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jueves, 20 de junio de 2013

MIDNIGHT IN PARIS

MEDIANOCHE EN PARÍS







 Midnight in Paris (Medianoche en París en Hispanoamérica) es una comedia, ganadora del Óscar al mejor guión original, escrita y dirigida por Woody Allen, que se presentó en la apertura del Festival de Cannes de 2011. La película ha sido la más taquillera de Allen en los Estados Unidos.




SINOPSIS

La historia se desarrolla en París, y cuenta las vicisitudes de una familia en viaje de trabajo así como de la pareja protagonista, Gil Pender (Owen Wilson), un exitoso pero desilusionado guionista de Hollywood y su prometida, Inez (Rachel McAdams), que se encuentran de vacaciones. Las diferentes experiencias vividas en la ciudad por este grupo de personas darán un giro a sus vidas.(1)

FICHA TÉCNICA

 Título (Midnight in Paris , 2011 )

 País: España - Estados Unidos

 Idioma: Inglés

 Duración: 100 min.

 Censura: Todo espectador

 Género (s): Comedia - Romance

 Director: Woody Allen

 Actores: Owen Wilson, Rachel McAdams, Michael Sheen, Nina Arianda, Carla Bruni, Alison Pill, Corey Stoll, Sonia Rolland, Kathy Bates, Marion Cotird, Adrien Brody

 Otros: Woody Allen (guión)



PREMIOS

Categoría             Persona                    Resultado

Premios Óscar 2012

Mejor película Nominada

Mejor dirección  Woody Allen              Nominado

Mejor guion original  Woody Allen        Ganador

Mejor dirección artística Jim  Clay         Nominado

Globos de Oro 2011

Mejor película - comedia o musical        Nominada

Mejor dirección  Woody Allen              Nominado

Mejor actor - comedia o musical Owen Wilson  Nominado

Mejor guion  Woody Allen                   Ganador

Goya 2012

Mejor guion original Woody Allen       Nominado

Premios del Sindicato de Actores 2011

Mejor reparto                                     Candidata


COMENTARIOS:

Suenan las doce campanadas... y comienza la magia. No es 'Cenicienta' es 'Medianoche en París', la deliciosa fábula de un Woody Alen que se sirve de toda su genialidad para dilapidar la falacia comúnmente aceptada de que 'cualquier tiempo pasado fue mejor'.

En 'Medianoche en París' hay mucho que disfrutar y que celebrar. Sobre todo el regreso del mejor Woody Allen. Su aventura francesa es sin duda lo más certero que ha firmado desde 'Macht Point'.

Tras las fallidas 'El sueño de Casandra' y 'Vicky Cristina Barcelona' -La bella ciudad condal debe sentirse agraviada si compara su cinta con la francesa- y el poco pulso que demostró en 'Si la cosa funciona' y 'Conocerás al hombre tus sueños', Allen se redime dando un paso más. Ofrece todas las virtudes que se le presuponen y alguna otra ya casi olvidada. Golpes dignos de sus trabajos sobresalientes de antaño.

Lo hace con un cuento hadas presentado con un planteamiento de lo más terrenal. Su alter-ego es un notable Owen Wilson. El actor interpreta a Gil, un guionista californiano cuyas aspiraciones literarias están aletargadas por la maquinaria y los talonarios de Hollywood.

Para liberar el genio que lleva dentro decide viajar a París buscando la inspiración en la urbe que durante los años veinte fue refugio y vivero intelectual de artistas de la talla de Ernest Hemingway, Pablo Picasso, Scott Fitzgerald, Salvador Dalí o Luis Buñuel.

Pero, para su desgracia, no ha viajado solo. Le acompaña su prometida, una pragmática pija a la que da vida Rachel McAdams, y sus suegros, fervientes votantes del partido republicano que no ven en él otra cosa que una decepción con brazos y piernas. Una sensación muy familiar. Para más inri, allí coinciden con Paul, un antiguo compañero de universidad de su novia que es tan estirado y sabelotodo que el calificativo de pedante se le queda corto. El yerno que querrían sus futuros suegros. Otra historia familiar.

Tras una de estas tediosas cenas aguantando la remilgada cocina francesa y el monumental ego de Paul -encarnado a la perfección por Michael Sheen-, Gil decide dejar a sus acompañantes para pasear solo por las calles de París. Perdido por la ciudad del amor, se sienta en unas escaleras a recuperarse de los daños ocasionados por el vino local. Otro guiri borracho tirado en la calle.

