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miércoles, 18 de abril de 2012

DIRTY HARRY

HARRY EL SUCIO




Harry, el sucio (Dirty Harry) es una película estadounidense de 1971 dirigida por Don Siegel. Protagonizada por Clint Eastwood, Andrew Robinson, Reni Santoni, John Vernon, y Harry Guardino en los papeles principales.


Tuvo cuatro secuelas Harry el fuerte (1973), Harry, el ejecutor (1976), Impacto súbito (1983), y The Dead Pool (1988).


FICHA TÉCNICA

Título Dirty Harry (Harry, el sucio)

Dirección      Don Siegel

Producción   Don Siegel

Guion           Harry Julian Fink, R.M. Fink, Dean Riesner, John Milius, Terrence Malick

Música         Lalo Schifrin

Fotografía    Bruce Surtees

Montaje      Carl Pingitore

Protagonistas Clint Eastwood, Andrew Robinson, Reni Santoni, John Vernon

Harry Guardino, John Larch, John Mitchum

País(es)     Estados Unidos

Año          1971

Género     Policial

Duración   102 minutos

Productora The Malpaso Company, Warner Bros. Pictures


Reparto


• Inspector Harry Callahan: Clint Eastwood
• `Scorpio´: Andy Robinson Rogelio Hernández
• Inspector Chico González: Reni Santoni
• Teniente Bressler: Harry Guardino
• Alcalde: John Vernon
• Jefe de policía: John Larch
• Fiscal William Roto: Josef Sommer
• Jaffe, camarero: Woodrow Parfrey


TRAMA

Un asesino en serie (Andrew Robinson) anda suelto en San Francisco matando civiles desde las azoteas con un fusil de precisión. Apodado Scorpio, chantajea a la ciudad y amenaza con matar a una persona cada día, hasta que se le pague un rescate. Su segundo intento de asesinato es evitado por un helicóptero policial, pero escapa y consigue matar al día siguiente. La policía cree entonces que es muy posible que vuelva al mismo lugar para intentar matar de nuevo.

Los policías Callahan (Clint Eastwood) y Chico (Reni Santoni) le esperan allí y evitan el asesinato de su objetivo, un sacerdote católico. Sin embargo, logra escapar nuevamente matando a un agente en el camino. Posteriormente secuestra a una adolescente, la viola, tortura y la encierra en un foso. Eleva el rescate y afirma que debe ser pagado rápidamente pues a la chica sólo le queda aire hasta las 3:00 de la siguiente mañana.

El alcalde (John Vernon) decide entregarle el dinero y envía a Callahan para tal misión. Scorpio le hace deambular por toda la ciudad, de cabina telefónica en cabina telefónica desde donde le envía al siguiente punto. Finalmente, se enfrenta a Callahan y se lleva el dinero, pero agrede a Callahan y amenaza con matarle a él y a la chica. Chico había seguido a Callahan oculto todo el trayecto y entra en escena, intercambiando disparos con el asesino, Callahan logra apuñalar a Scorpio desde el suelo, con una navaja que llevaba oculta. Scorpio escapa herido en el muslo, sin el dinero. Callahan recorre los policlínicos buscando alguna pista de Scorpio. Un médico que había tratado a Scorpio le reconoce y le dice a Callahan que el portero del estadio del otro lado de la calle le deja vivir allí. Callahan irrumpe en su habitación sin una orden judicial, le persigue por todo el terreno de juego deteniéndole con un disparo en la pierna. En ese momento, le tortura pisándole la pierna herida para poder saber el lugar donde está enterrada la chica.

Se logra encontrar a la chica, pero ya está muerta, Scorpio es liberado sin cargos por haber sido detenido por medios irregulares y bajo tortura. Posteriormente, Scorpio le paga a un matón para que lo golpee en el rostro y así culpar a Callahan de brutalidad policial. Finalmente, Scorpio secuestra un autobús escolar y exige otro rescate, más un avión. El alcalde insiste en acceder a sus demandas, pero Callahan le persigue bajo su cuenta y riesgo y logra rescatar en último término a los niños y matar a Scorpio.


MISCELÁNEA

• El filme estuvo prohibido en Finlandia hasta 1972 y censurado en Noruega y Portugal.

• Las escenas se rodaron en exteriores reales de la ciudad de San Francisco; excepto la del atraco del banco, que fue filmada en una falsa calle de estudio para mayor seguridad, pues requería muchos efectos especiales.

• En la escena de la huida de los atracadores del banco, se puede ver un cine en el que se está proyectando Escalofrío en la noche, primera película de Eastwood como director, y en la que Don Siegel tenía un pequeño papel como actor.

• Clint Eastwood rodó personalmente todas las escenas de riesgo.

En las primeras tomas que se hicieron de la película, en realidad el arma usada por Eastwood era un Remington cal. .41 magnum, debido a que en ese momento no había ningún cal. 44 para enviar a los sets de filmación. Externamente, ambas armas son iguales, por eso se aceptó, con condición que se haga ninguna toma de frente, para evitar que se note la diferencia de calibres en el orificio del cañón.(1)


COMENTARIOS


Fue la primera aparición del inspector Harry "el Sucio" Callahan del Departamento de Policía de San Francisco, interpretado por Clint Eastwood.

El irónico retrato de Clint Eastwood como el inspector obtuso, cínico y heterodoxo que aparentemente siempre está en conflicto con sus jefes asienta el estilo para sus siguientes papeles y, de hecho, todo un género de películas de antihéroes como The French Connection. Harry Callahan es apodado Harry el Sucio debido a su inclinación a aceptar los trabajos más penosos. El éxito en taquilla de la película derivó en la producción de cuatro secuelas. El rol de antihéroe que desempeña Eastwood también fue bastante imitado con posterioridad.

Harry Callahan también contribuyó a popularizar el revólver Modelo 29 calibre .44 Magnum de Smith & Wesson. La película propició un ligero incremento en las ventas del arma, que sigue siendo popular treinta y nueve años después del estreno.

Aunque Callahan es casi indiscutiblemente el papel emblemático de Eastwood, es irónico que no fuera el principal candidato para protagonizar el filme. Así, el papel fue originalmente escrito para Frank Sinatra, pero el cantante se había roto la muñeca y encontró la magnum demasiado pesada para él, de modo que rechazó la interpretación. Sólo se le ofreció el papel a Eastwood después de John Wayne, Steve McQueen y Paul Newman que también rechazaron encarnar al inspector por diversas razones. En su versión original, la historia se desarrollaba en Seattle, Washington. Una de las condiciones de Eastwood para aceptar el papel era el cambio de escenario a San Francisco, su ciudad natal.

Scorpio, el villano de la película, estuvo inspirado en el criminal Zodiac Killer, que andaba suelto en San Francisco en aquella época. Desafortunadamente, Zodiac nunca fue capturado. Audie Murphy fue propuesto en primer lugar para el papel, pero murió en accidente aéreo antes de que se le pudiera realizar la oferta. El papel fue a parar al desconocido Andrew Robinson. El retrato que hace Robinson del asesino fue tan realista que recibiría sucesivas amenazas de muerte y acabaría pidiendo un número de teléfono secreto. En la vida real, Robinson es un pacifista que desprecia las armas. En los primeros días del rodaje, Robinson mostraba una mueca de desagrado cada vez que disparaba. El director Don Siegel acabó suspendiendo el rodaje por un tiempo para mandar a Robinson a un psiquiatra. No obstante, continuó haciendo gestos cuando disparaba.

San Francisco se encuentra asolada por el asesino serial Scorpio, un francotirador que mata al azar a sus víctimas y exige que la ciudad le pague un cuantioso rescate para terminar con las matanzas. El cuerpo policial sale a la caza del asesino. Y el Inspector Harry Callahan - un policia con serios problemas de actitud - da con el paradero del homicida, pero éste sale libre por tecnicismos legales, además de haber secuestrado y matado a una niña y echarle la culpa a Harry, así como asediarlo por los medios por hostigamiento policial. Muy pronto la trama derivará en una cacería humana, donde Callahan sólo buscará justicia por su propia mano.

Ya hemos comentado en las reviews de Sin City y Pulp Fiction, un poco sobre los orígenes del policial americano. El género popular fue la serie negra, que devolvía básicamente el crimen al callejón - al contrario de otros autores elitistas como Agatha Christie - y reflejaba mejor la realidad del mundo de los años 30, corrupto y decadente. El héroe resultaba ser el intachable detective privado, que actuaba como catalizador de miserias humanas y como una especie de caballero andante sin armadura.

Posiblemente sea la figura del detective privado de moral intachable lo que germinaría la decadencia del genero. Resulta lógico que del 30 al 50 Nroteamérica aún vivía el sueño americano, y podía darse el lujo de los héroes inmaculados. Pero llegaría la década del 60, y los Estados Unidos entrarían en una etapa de convulsivos cambios. La muerte de paladines de la libertad como los Kennedy, Malcom X o Martin Luther King, la guerra de Vietnam cuya victoria se eternizaba y que terminó por no llegar nunca; el movimiento hippie, el sexo sin ataduras, el abandono del cine del código Hays de ética, las revueltas raciales, la guerra fría... Norteamérica estaba vomitando todos los ideales y pudores del sueño americano y, de pronto, se encontró convertida en una sociedad cínica, que había perdido sus ilusiones, violenta y con un lenguaje realmente crudo para expresarse. Es lógico pensar que la era de los héroes inmaculados dentro de la ley se desbarrancara, y surgiera una nueva generación, marcadamente cínica, amoral y, por qué no, fascista.

Harry el Sucio es la piedra basal de esa nueva generación. Perdidos los ideales, ¿por qué confiar en los gobiernos, las autoridades y las leyes?. Cuando la burocracia y los intereses impiden la matanza de miles de americanos en Viet Nam, no hay motivos para seguir confiando las instituciones. Y esa generación de héroes ultraviolentos y marginales son los que toman justicia por su propia mano. Sin duda el Inspector Callahan es el molde sobre el cual surgirán muchos otros; desde el Vengador Anónimo hasta Rambo, Robocop (y tantos otros), y casi toda la filmografía de Charles Bronson, Sylvester Stallone o Arnold Schwarzenegger está nutrida de clones de Harry el Sucio. El culto a las armas, el castigo violento y desmedido, el juicio expeditivo de los villanos, el actuar por fuera de la ley y, fundamentalmente, el festejo de la platea de dichos métodos brutales.

Harry el Sucio es un film fundamental de los 70. Cambió el lenguaje cinematográfico del género policial, y lo expuso en sus términos más simples y primarios. Es, en más de un sentido, una transposición de las reglas del western a la ciudad moderna, pero con un lenguaje mucho mas crudo. No hay conflictos de conciencia por parte del héroe; simplemente, es lo que debe hacer.

