Un comerciante de vinos decide robar unas finas joyas que pertenecen a uno de sus clientes. En tal hazaña cuenta con la ayuda de su amante, un experto ladrón y la empleada de la víctima.
TÍTULO ORIGINAL | Blood and Wine (Blood & Wine) |
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AÑO | 1996 |
DURACIÓN | 100 min. |
PAÍS | |
DIRECTOR | Bob Rafelson |
GUIÓN | Nick Villiers & Alison Cross |
MÚSICA | Michal Lorenc |
FOTOGRAFÍA | Newton Thomas Sigel |
REPARTO | Jack Nicholson, Michael Caine, Stephen Dorff, Jennifer Lopez, Judy Davis, Harold Perrineau Jr., Robyn Peterson, Mike Starr, John Seitz |
PRODUCTORA | Fox Searchlight Pictures / Recorded Pictures Company / Marmont Productions |
PREMIOS | 1996: San Sebastián: Mejor Actor (Michael Caine) |
GÉNERO | Intriga | Robos & Atracos |
SINOPSIS
El conflicto de un joven y su padrastro quien está involucrado en el tráfico de joyas, al verse descubierto tambien por su esposa, él y su socio -además de que les robó parte del botín- iniciará una persecución mortal para recuperarlo, el joven quien sobrevive iniciará su venganza.(1)
COMENTARIOS
Con su hijastro Jason, Alex Gates regenta una pequeña empresa de vinos de importación que abastece a la mayoría de los millonarios de un selecto barrio de Miami. Por motivos de trabajo, un día conoce a Gabriela, empleada doméstica de un acaudalado matrimonio que posee un valiosísimo collar de diamantes. Alex decide robar la joya y escapar de la ciudad con Gabriela, pero el destino le prepara una sorpresa que cambiará totalmente el curso de los acontecimientos. (FILMAFFINITY)
"La pérdida de ritmo en varios momentos de la película la compensa Rafelson con momentos de tensión y sorpresa bien logrados" (Javier Angulo: Cinemanía)
"Recomendable" (Fernando Morales: Diario El País) (2)
El ambicioso vendedor de vinos Alex Gates (Jack Nicholson), está metido en un asunto peligroso. Su negocio va de mal en peor, y para salir a flote ha planeado el robo de un collar de brillantes de un millón de dólares, perteneciente a uno de sus clientes. Para ello solicita la ayuda de un experto en desvalijar cajas fuertes, Victor Spanski (Michael Caine). El cebo ideal para tender la trampa al propietario del collar es una atractiva muchacha, Gabriella (Jennifer López), que trabaja como niñera. Pero las cosas se complican cuando la esposa de la víctima, interpretada por Judy Davis, y su receloso hijastro Jason (Stephen Dorff), se involucran en la trama. De esta manera, el golpe meticuloso y limpio de Alex se convierte en un desatino.
Se trata de un atractivo thriller que cuenta con un brillante equipo de intérpretes. Michael Caine obtuvo por este trabajo la Concha de Plata al mejor actor en el Festival de San Sebastián. Tiene situaciones intrigantes, suspense y violencia, al más puro estilo del cine negro. Los aficionados al género quedarán satisfechos.(3)
Cada vez se evidencia más la permanencia del cine
negro en la cinematografía norteamericana. Sin mucho esfuerzo podemos recordar
muy buenos títulos que recientemente han revisitado este género, como Asuntos
pendientes antes de morir, de Gary Fleder, Los Ángeles al desnudo, de Curtis
Hanson, y Camino sin retorno, de Oliver Stone, esta última todavía fresca en
nuestra memoria.
A esta lista acaba de sumarse Sangre y vino (Blood
and wine), la última película del director norteamericano Bob Rafelson, un
filme que, en comparación con las antes mencionadas, es mucho más fiel al cine
negro y sus características, y con un planteamiento y unos personajes más
naturales, más crudos e intensos y sin ningún asomo de esos efectismos, ya formales
o argumentales, a los que el cine de nuestros días tanto se está acostumbrando.
Bob & Jack. Bob Rafelson, obstinado y recio cineasta, ya había visitado los predios del
cine negro en dos ocasiones con su escasa filmografía. Primero, con una
erotizada y contundente versión del clásico de James M. Cain El cartero llama
dos veces (1981), protagonizada por Jack Nicholson y Jessica Lange; y después,
con La viuda negra (1986), contada sobre un esquema clásico, aunque también
manejando la variable del erotismo.
La carrera de este veterano director, productor y
guionista es bastante particular. Su filmografía, que se ha mantenido siempre
en un buen nivel y está provista de algunas piezas memorables, como la vigorosa
Las montañas de la luna (1990), apenas si llega a los diez títulos. Este
reducido número se debe, en buena medida, a que es considerado un director
“problema” en Hollywood, en especial después de que en 1979, durante el rodaje
de Brubaker, incendiara el set tras la visita del productor ejecutivo.