Cuando el reloj da las doce, un coche de hace casi un siglo llega lentamente. Para a su lado. Se abre una puerta y sus alegres pasajeros le invitan a subir. A partir de ahí... pura y auténtica MAGIA cinematográfica. Sí, con mayúsculas.

Ese viejo coche es su billete hacia su propio paraíso: el París de los años veinte donde se codeará con la élite de la bohemia artística. Unos personajes que a Gil fascinan y que al espectador -siempre que esté mínimamente versado en la literatura, la pintura, el cine y las artes en general del último siglo- divertirán como pocas veces lo ha conseguido Allen. Y eso es decir mucho.

Gil, y el público, se debate entre dos mundos. Por el día intenta escabullirse de sus compromisos para poder escribir, mientras que durante la noche disfruta de lo que para él es la mejor época de la Historia. Pero la edad de oro con la que siempre soñó pronto le traerá también infelicidades. Allen hace así bueno el axioma sobre el que edifica su genial entramado: Vivir, sea cuando sea, es en sí mismo un trabajo insatisfactorio.

Es la moraleja, o mejor dicho una de ellas, que nos deja la genial y ocurrente fábula de Woody Allen. Un carta de amor a París, al arte de este siglo y a su cine. Una cita imprescindible con una deliciosa fotografía y una ensoñadora banda sonora. ¡Ah! También sale Carla Bruni. Eso sí, todo... a partir de medianoche. (2)



MIDNIGHT IN PARIS es el “regalo de enamorado” de Woody Allen a la Ciudad de la Luz, a la que considera a la altura de Nueva York, como la gran ciudad del mundo. “Claro que soy parcial respecto a Nueva York, porque nací y crecí allí, pero si no viviera en Nueva York, París es la ciudad donde viviría”, dice Allen. La película es la segunda que el director estadounidense rueda en París, tras una parte de Todos Dicen I Love You. “Disfruto mucho presentando París al público tal y como la veo. Como con Nueva York, que yo la presento de una forma y otros directores de otra, alguien podría venir y rodar París de forma completamente distinta. Yo quiero presentarla a mi manera, proyectando mis sentimientos sobre ella”.

Medianoche en París es el tipo de fábulas donde la noche no es solo el periodo entre la puesta y la salida del sol, sino una dimensión distinta. En ellas, un personaje “normal” cruza un umbral invisible y entra a una realidad con reglas y códigos propios. Lo familiar se ve sospechoso pero no tanto como para definirse como un sueño, una alucinación o un roce con lo sobrenatural. Esta tampoco es una película sobre “grandes personajes”, sino sobre la experiencia agridulce de fraternizar con personas cuya obra será venerada cuando nadie –mucho menos ellos– lo hubiera podido saber.

El punto de vista agridulce entre triste y ventajoso del “fan retrospectivo” puede ser imaginado por cualquier espectador. Una película que, por sus referencias, podría ser considerada la más elitista de Allen es justo la que se conecta con una fantasía colectiva: la de vivir en el momento en el que “se escribe la historia” (y luego comprobar que nadie lo experimenta así).

Como Medianoche en París también es una película escrita desde la fascinación, hay quien opina que es el colmo de la autoindulgencia de Allen. Un reproche a su vez cómodo y trillado, fácil de hacer a quien lleva cuatro décadas tocando los mismos temas, haciéndolo en el mismo tono, y poniéndolos en boca de personajes que solo cambian de aspecto y de nombre. La ironía es que incluso los que lo llaman “caduco” siguen al pendiente de su siguiente película, y en el fondo no esperan algo distinto de él. A nadie le irrita su indiferencia a la tecnología, que no haga una cinta política o con “enfoque ecológico”, ni espera que sus personajes respondan con “sí” o “no”. Si sus películas ya no son eje de la cultura cinematográfica, no es problema de las películas sino de la fugacidad de los ejes. Puede que el cine de Allen hoy esté en la periferia, pero es una coordenada que nadie se atrevería a ignorar.