Para 1971, Clint Eastwood era una figura algo conocida, pero que no había podido consolidarse como una estrella. Ciertamente su currículum incluía obras de culto como los westerns que filmara con Sergio Leone en Europa, y tenía una vasta trayectoria en el clásico género del lejano oeste. Y sorprendentemente le llega la oportunidad de este film, después de que fuera rechazado (por coincidencias varias laborales o discrepancias con el guión) por Frank Sinatra (¡ quien fuera la primera opción !), John Wayne, Steve McQueen, Jack Nicholson y Paul Newman. Después de la película, su carrera se dispararía hasta el pedestal que hoy ocupa merecidamente en Hollywood.

Y es que, a pesar de no ser la primera opción para el papel, es impensable en otro actor que Eastwood para interpretar a Harry Callahan. Su expresión lacónica y cínica, su voz suave y de furia reprimida, su larga estampa portando el Smith & Wesson 44 ... es una imagen imborrable. Como así también el duelo que mantiene con Scorpio, que podría resumirse como una batalla de mentes retorcidas. Las escenas del film son memorables : desde el asesinato de la chica en la piscina, pasando por la cacería del homicida en el estadio o el duelo en la fábrica. Y por supuesto, el clásico robo al banco, detenido a balazo limpio por Harry, donde todos aprendimos el poder de un Magnum, y con frases que quedan para la historia (¿Hoy te sientes con suerte, imbécil?).

Pero el éxito del film no se basa sólo en el argumento o en la interpretación de Eastwood. Como suelo decir, el peso de la historia de un héroe depende del villano, y Scorpio es una creatura repulsiva que incluso utiliza a la ley para castigar y provocar a Harry. Sus actos son de un sadismo indescriptible, y la platea termina por consentir la escalada de violencia de la película, buscando un desquite brutal que haga pagar al asesino por sus salvajes actos. En sus propios términos resulta justificable, aunque obviamente es inducido por los guionistas (en especial, John Milius que actúa como script doctor del guión, y que se caracteriza por mantener posiciones pro armamentistas en todos sus personajes), lo cual termina por resultar peligroso. No olvidemos que en 1971 el film impactaba por su violencia - claro, muy pocos se habían expresado en esos términos previamente , y que ese lenguaje corrió como reguero de pólvora, masificando la brutalidad hasta el día de hoy. No existe serie de TV ni película de acción que no muestre violencia en sus escenas, o posters de individuos portando armas. Puede decirse que es un culto idiota que rinde la gente a esta clase de productos (me incluyo), y que pasa a ser algo cultural. Hoy, cualquier espectador de un film que incluya a un villano desea su muerte, y cuando el nivel de sadismo aumenta, el héroe debe responder con medios similares o peores. Sin duda es triste y es un tema de largo debate, porque Harry el Sucio debería ser una obra aislada (o una de tantas), obviamente con su importancia, pero no debería haber sido copiada hasta el hartazgo, pasteurizando los métodos violentos y masificando el culto a las armas. Quizás el tema pase porque en el mundo moderno hemos perdido la ingenuidad o la creencia en ciertos valores, y hoy crecemos y aceptamos el hecho de que todos tenemos derecho a la venganza frente a la agresión. Y ya no hablo de justicia, sino de devolver la moneda con igual o mayor violencia. Posiblemente el lector crea que quien redacta estas líneas vive en un monasterio, pero debe tomar esto como una reflexión en su justa medida.

Si hoy hiciera un viaje en el tiempo y mostrara Harry el Sucio a una persona de los años 50 o 60, se shockearía. Posiblemente repudiaría el film. Pero hoy, en la era de la violencia masificada, es un simple film de matineé en comparación con otras obras que la han superado en brutalidad (sino, vean cualquier film de Verhoeven). Y con el problema que hemos rendido culto a las armas, y festejamos la potencia del Magnum 44, perdiendo noción que el impacto descomunal de semejante disparo recae sobre un ser humano. Es cierto, sobre un villano, pero no deja de ser una persona. E incluso, llegando a mas allá, podríamos aterrorizarnos si redefinieramos el concepto y planteáramos que Harry el Sucio estuviera obsesionado con alquien que piensa que es el asesino y termina siendo una persona inocente (usted, yo, cualquiera). El problema de la masificación del modelo es que se pierde la noción de la realidad, tal como cuando vemos la Guerra de Irak en la CNN, con el mismo interés y asombro como quien ve un video game (por ejemplo, el bombardeo nocturno de la Guerra del Golfo), sin pensar en vidas humanas, carne y sangre destrozados por las bombas.

Es un problema de valores y de cultura. Cualquier film violento o sádico que supere en métodos sangrientos a los anteriores, seguramente shockeará, pero al cabo de unos años será el standard del género, y lo veremos a las dos de la tarde por cable. Quizás el ser humano tiene una tendencia pornográfica por la violencia, asimilando cada vez mayor cantidad de métodos sanguinarios y explícitos con menor incomodidad. Indudablemente Harry el Sucio es un gran film, ampliamente disfrutable, pero como metáfora sobre la violencia es un fracaso. No provoca que el individuo se sienta incómodo con sus escenas y con los ideales de sus personajes, sino que termina por pedir más. Y a partir de este film, continuarían otros de la serie con Eastwood como protagonista, ampliando las características ultra violentas del personaje y de los villanos, pero disminuyendo el nivel de calidad del argumento hasta la patética Sala de Espera al Infierno en 1988, donde Harry el Sucio termina por ser una caricatura de sí mismo.(2)




Saludada en su día como una apología del fascismo (aunque en relación con films posteriores sea casi candorosa), es una de las obras más consistentes de su director, pese a lo discutible de sus implicaciones ideológicas. El rigor de su puesta en escena y el admirable clima de tensión conseguido la convierten en una de las piezas clave del cine de acción de los 70. Sus secuelas ya serían otro cantar.(3)

El duro y cínico policía Harry Callahan (Clint Eastwood), cargado con su Magnum 44, es conocido por sus métodos poco ortodoxos contra el mundo del crimen como Harry el Sucio.

Su nueva misión será localizar a un asesino apodado Escorpión (Andy Robinson), quien está causando el terror en las calles de San Francisco.

La primera y mejor incursión cinematográfica del expeditivo inspector de la policía de San Francisco Harry Callahan, un hombre amargado por la muerte de su esposa que no se detendrá ante los códigos morales que construyen la forma general de actuación marcada por sus superiores para detener a un peligroso psicópata autodenominado Escorpión y así expiar su rabia interna.

Dedicada al cuerpo policial de la citada ciudad californiana, "Harry el sucio" es una película (al margen de establecer consideraciones éticas sobre los métodos utilizados por su protagonista) de magistral factura visual, rítmica narrativa, acertados giros que mantienen constantemente el interés de la trama, y jazzística (la música jazz es la favorita de Eastwood) partitura del compositor argentino Lalo Schrifin.

La cuestión de si este film puede deparar un mensaje fascista y poco edificante, debido al planteamiento de que la violencia sólo puede ser aplacada con más violencia en vez de constituir un sistema más juicioso y sensato asentado en pilares educativos y racionales que eviten el germen de esa violencia, es un asunto del propio espectador de magnificar ese presunto mensaje en vez de disfrutar con un muy estimable thriller de acción.

Es una intriga criminal centrada en la básica lucha entre el bien y el mal, y motorizada por un hombre resentido y solitario, con conexión no muy lejana al incorporado por Gary Cooper en "Sólo ante el peligro", nexo ilustrado en la acción final de esta fenomenal película.

El asesino está interpretado por Andy Robinson, un actor recordado principalmente por esta actuación y que puede ser visto en títulos como "Máscara" (1985), "Cobra" (1986) o "Hellraiser" (1987). (4)

El personaje del policía Harry Callahan, creado por Don Siegel e interpretado por Clint Eastwood, marcó un hito en la historia del cine negro americano. La cosmovisión de este peculiar inspector de policía, y más concretamente su punto de vista sobre la justicia en un régimen democrático, es fácil de resumir: El sistema no funciona. Y lo que es peor, jamás funcionará mientras siga manejado por la actual patulea de blandengues (jueces, abogados y fiscales mayormente) más preocupados de garantizar el respeto a las normas legales que protegen a los ciudadanos, incluso a los sospechosos de haber delinquido, que de castigar severamente las infracciones cometidas. En definitiva, los estrambóticos partidarios del código penal frente al saludable y efectivo magnum del calibre 44.

Dicho esto así podríamos pensar que el entrañable Harry no es más que un cabrón fascistoide, pero eso sería de un reduccionismo imperdonable tratándose de un personaje con una personalidad tan compleja. Efectivamente, a lo largo de las cinco entregas de que consta la serie "Callahan", asistimos a una curiosa evolución del personaje que intentaremos resumir para ustedes. No, no es que Harry el Sucio deje por un momento de ser el energúmeno que tanto fascina a sus fieles seguidores, sino que los asuntos tratados a lo largo de la saga constituyen un abanico temático de lo más sugerente. Rockeros, terroristas psicóticos y feministas radicales son enemigos a batir puntualmente en algunas de las entregas, pero sin perder de vista nunca a los auténticos culpables del penoso estado de postración moral de la sociedad, que en este caso aparecen encarnados en los superiores de policía y los sucesivos alcaldes de San Francisco, incapaces de apreciar el verdadero valor de los cojones de Harry y su entrañable "magnum 44" hasta que es demasiado tarde.

Pero vayamos con los contenidos de esta apasionante saga cinematográfica.

HARRY EL SUCIO


El personaje de Callahan aparece dibujado en sus rasgos más sobresalientes ya desde el principio de la película: Un atraco a un banco acaba como el rosario de la aurora, con los atracadores de color (negro) despanzurrados por la acera. Uno de ellos, interpretado por Albert Popwell (retengan este nombre, por favor) protagoniza junto con Eastwood una de las escenas recurrentes en la serie, con un famoso diálogo que ya ha pasado a engrosar la lista de las mejores frases de la historia del cine:

Harry: Sé lo que estás pensando. Yo tampoco recuerdo si he disparado todas las balas o aún me queda una en la recámara. Mueve un solo músculo y así saldremos de dudas los dos. Vamos, alégrame el día.

El malo de esta primera entrega no es, curiosamente, miembro de ninguna minoría étnica en particular. Por el contrario es rubio, de rasgos caucasianos y tiene la cabeza como un puto sonajero. Por si fuera poco, para conjurar eventuales acusaciones de racismo, Callahan no tiene el menor inconveniente en admitir como compañero de trabajo a un hispano (Chico Fernández) que por increíble que parezca acaba la película con vida.

