadas”.
Semejante mezcla entre lo visual y lo oral hace que en un momento no se pueda distinguir qué se superpone a qué (a veces da la impresión de que lo oral está allí para resignificar lo visual; otras, uno siente que lo visual busca continuamente contradecir lo que se oye). En cualquier caso, el mayor placer radica en la posibilidad de decodificar el film a partir de la simbología genérica: el documental está narrado como si de un film de aventuras se tratase, con aires de western donde el contexto marca a fuego la personalidad de sus integrantes, y donde la unidad del grupo es puesta a prueba constantemente en un viaje plagado de peligros. Tampoco parece aventurado ver en las escenas subacuáticas un remedo de las películas de submarinos (allí está el lobo marino enemigo, dormitando suspendido a la espera del ataque). El drama, la emoción, el riesgo protagonizado por pingüinos –esos inventores del humor slapstick– también da lugar a la comedia (¿no es también una respuesta natural a tanto film animado con animales?).
Si hacemos a un lado la mentada distorsión que se genera entre lo visual y lo oral, La marcha de los pingüinos funciona estupendamente como una atrapante historia de supervivencia que juega con la incredulidad del espectador. Y en la que, como siempre, la influencia humana condicionará los resultados. Así en el cine, como en la vida. Tal vez sea esa, y no otra, la auténtica enseñanza que deja este documental. (http://www.cineismo.com/criticas/marcha-de-los-pinguinos-la.htm)
Quiero darle un gran aplauso a Luc Jacquet por su excelente trabajo. El tipo estuvo un año en el frío de la Antártica, viviendo y filmando al famoso Pingüino Emperador, el más grande de todos los pingüinos. El único cuya época de reproducción es precisamente durante el infernal invierno antártico (quién sabe por qué). Pingüino que vive su vida sufriendo y luchando contra el frío, haciéndose camino para sobrevivir en uno de los lugares más hostiles de este mundo. Y siempre marchando. Notable.
Qué increíble criatura que es el pingüino. ¿Sabías que los “Tux” machos llegan a resistir hasta cuatro meses sin comer, esperando que vuelvan las hembras con la comida? ¿Y que durante todo ese tiempo protegen a sus crías con el calor de sus estómagos, hasta que los mini pingüinos son capaces de defenderse del frío antártico? Y esto es apenas la punta del iceberg.
Una recomendación: tienes que ver esta película. Échale un vistazo al resto de las fotos.
Repito: no se pierdan esta película. Además de los pingüinos, hay unos paisajes increíbles.
Este documental francés es un verdadero canto a la vida y a la ayuda mutua con el fin de proteger el huevo del que nacerá su cría. Con hermosas vistas de la Antártica, somos espectadores de cómo el pingüino emperador emerge del agua a principios de marzo para caminar un largo trecho de 70 millas, donde encontrará a su pareja (monógamos por toda la estación) y después de un tierno apareamiento producirán un huevo que será cuidado delicadamente por ambos y, mientras el macho lo cuida y lo empolla, la hembra hace el viaje de regreso para conseguir comida y retornar antes de que su pareja y su cría mueran de desnutrición o por la acción de los depredadores.
La cinta tiene un gran valor debido al testimonio de esta especie que, con una fortaleza increíble y a punto de desfallecer, protegen con todas sus capacidades el huevo que pronto se convertirá en un pingüino. Una actitud en defensa de los no nacidos que podría avergonzar a muchos que pretenden legalizar el aborto en los humanos.
Cada año en la Antártida da comienzo un emocionante y hermoso viaje. Cientos de miles de pingüinos emperador abandonan la seguridad del océano para adentrarse en la desértica tierra helada. Una región tan dura y extrema que ningún otro ser vivo se atreve a habitar. Toda la comunidad de pingüinos marchan a través de este difícil paisaje de hielo con resolución y valentía. Uno de los documentales más exitosos de la historia del cine. Ganadora del Oscar al mejor documental, ha cosechado premios por donde quiera que la cinta se presenta, además de lograr un éxito de taquilla poco habitual para este tipo de películas. “La marcha de los pingüinos” es un hermoso documental francés que triunfó en el difícil mercado estadounidense y ya lleva más de 12 millones de espectadores en todo el mundo Realizada por un equipo a cargo del realizador francés Luc Jacquet – que pasó más de un año en la Antártida y con apoyo de equipos de la National Geographic- la cinta narra la heroica marcha que años tras año llevan a cabo los pingüinos emperador hacia el interior de la Antártica. Es en el transcurso de esta peregrinación donde se llevan a cabo los procesos naturales de la vida como el apareamiento, la reproducción, la muerte y una vez más la vida.
La soledad abismal de los hielos es testigo de los rigores que la cuadrilla de pingüinos deben sufrir para construir la vida en medio de la nada. Sobrecogedora en su aspecto visual y emotivamente narrada, “La marcha de los pingüinos” destaca por la belleza de imágenes, y por mostrar los milagros de la naturaleza de manos de unos pingüinos que pareciera que actuaran para la cámara. Es una película ideal para toda la familia que permite asomarse por un rato al lado más amable de la naturaleza.
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