La relación entre el director y el público de su país lleva un tiempo agrietada, y empeoró cuando en los últimos años cambió Nueva York por Europa. La crítica se sumó al desprecio diciendo que filmaba con la superficialidad de un turista y que pretendía contar historias de locales que al final se comportaban como neoyorquinos ricos. A la luz de esos ataques, Medianoche en París es toda una provocación: abre con una sucesión de vistas clásicas/icónicas/choteadas de la ciudad, primero bajo un cielo abierto, luego en días lluviosos, en la mañana, al mediodía y en la puesta del sol. La última toma es nocturna: al fondo la Torre Eiffel, y el cielo iluminado por la proverbial Ciudad luz. Más tarjeta postal, imposible. El cuadro es contundente y el mensaje también: será un lugar común, pero nada se parece a la (media) noche en París. Aun así, en esta y otras películas, los paisajes de calendario existen para ser manchados por uno o varios gringos, ya sean viajeros deslumbrados y cursis o aquellos a los que las ciudades de Europa les parecen desordenadas, con hábitos poco higiénicos y sin supermercados suficientes.

Ni sus películas de las primeras décadas, ni las inglesas, la catalana o francesa de los últimos años han aspirado a ser joyas del realismo social. Sus famosos neoyorquinos cultos y verborreicos habitan una zona postal asentada en el imaginario del público que creció viendo cine. El llamado “NYde Allen” incluye puentes, rascacielos y parques emblemáticos, pero su mapa más bien traza la ruta hacia bloqueos creativos, crisis amorosas y angustias existenciales, según suele recorrerlas el habitante menos “promedio” de la ciudad.

Si el personaje público de Allen –el de rutinas de comedia, películas, obras de teatro, cuentos y ensayos– sigue activo a pesar del tiempo es porque se define como un escéptico de lo novedoso. En cada época, las modas culturales, el activismo y las formas experimentales lo definen por oposición. Siempre será el outcast ajeno a “lo relevante”, lo que no significa que esté fuera de su radar. Desde la instructora de aerobics que habla de astrología en una fiesta de intelectuales (Husbands and wives), los hipsters que hacen fila para ir al concierto del grupo “Anal Sphincter” (Whatever works) y los futuros suegros de Gil en Medianoche en París, diseña personajes que encarnan todo lo que le parece ridículo, pretencioso o republicano. Como parte de un mismo perfil, los padres de Inez desprecian a Gil por su vocación de mediocre, dicen que el Tea Party está formado por “gente decente que quiere recuperar el país”, y se divierten como locos con películas de las que no recuerdan la historia.

Pero no son los “hombres simples” a quienes Allen considera una plaga de la civilización. Son, por el contrario, los eruditos esnobs: intelectuales de cafetería que imponen su visión sobre las Grandes Teorías al primero que se deje embaucar. Quizá la escena de su filmografía que más placer vicario ha provocado a los que comparten su fobia es aquella de Annie Hall en la que Marshall McLuhan se materializa en la fila de un cine para decirle a uno de sus pseudoexégetas que “no sabe nada sobre sus teorías”. La fantasía de callar al especialista en Fulanito con el respaldo de Fulanito es otro de los guiños de Medianoche en París. Además de reproducir los tics y melindres de Allen, el personaje que interpreta Owen Wilson es una especie de caja negra de todo lo alleniano en el mundo. Ya que Gil es una versión casi idéntica de Woody, es lógico que su antagonista sea un connoisseur que recita de memoria el catálogo de un museo con ademanes de fastidio pero pierde la compostura si alguien lo contradice –ya sea la guía del museo o, por supuesto, Gil. En esta historia no sería posible invocar a Picasso pero basta con que el protagonista sepa (y nosotros junto con él) la historia verdadera detrás de un cuadro que el sabelotodo pretende interpretar. Gil no lo leyó en un libro: estuvo con el pintor justo la noche anterior.

Lejos de sugerir que el tiempo presente es mediocre y que “no hay genios como los de antes”, Medianoche en París culpa a la nostalgia de ser tramposa y paralizante, y habla sobre la manía humana de concebir el pasado como un tiempo desbordante de genios. A través de sus viajes nocturnos, Gil comprueba que sus amigos del París de los veinte viven acomplejados por los artistas de fines del siglo XIX, y así hasta llegar a los albores de la cultura.