HARRY EL FUERTE

Tal vez por las agrias protestas que la primera entrega de la serie provocó en cierto sector de la crítica (los sempiternos capullos empeñados en que el cine tiene que respetar un mínimo código ético y otras mariconadas), en esta segunda película Harry se convierte en defensor del estado de derecho. En realidad no es que Callahan ya no esté convencido de que el sistema está podrido y haya que hacerlo saltar por los aires, sino que, como él mismo dice en la película: "el sistema no me gusta. Pero mientras no haya otro mejor lo defenderé".

En esta película un grupo de policías de tráfico encabezados por David Soul (sí, coño, claro que le suena; es el rubio de Starsky y Hatch) ponen en práctica un revolucionario método para agilizar los trámites judiciales, consistente en vaciar el cargador del arma en la cabeza de cualquier sospechoso. En este sentido son más papistas que el Papa, o por decirlo con más propiedad, más harrystas que "el Harry". Por increíble que parezca, Callahan no se une entusiasmado a esta pintoresca banda policiaco-judicial, sino que por el contrario la combate valerosamente hasta desactivarla (al estilo Callahan, claro).

En esta entrega, el personaje interpretado por A. Popwell (el atracador negro de "Harry el sucio", recuerden) asciende en la escala social del crimen y aparece caracterizado de proxeneta de baja estofa, con cadillac de color rosa y tapicería de leopardo. Como es natural le matan sin más contemplaciones.

HARRY EL EJECUTOR


En esta película los enemigos de Harry son una banda de sonados que forman uno de los grupos terroristas más patéticos que ha dado la industria del cine. Casi dan lástima cuando Callahan acaba con ellos.

Destacamos de este nuevo episodio de la saga el hecho novedoso de que el nuevo compañero de Harry es, esta vez, una mujer. La tía los tiene bien puestos, no crean, y a pesar de los tacones y de llevar la pistola en el bolso (patético, sí) llega incluso a salvarle la vida a nuestro héroe entregando la suya propia.

Popwell, por su parte, sigue su imparable ascenso al estrellato y aquí encarna a "Mustafá", un ratero con posibles, jefe de una minibanda, que colabora con Harry en la persecución de los terroristas (un jodido chivato, para qué nos vamos a engañar).

LA LISTA NEGRA



Liam Neeson hace su aparición por primera y única vez en la serie de Harry el Sucio, interpretando a un director de cine que tiene que sufrir a Jim Carrey como estrella de rock con la que ha de rodar un filme. Sí amigos, incluso en los templos más sagrados del cine-cine aparece el capullo de Carrey. Incomprensiblemente Harry no le pega dos tiros después de oirle cantar gestualizando histriónicamente como nos tiene acostumbrados. Una prueba más de que en el fondo del corazón de Harry late cierta humanidad.

Esta entrega de la serie aporta como hito una nueva estética en el arranque del film, pues aunque los créditos siguen apareciendo sobre una imagen aérea de la ciudad de San Francisco (en realidad podemos considerar que esta ciudad, la Sodoma de nuestra era, es prácticamente otro personaje de la película), esta vez está rodada de noche, con las lucecitas en todos los edificios, lo que aporta a esta cinta un innegable toque de sofisticación.

Albert Popwell aparece de nuevo, pero esta vez en la cima del olimpo interpretativo; nada más y nada menos que encarnando al compañero de Harry Calahan. Por desgracia lo asesinan al cuarto fotograma.

IMPACTO SÚBITO


Esta es por el momento la última película de la saga, y a juzgar por el lamentable estado físico de Eastwood (qué cosas, cómo pasa el tiempo), la que cierra definitivamente este glorioso ciclo.

En esta ocasión, una chica que ha sido violada por una pandilla de delincuentes de ínfima estofa, en lugar de molestar a los pesados servidores de la ley y la justicia con sus problemas decide solucionarlos ella misma mediante el saludable método de meterle a cada uno de los culpables un tiro en los cojones, vaciándoles posteriormente el cargador en la zona occipital. Harry comienza a sospechar que alguien le está robando protagonismo en la impartición sumaria de justicia por la vía expeditiva, así que inicia sus pesquisas hasta dar con la "culpable". Por supuesto, al conocer el drama humano que motiva el afan justiciero de la muchacha Callahan no puede por menos que emocionarse (al fin y al cabo no todos los días encuentra uno un alma gemela), así que le echan la culpa de los crímenes al último pringadillo que la palma y a vivir que son dos días. ¿Es para emocionarse o no?.

Como estamos seguros de que Usted, lector habitual de LPD, ha notado sobradamente el carácter apologético de este artículo, no vamos a perder el tiempo recomendándole vivamente las cinco películas. Tan sólo insistiremos en que si no lucen primorosas en las estanterías de su hogar, Usted no merece llamarse cinéfilo.(5)


FRASES

• Anda, alégrame el día.

• Ya sé lo que estás pensando: "¿he disparado seis o sólo cinco veces?" La verdad, con todo este ajetreo yo también he perdido la cuenta, pero dado que esta pistola es una Magnum 44, el arma más poderosa del mundo, que puede volarte la cabeza de un tiro, sólo tienes que responderte a ti mismo: "¿es mi día de suerte?"

• No sabrás cuándo, pero te estaré vigilando... (6)

  
CITAS:

1.- http://es.wikipedia.org/wiki/Harry_el_sucio


2.- http://www.sssm.com.ar/arlequin/dirty-harry.html

3.- http://www.fotogramas.es/Peliculas/Harry-el-sucio/Critica

4.- http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article741.html

5.- http://www.lapaginadefinitiva.com/cine/peliculas/harry.htm

6.- http://mundifrases.com/tema/harry-el-sucio/2406



miércoles, 11 de abril de 2012

MILLION DOLAR BABY



Million Dollar Baby es una película dramática estadounidense de 2004 dirigida por Clint Eastwood, quien también participó en la producción, compuso la banda sonora e interpretó uno de los papeles principales. Además de Eastwood, protagonizan la película Hilary Swank y Morgan Freeman. El guion, escrito por Paul Haggis, está basado en la novela Rope Burns: Stories From the Corner de F.X. Toole. Narra la historia de Frankie Dunn, un veterano entrenador de boxeo ya al final de su carrera, y sus esfuerzos por ayudar a una boxeadora a llegar hasta lo más alto, aunque entrenar a una mujer esté contra sus criterios.

El largometraje fue galardonado con más de cuarenta premios nacionales e internacionales. Recibió cuatro premios Óscar, incluyendo mejor película, mejor director, mejor actriz principal (Hilary Swank) y mejor actor secundario (Morgan Freeman).



FICHA TÉCNICA

Título Million Dollar Baby (España/Argentina)

Golpes del destino (México/Perú/Venezuela)

Dirección Clint Eastwood

Producción Clint Eastwood, Paul Haggis, Tom Rosenberg , Albert S. Ruddy

Guion Paul Haggis

Basado en la novela Rope Burns: Stories From the Corner de F.X. Toole

Música Clint Eastwood

Fotografía Tom Stern

Montaje Joel Cox

Vestuario Deborah Hooper

Protagonistas Clint Eastwood, Hilary Swank, Morgan Freeman, Jay Baruchel

Mike Colter, Lucia Rijker, Brían F. O'Byrne, Anthony Mackie

Margo Martindale, Riki Lindhome, Michael Peña, Bruce McVittie

País(es) Estados Unidos

Año 2004

Género Drama, deportes

Duración 132 minutos

Productora Warner Bros. Pictures, Lakeshore Entertainment, Malpaso Productions

Albert S. Ruddy Productions, Epsilon Motion Pictures

Distribución Lakeshore Entertainment

ARGUMENTO

La película cuenta la historia de Maggie Fitzgerald (Hilary Swank), de 31 años, que desea ser boxeadora profesional. Diariamente se entrena en el gimnasio de Frankie Dunn (Clint Eastwood), un entrenador cuyo deseo es que su protegido, Willie (Mike Colter), sea campeón. En el mismo gimnasio también trabaja Eddie "Scrap-Iron" Dupris (Morgan Freeman), un antiguo boxeador ciego de un ojo, y viejo amigo de Frankie.

En un comienzo, Maggie intenta sin éxito que Frankie la entrene, pero éste la rechaza continuamente, inclusive cuando Dupris intercede en su favor. Cuando Willie deja a Frankie por otro manager llamado Mickey Mack, dos peleas antes del título, Frankie finalmente accede a entrenar a Maggie hasta su primera pelea. No obstante, Frankie entrega a Maggie a otro entrenador, ya que ella se muestra impaciente por pelear y Frankie considera que todavía no estaba lista.

Durante la pelea, Frankie descubre que el entrenador de Maggie ha hecho un trato con el entrenador de su oponente, por lo que Frankie recupera el control de Maggie durante la pelea, que estaba perdiendo, y gracias a su ayuda, logra recuperarse y ganar. Finalmente, Frankie acepta entrenar a Maggie, si bien deja claro, que esto tiene carácter temporal.

Mientras Maggie entrena, se revela que Frankie tiene una hija a la que escribe frecuentemente sin obtener respuesta, ya que, por razones no especificadas, ella está enfadada con su padre desde hace varios años. Además, se revela también que el padre de Maggie murió hace varios años, y pronto se forma una relación padre-hija entre Frankie y Maggie.

Al ir ganando más peleas, Maggie gana más dinero, que ahorra para comprar una casa a su madre, ya que esta vivía con otra hija y un nieto en un parque de caravanas. No obstante, después de burlarse de la profesión de Maggie, la madre le recrimina el hecho de haberle regalado una casa, ya que si las autoridades se enteraban, perdería las ayudas sociales que recibe. Durante el viaje de regreso, Maggie lleva a Frankie a un restaurante donde venden pastel de limón casero, y le cuenta acerca de un perro enfermo que tuvieron, y que su padre mató al empeorar su salud.

Al aumentar su fama, Maggie realiza un tour por Europa, donde una racha de victorias la vuelve aún más popular. Maggie es reconocida en Europa por el sobrenombre de Mo Cuishle, una frase gaélico ideada por Frankie, cuyo significado Maggie desconoce. Finalmente, Frankie permite que Maggie luche por el título femenino de peso welter contra la actual campeona Billie "La Osa Azul" (Lucia Rijker), (boxeadora en la vida real), conocida por pelear sucio.