Después de estudiar filosofía, un área que
raramente tiene alguna relación con el cine, empezó, como lo hacen casi todos
los directores surgidos en las últimas décadas, en la televisión, y su primer
película, titulada Head, la realizó en 1968 con la colaboración de un actor
llamado Jack Nicholson, aún desconocido por aquel entonces. No es gratuito,
entonces, que el nombre de este actor (que ahora es casi dios) esté presente en
más de la mitad de los proyectos llevados a cabo por Rafelson y la más de las
veces obteniendo muy buenos resultados.
Sangre y vino es sin duda, además de una de sus
películas más logradas, su mejor ejercicio a partir de este género que iniciara
Dashiell Hammet escribiendo, John Huston Dirigiendo y Humphrey Bogart
interpretando. Y es el mejor porque en él no recurre a manierismos
estilísticos, no parodia ni imita y tampoco reflexiona sobre el género,
sencillamente confía en su historia y en los elementos que la constituyen.
Y es que esta película nos cuenta una historia
que, aunque es simple en comparación con las que se acostumbra en este género,
está llena de posibilidades y cargada de intensidad: dos hombres roban un
costoso collar de diamantes, el cual, por determinadas circunstancias, cae en
manos de la esposa y el hijastro de uno de ellos, entonces se lanzan
encarnizadamente a recuperarlo, sin importar lo que tengan qué hacer para
conseguirlo.
Codicia, odio y traición. El resultado de los hilos trenzados a partir de
esta historia, es una película poco recomendable para quienes gustan del cine
alegre y esperanzador, del cine de fórmulas y tramas predecibles, de ese cine
que no muestra personajes sino estereotipos. Porque este es un filme que
utiliza como resortes de las acciones y de los sentimientos de los implicados
en ellas, la codicia, el odio y la traición. Por lo tanto, es un filme
desprendido de cualquier sentimentalismo y más bien trágico y truculento, en el
que todos, de alguna manera, salen perdiendo, como es la tradición del género.
A pesar de que Rafelson, según sus propias palabras,
no pretendía abordar ningún género en particular, sino simplemente hacer una
película sobre la desintegración de una familia, las cosas le salieron
por partida doble, pues al tiempo que contó una historia, aunque no con la
estética, sí con los elementos, el tono y la narración propios del cine negro,
logró describir, con todo el pesimismo que le fue posible, ese deterioro y
enconamiento de las relaciones entre los personajes, pero no sólo las
relaciones entre la familia, sino también entre los amantes, los amigos y los
socios. La confianza en los demás deja de existir y se comienza a generar un
ambiente de incertidumbre y soledad, un frustrado anhelo por el bienestar
económico y afectivo, que como consecuencia de sus debilidades y ruindades, cada
vez será menos posible.
Por otra parte, no se puede hablar de esta
película sin hacer referencia a su inigualable reparto, el cual está encabezado
por el Jack Nicholson de siempre (y con esto me refiero a su vieja relación con
el director y al hecho de que ya se empieza a repetir) y por un inédito y
versátil Michael Caine, quien supo hacer de su personaje, sin ser el
protagonista, el elemento con más fuerza de todo el filme, una patética
personificación de un hombre fuerte de carácter pero débil de salud, uno de
esos perdedores tan característicos del género, pero dimensionado por una
impecable interpretación. Y junto a ellos, con actuaciones no menos certeras,
encontramos a Judy Davies, Stephen Dorf y la muy de moda Jennifer López.
Con estos cinco actores, una historia sencilla, un
guión bien construido y un presupuesto poco más que modesto, Bob Rafelson
realizó una de las piezas más cáusticas y maduras de historia reciente del cine
negro, ese género territorio de fracasados, mujeres fatales y antihéroes, donde
el crimen y el latrocinio son los puntos de partida de todas esas historia que
nunca han conocido un happy end.(5)
Película roja como la sangre y negra como la muerte que con
una retranca más que considerable presenta a una serie de personajes metidos en
un lío de padre y muy señor mío a cuenta de un robo bastante chapucero.
En sí es un thriller rodado con suma habilidad por el
astuto Rafelson, que sin crear nada espectacular, sabe perfectamente lo que se
hace y con unas dosis de humor negro, acción, persecución y sensualidad fabrica
una película artesanalmente irreprochable salvo en su flagrante falta de
imaginación y pretensiones.
Buenas actuaciones de un Nicholson en su salsa y de una
dignísima Judy Davis y presentación de la entonces promesa Jennifer López
ganándose las lentejas como chacha latina, que eran los personajes que le caían
de aquel entonces.
El balance general es bueno y aunque no le cambiará la vida
a nadie, es una buena opción para una noche aburrida.(6)
CITAS:
2.- http://www.filmaffinity.com/es/film774280.html
5.-http://www.cinefagos.net/index.php?option=com_content&view=article&id=92:
sangre-y-vino-de-bob-rafelson&catid=3:crca&Itemid=40
6.- http://www.filmaffinity.com/es/review/41810534.html
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