Quien piense que esta película es un pastiche de las anteriores, o el que no entienda cómo es que atrajo a un público fuera de su nicho, podría observar que por primera vez su personaje –el introvertido y necio– tiene un arco dramático, y al final experimenta una reconciliación con la vida. Si en una de las primeras secuencias Gil habla de su sensación de haber nacido “demasiado tarde”, poco a poco se convence de que solo desde el presente tiene la oportunidad de crear. La historia amorosa que se asoma hacia el final es casi una enmienda a su ruptura con la vital Annie Hall.

Si alguien dentro de cincuenta años filmara Medianoche en París, podría incluir a Allen en el grupo de los artistas que moldearon el mundo. Nosotros, mientras tanto, creemos más interesante discutir si esta película es mejor o anterior que la previa, para luego concluir que ninguna es tan buena como las de los años setenta y ochenta. Es la miopía del presente y una tara de la civilización. ~(3)


A sus 76 años de edad, el incombustible Woody Allen no cesa el ritmo y sigue empeñado en regalarnos al menos una película por año. Lo cual, a juzgar por la calidad de su último trabajo –“Medianoche en París”-, es una buena noticia.

En esta ocasión, el genial director neoyorkino vuelve a la carga con una comedia romántica divertida e inteligente –algo que sin duda no abunda en estos tiempos-, interpretada por un elenco de actores magníficos en estado de gracia –entre los que destacan Owen Wilson, Marion Cotillard y un sorprendente e hilarante Adrien Brody-, en la que no faltan los habituales diálogos irónicos marca de la casa y ambientada en un escenario incomparable: París, la ciudad de la luz. En la que, en palabras del propio Allen, el cineasta quisiera vivir de no hacerlo en Nueva York.

Giles (Owen Wilson), un desencantado guionista de Hollywood que sueña con escribir una novela, viaja a París con su prometida Inez (Rachel McAdams) y los conservadores padres de ésta (Kurt Fuller y Mimi Kennedy). Una noche, mientras vaga algo achispado de camino al hotel, Giles cae bajo un influjo mágico y es transportado al París bohemio de los años 20, donde terminará codeándose con varios de los más grandes artistas de esa época: desde Francis Scott Fitzgerald a Ernest Hemingway, Pablo Picasso, Salvador Dalí o Luís Buñuel. Asimismo, conocerá a Adriana (Marion Cotillard), una bella aspirante a diseñadora de moda que, como él, cree que cualquier tiempo pasado fue mejor. Estos viajes temporales harán replantearse a Giles su vida, al tiempo que se irá distanciando cada vez más de Inez.

En definitiva, “Medianoche en París”, es el particular homenaje de Woody Allen a París y una película totalmente recomendable, mágica y deliciosa. (4)


FRASES DE LA PELÍCULA

 “Esto es increíble! No hay ciudad como esta en el mundo, nunca la hubo."

 - ¿Qué hacen mañana? Iremos a Versalles. - Oh, me muero por conocer, Versalles. - Creo que mañana tenemos un almuerzo. Lo tenemos, de hecho tuve un profesor que cenó allí, y vio a James Joyce hace muchísimos años. Y al parecer Joyce comía coles moradas y algo francés. - ¿Ese es el final de la historia? - Sí, no es una historia, es un detalle.

 Una noción de que un periodo de tiempo diferente, es mejor que el que estamos viviendo. Es una falla en la imaginación romántica de esas personas, que encuentran difícil lidiar con el presente.

 La nostalgia es negación. Negación del doloroso presente

 - Gran parte del trabajo de Rodin estuvo influenciado por su esposa Camille. - Sí lo fue, pero Camille no era su esposa sino su amante. - ¿Camille? No. - Sí, Rose era su esposa. - Nunca estuvo casado con Rose. - Sí lo estuvo, durante los últimos años de su vida. - Creo que se equivoca. - ¿Discutes con la guía? - Sí.

 - Tienes una mirada tonta, te ves idiotizado, anestesiado, lobotomizado.

 - ¿Dónde estoy? - Lo siento, ¿no conoce usted al dueño de la casa? Es una fiesta de amigos para Jean Cocteau. - ¿Estás bromeando?

 “- Gil Pender. - Hemingway - ¿Hemingway? - ¿Le gustó mi libro? - ¿Gustarme? Me encantó. Todo su trabajo. - Sí, fue un libro bueno porque fue honesto. Y eso es lo que la guerra hace al hombre. No hay nada bueno y noble en morir en el lodo, a no ser que mueras en paz. Y entonces no es solo noble sino valiente."