La pelea se disputa en Las Vegas, y aunque inicialmente Billie parece ganar la pelea, Maggie se recupera gracias a los consejos de Frankie. Cuando termina un asalto, Maggie se vuelve para dirigirse a su esquina, dándole la espalda a La Osa, la cual aprovecha para golpear por la espalda a Maggie, que cae sobre el banco de su esquina, partiéndose la columna a la altura del cuello.

Maggie queda tetrapléjica, inmóvil de cuello para abajo y con necesidad de un respirador. Frankie pasa todo su tiempo al lado de su cama en el hospital y hace que la trasladen para estar más cerca de su casa, donde permanece a su lado.

La familia de Maggie anuncia que van a visitarla, incluyendo a su hermano que acababa de salir de prisión. Sin embargo, acuden al hospital varios días después de haber llegado a la ciudad, vestidos con camisetas de parques de atracciones que han visitado antes de ir a ver a Maggie, y con un abogado. Sus familiares intentan convencerla de que los haga responsables de sus bienes, pero Maggie descubre finalmente el verdadero carácter de su familia y los rechaza. Desde entonces, Frankie queda sólo con Maggie, a la cual le amputan una pierna al sufrir en ella una gangrena.

Con el tiempo, Maggie le pide a Frankie que la mate, ya que ya había realizado su mayor deseo, que era ser una boxeadora famosa y conocer el mundo. Frankie se horroriza ante tal proposición, pero después de varios intentos de suicidio por parte de Maggie (mordiéndose la lengua), finalmente accede. Le desconecta el respirador que le proporciona oxígeno y le inyecta una sobredosis de adrenalina a Maggie, que muere. Durante la inyección, Frankie le revela a Maggie el significado de Mo Cuishle: "Mi amor, mi sangre".

El narrador de la película, que no es otro que Dupris, dice que después, Frankie desapareció. La narración resulta ser una carta que Dupris está escribiendo a la hija de Frankie, en un intento de mostrarle "la clase de hombre que era" su padre. La última escena da a entender que Frankie está en el restaurante donde había comido con Maggie pastel de limón durante uno de sus viajes.

La solución final del relato despertó críticas en Estados Unidos por parte de grupos de activistas y de la derecha católica estadounidense por considerar que justificaba la eutanasia.

Crítica

La revista Fotogramas, en la convocatoria anual de críticos españoles para elegir las mejores películas de 2005 (contando con críticos de los más prestigiosos medios, como Cartelera Túria, Cadena Ser, ABC, Levante-EMV, El Mundo, etc.) proclamó a Million Dollar Baby como la mejor película extranjera del año.

Premios recibidos

Premios Óscar

Categoría                                   Persona                                               Resultado

Mejor película                            Clint Eastwood, Paul Haggis                Ganadores

Mejor director                           Clint Eastwood                                    Ganador

Mejor actor de reparto               Morgan Freeman                                 Ganador

Mejor actriz                               Hilary Swank                                        Ganadora

Óscar al mejor actor                  Clint Eastwood                                     Candidato

Óscar al mejor guion adaptado   Paul Haggis                                          Candidato

Óscar al mejor montaje               Joel Cox                                              Candidato

Million Dollar Baby consiguió 7 candidaturas a los Premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas en su 77ª edición. La película ganó el Óscar a la mejor película, al mejor director (Clint Eastwood), actriz principal (Hilary Swank) y mejor actor de reparto (Morgan Freeman). El resto de nominaciones fueron al mejor actor principal (Clint Eastwood), mejor guion adaptado (Paul Haggis) y mejor montaje.

Además consiguió 5 nominaciones al Globo de oro de la Asociación de prensa extranjera de Hollywood, ganando como Mejor Director (Eastwood) y Mejor Actriz Dramática (Swank), quedando relegada por Mejor Película Dramática, Mejor Actor de Reparto (Freeman)y Mejor Banda Sonora. (1)





SINOPSIS

Frankie Dunn (Clint Eastwood) ha entrenado y representado a los mejores púgiles durante su dilatada carrera en los cuadriláteros. La lección más importante que ha enseñado a sus boxeadores es el lema que guía su propia vida: por encima de todo, protégete primero a ti mismo. Tras una dolorosa separación de su hija, Frankie ha sido incapaz durante mucho tiempo de acercarse a otra persona. Su único amigo es Scrap (Morgan Freeman), un exboxeador que cuida del gimnasio de Frankie y sabe muy bien que tras el arisco exterior de su colega, hay un hombre que acude a misa diariamente desde hace 23 años, buscando una redención que hasta ahora le elude. Entonces, Mag-gie Fitzgerald (Hilary Swank) aparece un día en su gimnasio. Maggie nunca ha tenido mucho, pero sí posee algo que muy poca gen-te en el mundo tiene: sabe lo que quiere y está dispuesta a hacer lo que haga falta para conseguirlo. En una vida de lucha constante, Maggie ha llegado hasta donde está apoyándose en su innato ta-lento, impasible concentración y tremenda fuerza de voluntad. Pero más que nada, lo que desea es a alguien que crea en ella. La última cosa que Frankie necesita en este mundo es asumir ese tipo de responsabilidad, y no digamos de riesgo. Sin rodeos, le describe a Maggie la amarga realidad: ella es demasiado mayor, y él no entrena a chicas. Pero la palabra ‘no’ carece de significado cuando no se tiene elección. Incapaz de abandonar su máxima ambición en esta vida, Maggie se machaca cada día en el gimnasio, con el único apoyo de Scrap. Finalmente, convencido por la inquebranta-ble determinación de Maggie, Frankie acepta a regañadientes entrenarla. Inspirándose y exasperándose mutuamente según les va el día, ambos van descubriendo que comparten un espíritu que trasciende el dolor y las pérdidas de su pasado, y encuentran el uno en el otro ese sentimiento de familia que perdieron hace mucho tiempo. Lo que no saben es que pronto tendrán que afrontar una batalla que exigirá más esfuerzo y coraje que ninguna otra que hayan conocido. (2)


Contra las cuerdas

Con 74 años, Clint Eastwood sigue en plena forma creativa. Sin dormirse siquiera un momento en los laureles de su anterior film, el aplaudido Mystic River, vuelve a entregar otro que ha acaparado siete nominaciones a los Oscar, de los que ha materializado cuatro, película, director, actriz principal y actor de reparto. Y no sólo dirige con mano firme y ritmo sobresaliente su mejor título desde Sin perdón, sino que entrega una magnífica interpretación.

El guión de Paul Haggis toma elementos de los relatos de boxeo de F.X. Toole, reunidos en el libro Rope Burns. Stories from the Corner. Principalmente del que da título a la película, pero también de otro llamado Agua helada (allí aparece Scrap, el personaje del narrador, y el enclenque pero voluntarioso boxeador llamado Peligro). Y aunque ambientada en ambientes pugilísticos, estamos sobre todo ante la historia de un tipo, Frankie Dunn, un entrenador de boxeo que por razones innombradas ha perdido el amor de su hija. La llegada a su gimnasio de Maggie Fitzgerald, una joven terca y decidida, que sueña con triunfar en el ring, le ofrece la oportunidad de poner en marcha una suerte de amor paterno. Cuando este amor reencontrado se halla en peligro, Frankie se ve en una disyuntiva moral que le puede hundir en el más profundo de los abismos.

La película fluye con enorme naturalidad. La voz en off del personaje de Morgan Freeman, un completo acierto, se justifica del todo en el desenlace, con una función semejante a la que tenía en Cadena perpetua. La armonía es total entre las imágenes de entrenamientos y combates, y los diálogos y silencios necesarios para ahondar en los puntos fuertes y en las heridas profundas de los personajes. Uno de ellos, el torpe púgil Peligro, ofrece el necesario y casi único contrapunto cómico de esta amarga película, aunque tenga también un deje de patetismo. La soledad de Maggie (estupenda Hilary Swank) queda de manifiesto cuando conocemos a su familia, lo que refrenda la percepción de que en Frankie ha encontrado un padre.

Eterno fatalista, Eastwood insiste en la idea de que, con harta frecuencia, los mejores planes acaban torciéndose. Pero hay que reconocerle que no hace trampas con el espectador. Cuando uno de los personajes expresa su deseo de morir, el director juega con todas las cartas sobre la mesa. No estamos, ni mucho menos, ante un eco de Mar adentro, tampoco en el ponderado retrato de un sacerdote católico que tiene calado a su feligrés, y que sabe que su gran ‘tema’ es su hija y no ciertas disquisiciones teológicas de las que le gusta charlar. El final de la película de Eastwood atrapa casi a la letra, pero con imágenes, las últimas palabras del relato de Toole: “Con sus zapatos en la mano, pero sin su alma, [Frankie bajó en silencio la escalera de atrás y se marchó, con los ojos tan secos como una hoja agostada.”

Eastwood toma el relevo

El guionista del film, Paul Haggis, es un hombre curtido en el mundo de la televisión, quien asegura que “me gané bien la vida durante mucho tiempo siendo un mal escritor”. Entre otras series de la pequeña pantalla, ha pasado por Treintaytantos, EZ Streets y Family Law. Allí fue el director de varios episodios, lo que le permitió optar a dirigir por primera vez en cine un guión que él mismo había escrito: Million Dollar Baby. El caso es que apalabró la presencia de los actores Hilary Swank y Morgan Freeman. Para el personaje de Frankie, Haggis siempre había pensado en Clint Eastwood. De modo que le hizo llegar el guión a través del productor Al Ruddy. Eastwood respondió diciendo que había pensado en no volver a actuar nunca más, pero que le había gustado tanto el guión que además de hacerlo, quería dirigir. Así que Haggis no se lo pensó dos veces: “¿Cuándo voy a volver a tener otra oportunidad de trabajar con Clint Eastwood? Sería de idiotas, dejarlo pasar.” No se equivocó, pues Eastwood hizo una película fabulosa, y encima no modificó ni una línea del guión. Por si fuera poco le encargó el guión del que será su próximo film, Flags of Our Fathers. Además, Haggis acabó dirigiendo una película: Crash.



Semejanzas y diferencias

Los hechos que narra la película han sido imaginados por el escritor F.X. Toole. Pero parece que este antiguo entrenador y “cut man” en combates de boxeo profesional se inspiró en el caso real de Katie Dallam para crear a Maggie Fitzgerald. Aunque nunca lo sabremos con certeza, pues Toole murió en el año 2002. Aquí van algunas caracteristicas que comparten ambas mujeres: las dos son de Missouri, y de extracción social baja. Sus familias eran problemáticas. Tanto Katie como Maggie, superada ya la treintena de años, decidieron probar fortuna en el mundo del boxeo.

A partir de aquí, amigo lector, si no has visto el film, quizá sea mejor que no sigas leyendo. En la película, Maggie gana varios combates antes de sufrir el golpe fatal con un taburete. En la vida real, Katie quedaría tetrapléjica en su primer combate, pero no se dio cuenta de la gravedad de la lesión hasta que se desmayó en el vestuario; además, la noche anterior se vio envuelta en un accidente de coche, que pudo influir en su lesión posterior. Y su combate fue con una jamaicana, y no con la mala bestia rusa que usa en la pelea todas sus malas artes. La jamaicana era una buena persona, y visitó a Katie en el hospital para interesarse por su estado.

Aunque quizá la gran diferencia entre las dos mujeres, es que Katie sigue vivita y coleando. Ha seguido un proceso de rehabilitación, cuenta con la ayuda de su hermana Stephanie, que la cuida todo el tiempo, y alimenta el amor por la vida dedicándose a pintar. Katie no oculta la dureza de su situación, y que a veces ha sufrido depresión y ganas de quitarse la vida. Sobre la película, comenta: “Fue duro verla, pero también bueno. (…) He recorrido un largo camino, y debería fijarme en lo que he logrado.”

Entrenadora y mala bestia

Bill ‘Blue Bear’ Astrakhov. Así se llama la boxeadora rusa que combate con Maggie Fitzgerald, y que hace honor a su nombre de guerra, pues es un auténtico oso. Para encarnar a esta púgil que utiliza malas artes en el ring ,se acudió a una boxeadora auténtica, llamada Lucia Rijker. ¿Y quién entrenó a Hilary Swank para hacer verosímil a su personaje? Pues una mujer llamada… ¿Lucia Rijker? A eso se le llama matar (con perdón) dos pájaros de un tiro. Por cierto que está luchadora holandesa fue una de las opciones barajadas para el papel de Terminatrix en Terminator 3. La rebelión de las máquinas.



Familias y familias

El film hace un retrato de la familia de Maggie nada favorecedor. Ella, una vez triunfa en el boxeo tiene la ilusión de ayudarles, y buscar para ellos una casa mejor. La escena en que toda feliz les lleva a la casa que acaba de comprar, resulta estremecedora por la frialdad con que es acogido el regalo, una frialdad acompañada de reproches. Esta actitud negativa de la familia de sangre queda confirmada en la escena del hospital, donde se explica su increíble demora a la hora de visitarla, porque han estado haciendo turismo en un parque de atracciones. El contraste es claro, la auténtica familia de Maggie la forman Frankie, una figura claramente paterna, y Scrap. Eastwood acostumbra a mostrar en sus filmes grupos de personas que desarrollan lazos estrechos que los asemejan a auténtica familias. “No es consciente”, explica Eastwood, “pero supongo que me atrae ese tipo de historias. Son las relaciones entre los personajes lo que me interesa, las de una familia que se constituye más que las de una familia ya existente.” (3)




FRASES:

• A un boxeador que sólo tenga corazón sólo le espera una paliza.

• A veces la mejor manera de dar un puñetazo es retrocediendo.

• Papá decía que luché para entrar en este mundo y que lucharía para salir de él.

• Entonces salió de allí, creo que ya no sentía nada... a lo mejor ya no le quedaba nada en el corazón.

• A Maggie le gustaba dejar KO al primer golpe.

• —No me llames "jefe", no soy tu jefe, así que deja de llamarme así. —Si dejo de llamarle jefe, ¿me ensañará? —No. —Pues entonces seguiré llamándole "jefe".

• La magia de librar batallas más allá de lo humanamente soportable se basa en lo mágico que resulta arriesgarlo todo por un sueño que nadie más alcanza a ver excepto tú.

• El boxeo es un acto antinatural porque todo va al revés. Si quieres desplazarte hacia la izquierda, no das un paso a la izquierda, cargas sobre el pie derecho. Para desplazarte hacia la derecha usas el pie izquierdo. En vez de huir del dolor como haría una persona cuerda, das un paso hacia él. En el boxeo todo va al revés.

• A la gente le encanta la violencia. Cuando ven un accidente reducen la velocidad para ver si hay muertos, son los que dicen ser amantes del boxeo. No tienen ni idea de lo que es. El boxeo es cuestión de respeto, de ganarte el tuyo y quitárselo al contrario.

• Los ganadores son simplemente aquellos que están dispuestos a hacer cosas que no harán los perdedores.

• Ser duro no es suficiente.

• Para ganar en el boxeo, hay que moverse hacia atrás. Pero si retrocedes demasiado, al final ya no estás luchando.

• Hay magia cuando sigues luchando más allá de tu resistencia. La magia de darlo todo por un sueño que nadie más ve a parte de ti.

• Si esperas demasiado no tendras nada. (4)





CITAS:
1.- http://es.wikipedia.org/wiki/Million_Dollar_Baby


2.- http://www.labutaca.net/films/30/milliondollarbaby.htm

3.- http://www.decine21.com/Peliculas/Million-Dollar-Baby-384

4.- http://mundifrases.com/tema/million-dollar-baby/2777/pagina/3




jueves, 29 de marzo de 2012

LOS PUENTES DE MADISON





FICHA TÉCNICA

Título 'The Bridges of Madison County' Los puentes de Madison

Dirección Clint Eastwood

Producción Clint Eastwood, Kathleen Kennedy

Guion Richard LaGravenese., Novela de Robert James Waller

Música Lennie Niehaus

Fotografía Jack N. Green

Montaje Joel Cox

Protagonistas Meryl Streep, Clint Eastwood, Annie Corley, Victor Slezak, Jim Haynie

País(es) Estados Unidos

Año 1995

Género Drama romántico

Duración 134 minutos

Productora Warner Bros. Amblin Entertainment Malpaso Productions

Distribución Warner Bros. Pictures


SINOPSIS

Los puentes de Madison (título original en inglés: The Bridges of Madison County) es una película estadounidense de 1995 dirigida por Clint Eastwood e interpretada por el propio Eastwood junto a Meryl Streep, Annie Corley, Victor Slezak y Jim Haynie, entre otros. El guion, escrito por Richard LaGravenese, es una adaptación de la novela homónima de Robert James Waller y explora la relación entre Francesca, ama de casa, y Robert Kincaid, fotógrafo.

Meryl Streep fue candidata al Óscar a la mejor actriz en la 68ª entrega de los premios, si bien fue Susan Sarandon quien obtuvo el galardón.(1)

La película se sitúa en 1965. Relata la historia de Francesca (Meryl Streep), una solitaria ama de casa italiana residente en Iowa, que se había casado con un soldado estadounidense y emigrado a Estados Unidos. Mientras su esposo e hijos se encuentran fuera, en la feria del Estado de Illinois, conoce a un fotógrafo, Robert Kincaid (Clint Eastwood), que ha llegado al condado de Madison (Iowa) para realizar una serie fotográfica sobre los puentes cubiertos de la zona para National Geographic, y se enamora de él.

Los cuatro días que pasan juntos suponen para ella un giro fundamental en su vida por la relación extramatrimonial que mantiene con él, historia que refleja en un diario que sus hijos descubren después de su muerte.

Premios

Premios Oscar

Año Categoría Persona Resultado

1996 Mejor Actriz Meryl Streep Candidata

Globos de Oro

Año Categoría Persona Resultado

1996 Globo de Oro a la mejor película - Drama Candidata

1996 Globo de Oro a la mejor actriz - Drama Meryl Streep Candidata

Premios BAFTA

Año Categoría Película Resultado

1996 BAFTA a la mejor actriz Meryl Streep Candidata

Premios SAG

Año Categoría Persona Resultado

1996 Premio SAG a la mejor actriz protagonista Meryl Streep Candidata



COMENTARIOS


Hasta hace tan sólo unos días no había visto ‘Los Puentes de Madison’, una de las películas más famosas del gran Clint Eastwood. Alberto, fan declarado de la película (aunque no la puso entre sus favoritas el muy coruñés), ya me amenazó en su momento con no permitirme volver a pisar su estupendo local hasta que no hubiera contemplado ese triste y emotivo final bajo la lluvia. Y es que, en ocasiones, sin razón aparente, hay títulos de este calibre que vas dejando para más adelante, como si nunca fuera el mejor momento para sentarse y enfrentarse al visionado; eso sí, entre tanto te has ido tragando un mar de productos penosos. Es lo gracioso del asunto.

En fin, a lo que iba. Hace poco compré la película en cuestión, a muy buen precio, y me decidí a verla antes que acabara el año. Deliciosamente acompañado, me encontré tras ver ‘Los Puentes de Madison’ con una sensación ligeramente agridulce. El film tiene partes gloriosas pero también otras lamentables. El resultado global es muy poderoso, desde luego, pero no deja de ser una pena que tenga esos bajones puntuales tan extraños.

El guión de ‘Los Puentes de Madison’ (‘The Bridges of Madison County’, 1995), escrito por Richard LaGravenese, está basado en la novela homónima de Robert James Waller. Se nos sitúa en 1965 y se nos narra la historia de Francesca, una solitaria ama de casa, de origen italiano, residente en Iowa. Mientras su esposo y sus dos hijos se encuentran de viaje, Francesca conoce a un fotógrafo que ha llegado al Condado de Madison para realizar una serie de fotografías sobre los puentes cubiertos de la zona; ambos se enamoran. Los cuatro días que pasan juntos suponen para ella un giro fundamental en su vida. Una historia que reflejará en un diario dividido en cuatro partes que sus hijos descubren después de su muerte.

La película parte de la muerte de la protagonista, Francesca, para, a través de su diario, leído por sus dos hijos, contarnos la corta pero intensa historia de amor extramatrimonial que vivió con Robert, el fotógrafo del National Geographic que, casualmente, se paró junto a su casa. Eastwood hace gala de esa impresionante mezcla de sensibilidad y fuerza que caracteriza su cine. Increíble lo de este genio, lo fácil que puede lograr, en tantas películas, que se te ponga la piel de gallina. El amor que sienten los dos protagonistas se respira, se siente, se intuye, pero casi nunca se ve, apenas se nos revela de forma notoria. Es imposible no acordarse de esa maravilla titulada ‘Breve Encuentro’ (David Lean) mientras se ve ‘Los Puentes de Madison’. No sólo por la historia, por su desarrollo y desenlace, sino también por la nostálgica y dulce voz en off femenina que nos relata la experiencia, o por esa escena casi calcada en la que una ruidosa amiga de la protagonista interrumpe la inocente intimidad de los amantes. De todas formas, que no se me malinterprete, son películas muy diferentes y que la sinopsis tenga similitudes es de lo más corriente. También podríamos incluir aquí a ‘Deseando Amar’ y cerrar un fascinante triángulo cinematográfico sobre el adulterio.