 - Ella te volverá loco. - Es emocionante y es talentosa. - Esta semana era escribir. El mes pasado era otra cosa. Eres un escritor, necesitas tiempo para escribir, no para todo esto. Ella te está agotando porque es muy competitiva, ¿no crees?

 - ¿Podemos dejar de discutir mi vida personal en público? - Está celosa de su don, y es muy bueno. Es algo raro.

 - ¿Te gusta Mark Twain? - Bueno, soy un gran fanático de Mark Twain. Creo que se puede decir que toda la literatura americana moderna, viene de Huckleberry Finn.

 “Ningún tema es malo si la historia es real. Si la prosa es limpia y honesta y si afirma el valor bajo presión."

 - ¿Te podría pedir el favor más grande del mundo? - ¿Qué cosa? - ¿La leerías? - ¿Tu novela? - Sí, tiene 400 páginas. Y sólo busco una opinión. - Mi opinión es que la odio. - Pero no la has leído. - Si es mala, la odiaría porque odio la mala escritura. Si es buena me daría envidia y la odiaré más, créeme, no quieres la opinión de otro escritor. (5)



 - Los escritores son competidores. - No lo seré con usted. - Esa actitud no es masculina. - Si es un escritor, declárese el mejor escritor, pero no lo es mientras yo esté aquí, a no ser que se ponga los guantes para resolverlo. - No lo haré. - No leeré tu novela pero te diré lo que haré. La llevaré a Gertrude Stein, ella es la única en quien confío mis escritos.

 - Si te dijera que pasé la noche con Hemingway y Scott Fitzgerald. ¿Qué dirías? - ¿Con eso sueñas, con tus ídolos? - Sí pero si no estuviera soñando. - ¿Qué quiere decir eso? - Estuve con Hemingway, los Fitzgeralds y Cole Porter. - Pensaría que es un tumor cerebral. - Te digo que Zelda Fitzgerald es justo como la conocemos, por todo lo que hemos leído en libros y artículos, es encantadora pero muy loca, y no le cae bien a Hemingway para nada. Y Scott sabe que Hemingway está en lo cierto, pero se ve que lo aflige porque la ama. - Vamos, dejemos la plática de ídolos, porque llegaremos tarde.

 - ¿Quieren caminar de regreso? - ¿Caminar? No, está lloviendo. - No, será lindo caminar en la lluvia, es bello. - No, no hay nada bello con caminar en la lluvia.

 “Nunca escribirá bien si teme morir."

 - ¿Has hecho el amor con una mujer hermosa? - Mi prometida es muy sexy. - Y cuando haces el amor con ella sientes pasión verdadera y bella, y por al menos ese momento pierdes el miedo a la muerte. - No, eso no pasa. - Creo que el amor real crea un refugio de la muerte. Todos los cobardes vienen de no amar a no amar bien, que es lo mismo. Y cuando un hombre que es valiente y verdadero, mira a la muerte en la caza como unos cazadores de rinocerontes que conozco, o Belmonte quien es realmente valiente. Es porque aman lo suficiente como para sacar eso de su mente. Hasta que regresa como lo hace en todos los hombres. Y entonces tiene que hacer el amor bien de nuevo. Piénsalo.

 - Me alegra que estés aquí, puedes ayudarnos a decidir quien está mal. Le decía a Pablo que ésta pintura no captura a Adriana, que es universal, pero no muestra objetividad. - No lo comprende completamente, no conoce a Adriana, mira el cuadro, los movimientos, es exactamente lo que la representa.

 “- El pasado siempre ha tenido un gran carisma por mí. - El pasado también ha tenido un gran carisma por mí. Siempre he dicho que nací muy tarde."

 - Es una pena que no vinieras al cine anoche, vimos un filme americano maravilloso. - ¿Quién actuaba en el? - No sé, olvidé el nombre. - Maravillosa pero olvidable. Suena como algo que he visto, lo escribí. - Sé que era idiota e infantil, y realmente me reí mucho, John y yo reímos mucho.