El reparto de ‘Los Puentes de Madison’ podría dividirse en dos apartados, o dos parejas, muy diferentes. Por un lado, tenemos a los dos personajes que protagonizan la parte del presente, papeles de Victor Slezak y Annie Corley, y, por otro, a los dos amantes sobre los que gira la historia central, encarnados por Meryl Streep (nominada al Oscar por este trabajo) y Clint Eastwood. Es en la primera pareja de personajes donde está lo peor de la película. Me resulta incomprensible que Eastwood permitiera semejantes actuaciones, lamentables, por parte de Slezak y Corley, aparte de que sus diálogos sean también flojísimos y en ocasiones absurdos. Lo de Corley es de juzgado de guardia, hay momentos en que incluso parece que imita al Chandler de ‘Friends’. No te llegan a estropear la película, ni muchísimo menos, pero cada vez que salen es que dan ganas de darle al botón de avanzar; a excepción, eso sí, de uno de los momentos finales, en el puente, que es bellísimo.

Todo lo contrario ocurre con los protagonistas, con Meryl Streep y Clint Eastwood. Ambos están sensacionales, inmejorables, formando una pareja memorable. Streep, sin duda una de las actrices de mayor talento que ha dado Hollywood, aparece sensual, fascinante, encarnando a la perfección a una mujer que, por unos días, encuentra una vía para esa dar rienda a la pasión que dormía olvidada en su interior. Atención al sutil acento que adorna su impresionante actuación o a esos graciosos gestos nerviosos que hace con las menos. En cuanto a Eastwood, me resultaría rarísimo que no hubiera estado también nominado al Oscar por esta película, si no fuera porque su faceta como actor siempre ha sido muy infravalorada. La leyenda viva nos ofrece todo un recital interpretativo y nos regala algunos momentos poderosísimos, como cuando se le saltan las lágrimas o el ya mencionado desenlace bajo la lluvia.

Por tanto, no incluiría ‘Los Puentes de Madison’ entre las cinco mejores películas de Eastwood como director, pero sí estaría entre las dos o tres primeras si me tocara defender la calidad de Eastwood como actor; algo que se ha venido discutiendo desde que casi no moviera un músculo para Sergio Leone. A Streep no hay que defenderla, pero si llegara el caso, aquí también realiza un trabajo extraordinario.

Como conclusión, nos encontramos ante un drama romántico de factura elegante y sencilla, de aire nostálgico, de emociones contenidas, con un final precioso que te mantiene sin respiración. Un título que debe estar en vuestra estantería favorita. (2)


Un maduro fotógrafo aventurero, intrepretado por Clint Eastwood, y una aburrida y soñadora ama de casa, interpretada por Meryl Streep, se conocen casualmente. El coche de Eastwood se ha averiado, y debe pedir ayuda desde la casa de Streep, en medio del campo. Ambos han tenido sus experiencias, y no esperan mucho más de la vida. Su relación, al principio tímidamente, se acaba convirtiendo en una apasionado romance adúltero que ninguno de los dos puede evitar.

El gran Clint Eastwood dice a propósito de su película: "Es una historia de relaciones humanas. No hay efectos especiales, sólo actores, amor y emoción. No creo que puede pedirse más al cine". Las interpretaciones que completan Eastwood y Streep son magistrales. Son los únicos personajes de la película, y consiguen darle el tono adecuado, intenso pero equilibrado. Los puentes de Madison es poderosa, sutil y muy sugerente, y de con este cambio de registro, Eastwood demuestra su maestría en el arte de dirigir. (3)




Cuatro son los días que la familia Johnson estará fuera de la granja. Francesca (Meryl Streept), un ama de casa dedicada durante muchos años al cuidado de los suyos, agradecerá sobremanera estas pequeñas vacaciones - que alejarán momentáneamente a su marido y a sus dos hijos- con la esperanza de que esos días dedicados única y exclusivamente a ella, le hagan borrar de alguna manera el gris de su rostro; reflejo de la cantidad de ilusiones sin cumplir, o quizá, según veamos más adelante; por cumplir.

Casi al tiempo que despide a su familia por el viejo camino de arena, acude a su granja Robert Kincaid (Clint Eastwood), un fotógrafo del National Geographic interesado en capturar bajo su objetivo los puentes Roseman y Holiwell.

El extranjero, algo perdido, reclama la ayuda de la bella italiana, con la que muy poco tiempo después le unirá algo más que una mera relación de cortesía.

Si revisamos un poco la historia del cine nos encontramos ante películas en las que hay como punto de partida estas viejas construcciones: los puentes ("El puente de Waterloo" , "Le notti bianche", "Breve encuentro", entre otras).

Releyendo el ensayo sobre los puentes en el cine de Chale Nafus, nos percatamos de que es una de las obras civiles más utilizadas en el séptimo arte y que en palabras del autor: "Muy pocas veces el personaje de una película cruza un puente sólo para llegar al otro lado.

El paso por el puente suele significar algún tipo de cambio; la transición a una nueva fase vital, la conexión con una persona nueva, o la confrontación con el peligro e incluso la muerte".

Brillantemente utilizado el puente como alegoría de cambio, ruptura con lo establecido y transición ante lo desconocido, nos hayamos ante una de las indiscutibles joyas cinematográficas de los últimos tiempos.

De la mano del genio Clint Eastwood podemos constatar una vez más, que no es necesario un cuerpo atlético, una sonrisa de fresa y una hilarante juventud que haga que la pasión desborde la pantalla.

Solo hace falta fijarse en la magistral interpretación de sus protagonistas para ver cómo el aplomo, la lealtad, la responsabilidad, el futuro incierto y la lucha en la que te pone la vida cuando - quizá algo tarde- se cumple tu sueño; no son incompatibles con la carne de gallina que te sube por la espalda cuando la mano de quien amas roza levemente tu mejilla; ni tampoco con los nervios que te llevan a comprarte un vestido para la primera cena juntos , ni con la sonrisa que cual quinceañera se te escapa al mirarle de soslayo.

Esto y mucho más es lo que nos encontraremos en "Los Puentes de Madison", una adaptación de la novela de Robert J.Wallace del mismo nombre que en 1995 llegó a la gran pantalla.

Es curiosa, o al menos digna de mención, la ceguera de los "entendidos" hollywoodienses quienes se dejaron eclipsar por cerditos rosados; héroes galácticos en misiones septuagenarias, alcohol y muerte en Las Vegas; penas de muerte y gritos todos a una de libertarios encabezados por Wallace.

Films sin lugar a duda merecedores -casi todos- de galardones, pero en los que se extraña un trocito de Madison.

Se extraña la representación de una película en la que hasta el duro Clint llora de amor bajo la lluvia - en una de las escenas más dramáticas jamás filmadas- mientras que Streept con el llanto y el silencio como únicos conocedores de su intimidad, se aferra al manillar del coche congelada por el dolor.

Personalmente rehuyo cualquier categorización temática que trate de unificar los criterios y obras de un mundo tan heterogéneo y dispar como el que nos ocupa, si bien este caso no es una excepción.

No diré pues que estamos ante un drama romántico, ni diré tampoco que pertenece al cine de ideas. Lo único que podemos asegurar es más que una certeza un deseo: Sr Eastwood, no se muera nunca.(4)


CITAS:
1.- es.wikipedia.org/wiki/Los_puentes_de_Madison


2.- http://www.blogdecine.com/criticas/los-puentes-de-madison-breve-encuentro

3.- http://www.decine21.com/Peliculas/Los-puentes-de-Madison-4213

4.- http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article3056.html




miércoles, 14 de marzo de 2012

THE UNFORGIVEN


FICHA TÉCNICA

Título original: Unforgiven. (Sin Perdón)

Año: 1992.

Duración: 127'.

País: Estados Unidos.

Dirección: Clint Eastwood.

Guión: David Webb Peoples.

Reparto: Clint Eastwood, Gene Hackman,Morgan Freeman, Richard Harris, Jaimz Woolvett, Saul Rubinek, Frances Fisher,Anna Thomson, David Mucci, Rob Campbell, Anthony James, Tara Dawn Frederick, Beverley Elliott, Liisa Repo-Martel, Josie Smith, Shane Meier, Aline Levasseur, Cherrilene Cardina.

Producción: Warner Bros. Pictures / Malpaso Company.

Música: Lennie Niehaus.

Fotografía: Jack N. Green.



PREMIOS


GLOBOS DE ORO 1993
  • Mejor película - Drama Candidato
  • Mejor director Ganador
 PREMIOS BAFTA 1992

  • Mejor película  Candidato
  • Mejor director Candidato

PREMIOS OSCAR  1992

  • Mejor película Ganador
  • Mejor director Ganador
  • Mejor actor    Candidato



SINOPSIS:


William Munny,es un pistolero retirado, viudo y padre de familia, que pasa por dificultades. Hace años que abandonó la violencia, pero ahora su única salida para sacar adelante a su familia es hacer un último trabajo como caza recompensas, acompañado por un viejo socio y un joven e inexperto novato. Su misión: matar a dos hombres que cortaron la cara a una prostituta.




COMENTARIOS:

Western crepuscular tan notable como que revitalizó por los años 90 al casi por entonces vetusto género madre del cine americano. Clint hizo un magistral título que se convertiría en clásico en los años posteriores, y él como actor compone a un personaje casi borgeano que recuerda todo el tiempo al "Rosendo Juárez" de "Hombre de la esquina rosada", tanto por su situación como por reencontrarse con su destino fatal. Ganó oscar a mejor filme y las actuaciones son todas excepcionales. Memorable.(1)

Clint Eastwood in The Unforgiven

William Munny (Clint Eastwood) es un tranquilo y viudo porquero que vive con sus dos pequeños hijos en una aislada granja.


Un buen día a su hogar llega un joven pistolero llamado The Scoffield Kid (Jaimz Woolvett) quien le requiere para asesinar a dos vaqueros que han marcado cruelmente a una prostituta. Munny había sido un conocido y despiadado criminal que con el paso de los años ha decidido alejarse de ese pasado sanguinolento, pero ante las necesidades económicas de su familia, terminará aceptando la oferta del muchacho.

Estupendo western de Clint Eastwood que intenta con éxito desarrollar una mirada revisionista, desmitificadora, sombría, lírica y antimaniquea sobre los mitos y héroes del antiguo oeste americano.

Establece también una autoparodia sobre su propia personalidad cinematográfica dentro del género y una riqueza temática sobre múltiples asuntos morales y sociales como la redención personal, el valor de la vida y la muerte o el progreso sensible y emocional del individuo.

Dedicado a sus maestros Sergio Leone y Don Siegel y adaptando un antiguo guión de David Webb Peoples, Eastwood realiza uno de sus trabajos más destacados (junto a "Bird"). "Sin Perdón" es un título compactado de forma excelente, que además de la influencia de sus principales mentores cinematográficos anteriormente citados, aporta la clásica sensibilidad fílmica en muchos aspectos del proceder de varios de los más grandes directores del séptimo arte como John Ford, Anthony Mann o Howard Hawks, en la templada modulación de personajes y ambientes, utilización del paisaje, recia capacidad narrativa o retrato de universos hombrunos. (2)



‘Sin perdón’ (‘Unforgiven’, Clint Eastwood, 1992) fue la película que abrió los ojos a mucha gente que no veía en Eastwood ni un buen director ni un buen actor. A partir de ese instante, sobre todo por los cuatro Oscars que recibió el film, los fans del actor director se multiplicaron, algo que siguió en aumento con su posterior éxito con ‘Million Dollar Baby’ (id, Clint Eastwood, 2004). A pesar de la adoración que todo el mundo parece sentir por un genio indiscutible, siempre me pareció un poco injusto que ese reconocimiento popular llegase tarde. Me explico, aunque ‘Sin perdón’ ya data de hace casi 20 años y la trayectoria posterior del director haya sido inmejorable, lo cierto es que antes de su western más famoso como director, hay otros 20 años en los que Eastwood dirigió algunas de sus mejores películas.
Por eso mi relación con ‘Sin perdón’ es de amor/odio. Lo primero es lo que trataré de explicar en este texto, y lo segundo porque aún a día de hoy, muchos siguen empeñados —quien sabe si por ignorancia, lo cual no tiene nada de malo, o por necedad, lo cual sí— no ya en reconocer que Eastwood era un gran director con anterioridad, sino en desconocer por completo su obra mientras dirigen alabanzas hacia su trabajo. Voy a hacer una comparativa con el fútbol que nunca pensé que haría —entre otras cosas porque no me gusta el mencionado deporte—: hace ya mucho tiempo, un poco más allá de la realización de ‘Sin perdón’, cierto equipo gallego que estaba en segunda ascendió a primera división. Aparecieron socios, que hasta aquel momento admiraban a otros equipos, hasta de debajo de las piedras.
Dicho esto, pasemos a hablar de la película.

La maduración de un proyecto
A mediados de los años 70 un guionista poco conocido por aquel entonces, David Webb Peoples —años más tarde conocido por el guión de ‘Blade Runner’ (id, Ridley Scott, 1982)—, escribió el guión de ‘Sin perdón’ influenciado sobre todo por el visionado de una de las obras maestras de Martin Scorsese, ‘Taxi Driver’ (id, 1976) y por la lectura de la novela ‘The Shootist’, obra de Glendon Swarthout, que conocería una adaptación de la mano de Don Siegel protagonizada por John Wayne, ‘El último pistolero’ (‘The Shootist’, 1976). Hay que apuntar que dicho film guarda no pocos parecidos con el que nos ocupa, por cuanto también narra las últimas andanzas de un viejo pistolero que sólo busca acabar sus días con algo de dignidad. El primero en interesarse por el libreto fue Francis Ford Coppola, que pensó en Gene Hackman para interpretarlo, pero por una razón u otra fue retrasándolo hasta que expiró su opción de compra.
Eso ocurrió en 1983, tras el rodaje de ‘Impacto súbito’ (‘Sudden Impact’, Clint Eastwood, 1983), cuando el famoso actor, aconsejado por Sonia Chernus —guionista del mejor western de Eastwood, ‘El fuera de la ley’ (‘The Outlaw Josey Wales’, 1976)—, se fijó en el mismo y enseguida se dio cuenta de que era lo que siempre había estado buscando. Pero en lugar de ponerse rápidamente a filmarlo, hizo algo que muy pocos se atreven a hacer por voluntad propia: esperar durante casi diez años a tener la edad adecuada para interpretar a William Munny. De esta forma el proyecto maduró en la cabeza de Eastwood, e incluso dirigió otro western en el proceso de espera, ‘El jinete pálido’ (‘Pale Rider’, 1985).
La historia nos presenta a William Munny, un antiguo pistolero que ahora vive con sus dos hijos pequeños alejado de todo mal, aunque en condiciones precarias. La relación con su mujer Claudia, fallecida a la temprana edad de 29 años, hizo que Munny se apartase del mal camino que llevaba convirtiéndose en un hombre de bien. Pero la leyenda hace que alguien siempre esté interesado en rescatarla del olvido. Munny recibe la visita de un joven atrevido, Schofield Kid, que quiere pedirle ayuda para matar a dos hombres que rajaron la cara a una prostituta y no recibieron castigo por ello. La recompensa de 1.000 dólares que hay convence a Munny de volver a las andadas, aunque las cosas ya no son tan fáciles como entonces. Con Schofield y un antiguo socio, Ned Logan, partirán a implantar ¿justicia?


La desmitificación del western

Uno de los últimos rótulos de ‘Sin perdón’ es un conciso “dedicated to Sergio and Don”. Evidentemente se refiere a Sergio Leone, con quien hizo la mítica trilogía del dólar, y Don Siegel, con quien hizo cinco películas —si contamos la ópera prima de Eastwood, seis—, y de quien aprendió prácticamente todo lo que sabe de dirección. Estos dos autores navegan por las imágenes del film, pero menos de lo esperado. Nombres como John Ford —la contenida lírica del relato—, Sam Peckinpah —el héroe crepuscular condenado a un fatal destino—, John Huston —el perdedor—, o William A. Wellman —una vez más ‘Incidente en Ox-Bow’ (‘The Ox-Bow Incident’, 1943) se vislumbra en su obra— están más presentes que los dos antes mencionados, pero dichas influencias están asimiladas como debe ser. Insertadas inteligentemente en la historia no ahogan ni por un instante el estilo de Eastwood, fusión de clasicismo y modernidad que ningún otro director posee en la actualidad.

‘Sin perdón’ parece una continuación de los temas planteados por el propio Eastwood dentro del género del western, de Ford que en los años 60 nos ofreció su visión crepuscular del género con la imprescindible ‘El hombre que mató a Liberty Valance’ (‘The Man Who Shot Liberty Valance’, 1962), y de Peckinpah, que con su mirada violenta descompuso la épica de un mundo en extinción, el de los viejos pistoleros que deben adaptarse a los nuevos tiempos. William Munny, a quien Eastwood arrastra literalmente por el suelo infinidad de veces, o le hace caer de su caballo, bien podría ser una extensión de Josey Wales, con quien termina de emparejarlo tras el enfrentamiento final en el bar. El biógrafo le pregunta cómo eligió el orden para matar a los cinco hombres que se enfrentaban a él. La respuesta de Munny es una evolución lógica a la respuesta que da Wales en ‘El fuera de la ley’ en una situación parecida.

La figura del biógrafo remite directamente al citado film de John Ford, en el que la leyenda quedaba más bonita que la realidad. W.W. Beauchamp (Saul Rubinek) también busca la leyenda en la historias, por lo que éstas son recordadas, pero su periplo le llevará hasta el mismísimo centro de la realidad, comprobando que ésta es mucho más cruel y triste que todo lo ya no escrito, sino imaginado. Será testigo directo del último acto horrendo de William Munny, el asesino de mujeres y niños, cuya transformación en el relato sigue una lógica interna. Tras once años apartado del alcohol, el principal motivo de su pasado violento, las armas o los caballos —en el film monta una yegua—, volverá a ser el que era antaño cuando le comuniquen la muerte de su amigo Ned y coja una botella de whisky de la que se pondrá a beber.
‘Sin perdón’ tiene un estructura casi circular, adornada con la historia paralela de Bob el inglés —sensacional y divertido Richard Harris—, un pistolero que ha acudido al pueblo atraído por la recompensa. Su enfrentamiento con Little Bill Daggett, el sheriff del pueblo, no sólo es un anticipo de lo que le espera a Munny y sus amigos, sino que sirve para vestir el personaje de Daggett, uno de los antagonistas más fascinantes que haya dado el cine en los últimos años. Gene Hackman, que se llevó un merecido Oscar por su interpretación, logra crear un personaje con múltiples aristas que va más allá de ser el típico villano de la función. Daggett es un hombre con un peculiar sentido de la justicia, y puede resultar tan temible —la paliza delante de todo el pueblo a Bob el inglés— como encantador por torpe —la penosa construcción de su casa—. Un rival a la altura de la leyenda de William Munny.
También nos habla de Ned Logan, quizá el único personaje positivo en un relato donde los buenos no son tan buenos ni los malos tan malos. Morgan Freeman, en su primera colaboración con Eastwood, transmite esa humanidad típica en muchos de sus personajes. Un hombre que ayuda a su amigo, pero llegado el momento de la verdad no puede disparar contra un hombre porque realmente él ya se ha reformado, ha dejado atrás de verdad su pasado violento. Schofiled Kid —un convincente Jaimz Woolvett— refleja la juventud, el ímpetu, la fanfarronería, tal vez lo que Logan y Munny fueron en sus tiempos jóvenes. El chico ayudará a Munny hasta que descubre por sí mismo que matar a un hombre puede ser algo fácil de hacer, pero muy duro de asimilar.