 - Aquí está el maravilloso Picasso. Si no estoy equivocado, pintó este retrato maravilloso, de su amante francesa Medeleine Bissau en los 20. - Paul, ahí estás equivocado. - ¿En serio? - Si no estoy equivocado, este fue un fallido intento de capturar a una joven francesa llamada Adriana de Bordeaux, sino estoy equivocado, quien vino a París a estudiar moda, para el teatro y estoy seguro que tuvo una aventura con Modigliani, después con Bernat, que fue como Pablo la conoció, Picasso. Lo que no entiendes de este retrato, es la sutileza de su belleza, era hermosa. - ¿Qué has estado fumando? - No puedo llamarla hermosa, es más, es un enunciamiento pequeño burgués de como Pablo la ve, la veía. Está distraído por el hecho de que ella era un volcán en la cama.

 “Los artistas son como los niños."

 “- Nunca había escuchado del valium, ¿qué es? - Es la pastilla del futuro."

 - Pender dice que está en una situación perpleja. - Está muy loco, pero pensarán que estoy borracho. Pero he de decirle a alguien, que soy de otro tiempo, de otra era, del futuro, vengo desde el dos mil hasta aquí. Me monto en un carro y viajo en el tiempo. - Exactamente, habita en dos mundos, hasta el momento no veo nada raro. - Sí, usted es surrealista, pero yo soy un tipo normal.

 El rinoceronte hace el amor montando a la mujer. Pero, ¿hay una diferencia en la belleza entre dos cabezas de rinocerontes?

 “- Un hombre enamorado de una mujer de otra era. Veo una foto. - Veo una película. - Veo un problema enorme. - Veo un rinoceronte."

 Sobre tu libro, es muy inusual. De cierta forma es ciencia ficción. Todos tenemos la muerte y nos cuestionamos nuestro lugar en el universo. El trabajo del artista no es sucumbir a la desesperación, sino encontrar un antídoto para el vacío de la existencia. Tiene una voz clara y viva, no sea tan depresivo.

 “- Sr. Buñuel tengo idea genial para una película. - Sí, dígame. - Un grupo de personas que van a una cena formal, y al final cuando tratan de irse no pueden. - ¿Por qué no? - No pueden salir por la puerta. - ¿Pero, por qué? - Cuando se ven obligados a quedarse juntos, la civilización desaparece y lo que queda es quienes son realmente, animales. - No lo entiendo, ¿por qué no salen de la habitación? - Sólo digo que lo piense, ¿quién sabe? Quizá un día cuando se afeite lo entenderá bien. - No entiendo, ¿qué los mantiene en la habitación?"

 La vida no es fácil y es complicada.

 - Dios mío, esto es tan hermoso, es increíble es justo como en las fotos que he visto. Aquí está la Bella Época. - No sé que es lo que tiene ésta ciudad. Tengo que escribirle una nota a la Cámara de Comercio.

 - Adriana, si te quedas aquí y esto se convierte en tu presente, pronto imaginarás que otro tiempo es realmente la Edad de oro. Y eso no es lo que es el presente, es poco gratificante porque la vida esa así de insatisfactoria. - Ese es el problema con los escritores, están tan llenos de palabras.

 Si quiero escribir algo que valga la pena, tengo que deshacerme de mis visiones y entonces seré feliz en pasado, es lo que quiero.

 No, el pasado no está muerto, de hecho no es pasado. ¿Sabes quién lo dijo? Faulkner, tenía razón. También lo conocí, lo vi en una cena."

 Inez, puedes engañarme pero no puedes engañar a Hemingway.

 - ¿Vas de camino a casa ahora? - Sí. - ¿Puedo caminar contigo? ¿Te compró un café? Comenzó a llover. - Está bien, no me importa mojarme. - ¿En serio? - Sí. De hecho, París es más bella en la lluvia. - Eso es lo que siempre digo. No podría estar más de acuerdo, es más bella. - Por cierto, me llamo Gabrielle. - Gil. - Un placer conocerte. (6)




CITAS:
1.- http://en.wikipedia.org/wiki/Midnight_in_Paris


2.- http://www.europapress.es/cultura/critica-00656/noticia-medianoche-paris-genial-cuento-hadas-woody-allen-20110513140010.html

3.- http://www.cinedor.es/noticias/el-estreno-de-medianoche-en-paris-sorprende-en-la-taquilla

4.- http://www.letraslibres.com/revista/artes-y-medios/medianoche-en-paris-de-woody-allen

5.- http://waaau.tv/noticia/medianoche-en-par-s-el-nuevo-film-de-woody-allen

6.- http://frasesdelapelicula.com/medianoche-en-paris/