Hasta el clímax final, Eastwood alterna paisajes abiertos con escenas de una oscuridad casi extrema, en la que apenas pueden verse los rostros de los personajes. Poco a poco, las tinieblas van ganando a la luz en una historia cuyo clímax parece desarrollarse en el mismísimo infierno, fotografiado por un Jack N. Green en plena forma. En la famosa escena del bar, Munny aparecerá cual figura fantasmal, para llevar a cabo su venganza personal y demostrará la eficacia de la historia que instantes antes Daggett ha contado al biógrafo: un hombre tranquilo es el más peligroso en un tiroteo. La fotografía es más tenebrista que nunca, y Munny, que sabe que se verá con Daggett en el infierno, desaparece en medio de la lluvia no sin antes lanzar una advertencia de muerte y destrucción.
‘Sin perdón’ está delimitada por dos planos al más puro estilo John Ford —como si, a modo de homenaje, todo lo narrado por Eastwood no sobrepasase al más grande director de westerns que ha habido—. Un texto nos indica el pasado de Munny, y cómo una mujer le cambió la vida. Dicha mujer se llamaba Claudia, y su madre, que viajará hasta el último lugar de descanso de su hija, jamás llegará a entender por qué su única hija se casó con un hombre tan violento. Nadie conoce la verdadera cara de William Munny, sólo Claudia —pocas veces un personaje que no aparece físicamente en una película tuvo tanta presencia en una historia—, y el espectador.
Conclusión y curiosidad
Una obra maestra ya no sólo del western, sino del cine en general. Un Eastwood introspectivo que hizo las delicias de los críticos europeos, mientras que en Estados Unidos tenía un gran éxito de público y se alzaba como la vencedora en los Oscars entregados en 1993, siendo el tercer western en toda la historia que conseguía el premio a la mejor película, tras ‘Cimarrón’ (id, Wesley Ruggles, 1931) y ‘Balando con lobos’ (‘Dances with Wolves’, Kevin Costner, 1990).
El bello tema a guitarra que puede oírse a lo largo del film, ‘Claudia´s Theme’, fue compuesto por el propio Clint Eastwood. Está interpretado por Laurindo Almeida, excelente músico brasileño que colaboró en film de William A. Wellman —‘Good-bye, my Lady’ (id, 1956)— o Sam Peckinpah —‘Compañeros mortales’ (‘The Deadly Companions’, 1961)—, y contiene arreglos de Lennie Nieahus(3)



El western y Clint Eastwood
Hoy en día ya nadie hace westerns, o por lo menos, ya nadie hace westerns interesantes. Sin perdón quedó tan bien hecha y fue tal su éxito, que el propio Eastwood afirmó que si algún día fuera hacer un último western, este le parecería una buena elección. Y es que en la actualidad, y voy a ser breve, que no me quiero perder por las ramas, tras el punto final al género que significó el descalabro de La puerta del cielo (Heaven's Gate, 1980) de Michael Cimino, ya nadie ha sabido dotar de suficiente entereza al western para que este reavivara de un modo firme y serio -evidentemente Clint Eastwood es el único que ha sabido llevar una continuidad del género, pese al poco número de westerns, cuatro, que ha realizado-. Los intentos de gente cómo Lawrence Kasdan (Silverado / ídem, 1985 y Wyatt Earp / ídem, 1994), Walter Hill (Jerónimo / ídem, 1993 y Wild Bill / ídem, 1995) o Geoff Murphy (Intrépidos forajidos / Young Guns II, 1990 y El último forajido / The Last Outlaw, 1994), de revitalizar el género, pese a su marcada simpatía, me parece intentos en vano, y por lo general, flojas películas de carácter anecdótico. Más interesantes, por ejemplo, se presentan obras puntuales de cineastas tan diferentes cómo pueden ser Mario Van Peebles con su Renegados (Posse, 1993), Sam Raimi con su Rápida y mortal (The Quick and the Dead, 1995), Ang Lee con su Cabalga con el diablo (Ride with the Devil, 2000) o Michael Winterbottom con su El perdón (The Claim, 2001). Siendo este el panorama cinematográfico del western contemporáneo no me extraña que una obra tan cansina como Bailando con lobos (Dancing with Wolves, 1990. Kevin Costner) (cuya versión extendida es prácticamente imposible ver toda seguida) se alzara con todos los honores de su año, por encima de películas infinitamente mejores que ella cómo Uno de los nuestros (Goodfellas, 1990) de Martin Scorsese o El Padrino III (The Godfather. Part III, 1990) de Francis Ford Coppola. Algo parecido le ocurriría dos años después a Eastwood y su Sin perdón al conseguir 4 estatuillas en los óscars del 92, sin embargo comparar el film de Eastwood con el de Costner, se me antoja totalmente ridículo, y ya no por las diferencias artísticas habidas en los dos films, si no por la trayectoria de uno y otro en su relación con el western.
Cuando Eastwood decidió enfundarse el traje de director al realizar Escalofrío en la noche (Play Misty for Me, 1971), él era conocido básicamente por dos vertientes cinematográficas: su faceta de cowboy y su faceta policíaca. Si bien, esta ambivalencia le ha servido siempre para conciliarse con el público comercial tras realizar proyectos más personales, cómo puede ser el hecho de realizar Licencia para matar (The Eiger Sacntion, 1975) justo después de Primavera en otoño (Breezy, 1973), Impacto súbito (Sudden Impact, 1983) después de El aventurero de medianoche (The Honky-Tonk Man, 1982), El principiante (The Rookie, 1990) después de Cazador blanco, corazón negro (White Hunter, Black Herat, 1990) o Ejecución inminente (True Crime, 1999) después de Medianoche en el jardín del bien y del mal (Midnight in the Garden of Good and Evil, 1995). Sin embargo, de ambas vertientes, la que ha salido mejor favorecido en cuanto a contenido artístico se refiere, es la del western.

Siendo Eastwood un hijo pródigo de dos realizadores cómo Sergio Leone y Donald Siegel, a uno no le deja de sorprender que en sus cuatro westerns realizados -Infierno de cobardes (High Plains Drifter, 1972), El fuera de la ley (The Outlaw Josey Wales, 1976), El jinete pálido (The Pale Rider, 1985) y Sin perdón- la huella que más se note en ellos, se la del maestro John Ford, y, en menor medida, la de Sam Peckimpah, y sí, Donald Siegel. Los cuatro westerns de Eastwood, rodados siempre con una mirada clásica que llega a ser desbordante en Sin perdón, mantienen un lujoso equilibrio entre narración y entramado dramático, lo suficientemente dinámico cómo para mantener siempre en vilo al espectador, haciendo que sirva de partícipe del film y nunca cómo juez del mismo. Los protagonistas de sus westerns son hombres abocados a la violencia, fantasmas resurgidos de la tierra para vengarse de los que le humillaron, forajidos con un áurea mística nacida del dolor y el horror por contemplar a tu familia violada y asesinada, ángeles de un cielo sin leyes que socorren a los necesitados, en definitiva, muertos vivientes de rostro enjuto, que arrastran tras de sí un carromato de cadáveres fruto de sus múltiples encuentros con pobres desdichados que se creyeron más rápidos y más listos.

No deja de ser curioso tampoco, los métodos expeditivos con los que los protagonistas eastwoodianos acaban con sus enemigos, y es que tal y cómo hiciera el protagonista de Centauros del desierto (The Searchers, 1956. John Ford), matando hombres por la espalda y disparando a los ojos a indios muertos, el cuadrado formado por "el extranjero", Josey Wales, "el predicador" y Will Munny, dentro de su épica de supervivencia se sirven de la violencia más bruta, desde a humillar a todo un poblado -no deja de ser totalmente extravagante el hecho de que el protagonista de Infierno de cobardes viole a una mujer del pueblo- a arrasar la taberna de Big Whiskey, rematando a cada uno de los cuerpos heridos... y es que al igual que el protagonista de Poder absoluto (Absolut Power, 1997), a las figuras del western eastwoodiano "ya no les queda piedad".
 Por un puñado de cortes
Una de las sensaciones que más calan al espectador que visualiza Sin perdón es el de la total falta de épica de la historia narrada. Si Sam Peckimpah había mostrado el crepúsculo del western en un grupo de hombres perdidos y aislados cuyo único motor de supervivencia es la violencia que arrastraban consigo y John Ford había jugado la última y más duras de las bazas al desmitificar la leyenda del etéreo cowboy, Eastwood, no exento de tristeza, rueda su último western desde el estigma más hondo. Su Will Munny es un asesino de mujeres y niños, un borracho que pegaba y maldecía a los animales, cuya última aventura, por si no fuera bastante, acaba por destrozarlo definitivamente, siendo el motor de la misma, unos cortes realizados por un par de jóvenes a una prostituta que se había reído al ver el minísculo pene de uno de ellos.
El despropósito de muertes y flagelaciones que conlleva dicha acción, está encadenada a los estúpidos actos de los protagonistas: un sheriff que se niega a castigar a los culpables, las prostitutas que creen que se debe pagar con la muerte tal ofensa, un joven bravucón que sólo piensa en la recompensa, y un par, casi de ancianos expistoleros, incapaces de subirse al caballo o de disparar ya a otra persona, aceptando un trabajo carente de toda épica, un vil asesinato a dos jóvenes, que al margen del acto brutal que abre el film, se presentan cómo gente de a pie, trabajadora e, incluso, arrepentida.
Los malos del western crepuscular ya no son las figuras pétreas que desafiaban a los granjeros en Raíces profundas (Shane, 1953), El forastero (The Westerner, 1940. William Wyler) o El jinete pálido, los ladrones, ya no son simpaticos Billy "The Kid", Jesse James, Butch Cassidy y Sundance Hill, no hay polos extremos, sólo una mixtura de caracteres que hacen que un sheriff cómo Little Bill se exceda en el cumplimiento del deber, tal y cómo habría hecho el sheriff de Río Bravo (ídem, 1959. Howard Hawks) o El dorado (ídem, 1967. Howard Hawks), y que el héroe de la historia no sea más que un asesino venido a menos, cómo el de Centauros del desierto o El grupo salvaje (The Wild Bunch, 1969) de Peckimpah. Quizás el único personaje positivo de Sin perdón sea el Ned Logan interpretado por Morgan Freeman, un hombre que se lanza a la aventura cómo algo excitante, una manera de recordar viejos tiempos, por oscuros que sean estos. Las exageraciones de Will Munny explicándole lo que le habían hecho los jóvenes con la prostituta, reflejan la sed de Munny por lanzarse a una caza cómo un buscador de recompensa más, sin importarle la veracidad de los hechos. Logan se deja tentar y para cuando desea retirarse, ya es demasiado tarde. Por su parte, Munny, por duro que le parezca, en el momento en que pide ayuda a su amigo, está labrándose una resurrección de su antiguo yo, convertido en la actualidad en un viejo que no puede ni separar unos cerdos enfermos. En el momento en que le comunican el asesinato de Logan, Munny, abstemio hasta la fecha, coge una botella de whisky y empieza a beber, ya ha llegado al éxtasis de la resurrección: No va a quedar alma en pena viva en Big Whisky.
Eastwood traza su film con una planificación majestuosa, juega con la leyenda y la realidad bajo los personajes cínicos y mentirosos de Bob El Inglés y Little Bill, retrata la muerte del significado del cowboy al abocarlo a una aventura tan estúpida cómo suicida, y todo, con un devenir de planos sin movimiento y un uso del montaje deslumbrante. Eastwood no es que ruede como Ford, es que en Sin perdón, prácticamente se convierte en John Ford.
¡Que diría Leone si levantara la cabeza!.(4)



CITAS:

1.- http://www.rosariocine.com.ar/Los-Imperdonables_2239

2.- http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1147.html

3.- http://www.blogdecine.com/criticas/clint-eastwood-sin-perdon

4.- http://www.miradas.net/0204/estudios/2002/11_ceastwood/sin_perdon.html