FICHA
TÉCNICA
- " Being There" (título original en inglés
- “ Bienvenido, Mr. Chance" (título en España). Estados Unidos.
- Año 1979.
- Duración 130 minutos
- Dirección: Hal Ashby.
- Actuación: Peter Sellers, Shirley MacLaine, Melvyn Douglas, Jack Warden, Richard Dysart, Richard Basehart, Ruth Attaway, David Clennon, Fran Brill, Denise DuBarry, Oteil Burbridge, Ravenell Keller III, Brian Corrigan, Alfredine P. Brown, Don Jacob.
- Guión: Jerzy Kosinski, con aportes sin acreditar de Robert C. Jones, basados en la novela del primero.
- Banda Sonora: Johnny Mandel.
SINOPSIS
Luego de la muerte de su amo -un
millonario recluso- el jardinero Chance abandona la enorme propiedad donde ha
pasado toda su vida consciente y sale al mundo real. Una serie de coincidencias
lo lleva a vivir en la casa de otro millonario, donde muy pronto su extraña
manera de pensar y sus simplones refranes de inspiración botánica son tomados
como perlas de sabiduría. Su fama crece y crece, pero él no se inmuta. Desde el
Jardín es una película difícil de clasificar -¿sátira, fábula moral, ciencia
ficción?- pero cautivadora. Gran trabajo del director Al Hashby (Regreso sin
Gloria) basado en la famosa novela de Jerzy Kosinski.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Es el amanecer, y ¿la vida llega a nuestro mundo? Todavía no. Se enciende el televisor, y ¡ahora sí! Existe vida en el planeta. La caja idiota le dirige su expresión vacía de contenido a... bueno, a un idiota. Tan idiota que, cuando se levanta, vienen a avisarle que el amo se murió, y bueno... se murió, supongo que ya no está más. Y seguimos mirando televisión. El caso es que se le acaba el trabajo, pero el pringao no se da cuenta porque ha vivido toda su vida en una burbujita. Sale a recorrer el mundo, y por una vuelta del destino, acaba en la casa de un ricachón. Nuestro héroe el idiota que sólo se ha educado por la televisión, lo encuentra lo más natural, y lo más interesante de todo, es que su estilo oracular para hablar, importado 100% de la televisión, todo el mundo se lo celebra como lo más inteligente que han escuchado jamás. Así, nuestro antiguo jardinero el idiota mamatele, ahora está vía al éxito, a la celebridad...
EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.
Acepto opiniones en contrario, pero la mía es que la mayor revolución de todo el siglo XX, fue la llegada de la televisión. Existía el cine, claro, pero el cine implicaba (e implica) ir a un lugar físico a encerrarse viendo una peli, mientras que la televisión (y el monitor del computador ahora, pero eso es una continuación de la TV por otros medios) literalmente invade tu casa con el mundo exterior. Tienes la opción de apagarla, claro, pero siendo un medio de consumo fácil, hay que tener valor para apartarse de ella y dedicarse a la prensa o a un libro. A la prensa de papel y no a la prensa de uva, claro. La televisión hizo que el hogar dejara de ser un refugio o un espacio ajeno al mundo, sino que importó literalmente el mundo hasta el living de tu casa. Ni la bomba atómica, ni el bikini, ni la píldora anticonceptiva, han tenido tanto poder para transformar la mentalidad de las personas. La mensajería electrónica, el chat, la actual generación internetúbica, todos esos no son sino epígonos de esa revolución maestra que fue la televización de la sociedad. Pocas novelas han descrito el fenómeno de manera tan acabada como "Desde el jardín" de Jerzy Kosinski, que narra la historia de un perfecto hijo del siglo XX, uno cuya única dieta mental es la televisión, y que por lo mismo encaja milagrosamente con la sociedad hasta el punto que esa sociedad poco a poco (los ricos, los que ven TV, finalmente los políticos) lo va aupando hasta los más altos honores y homenajes, en un horripilante ejercicio de retroalimentación. El actor Peter Sellers, que en los '60s era grito y plata ("La Pantera Rosa", "Doctor Insólito", "La fiesta inolvidable"...), pero que en los '70s iba a los bandazos, y en los '80s no porque se murió víctima de su afición a las "medicinas alternativas", se interesó por el libro y trató de adaptarlo en una peli. Deseaba que fuera la joya de la corona, en lo que a su filmografía se refiere, y pasó sin pena ni gloria (Melvyn Douglas obtuvo el Premio Oscar al Mejor Actor Secundario, pero Peter Sellers, que estaba nominado como Mejor Actor Principal, se quedó sin estatuilla, derrotado por Dustin Hoffman por "Kramer vs. Kramer" (bueno, admitámoslo, el duelo estaba difícil, aunque ambos roles son marcadamente distintos). Decepcionado, hizo después la mediocre "El diabólico plan del Doctor Fu Manchú", y luego no tuvo otra oportunidad porque se murió. Melancólico final para uno de los más grandes comediantes del siglo XX. Así como melancólica resulta, a pesar de tratar de ser una comedia, la peli "Desde el jardín".
¿POR QUÉ VERLA?
-- Hablemos un poco sobre recursividad. Para los que ignoren la palabreja, podemos decir informalmente que se trata de aquello que se refiere a sí mismo. Un poco como "lo mismo conduce hacia lo mismo". La novela de base es recursiva: vemos a un ser humano criado en una burbuja, que ni siquiera posee una identidad legal propia, cuyo único nexo mental con el mundo es la televisión, y que precisamente por esto, consigue encajar estupendamente bien en una sociedad televisada, hasta el punto que su más grande triunfo es llegar a aparecer ÉL MISMO en la televisión (¡Gran Hermano ad portas!), y la sociedad acepta a ese hijo de la televisión en su seno, regresando al útero materno, encajando muy bien porque al ser criado con la televisión, HABLA el código televisivo, y la gente lo comprende mejor que a nadie (la ironía, claro está, es que como la televisión lo distorsiona todo, en realidad nadie entiende nadie... ése es el garrotazo más o menos explícito de la novela). El problema es que parte importante de todo esto lo entendemos, siempre hablando de la novela, porque en ella se describen con frialdad que sólo remarca la suprema ironía, todos los procesos mentales del protagonista (Chance Gardiner), y de cómo toma la opción de hacer o decir tales o cuales cosas debido a su entrenamiento televisivo, y a cómo los personajes de la televisión (pelis, culebrones, comerciales) resuelven sus situaciones. En la peli, todo este riquísimo sustrato es eliminado como concesión al naturalismo, pero con ello, las acciones del personaje prota quedan casi inentendibles. En la novela es simplón porque su formación cultural es pobre, como pobre es también la televisión, pero en modo alguno es un idiota, porque vemos su interioridad y sus mecanismos de pensamiento, mientras que el cine, privado de las herramientas de la literatura para la introspección de los personajes, al ser pura externalidad (en los libros uno puede explicar el comportamiento del personaje, mientras que en las pelis éste debe inferirse a partir de lo externo, lo que dice y lo que hace, y para decir lo que piensa debe recurrirse a la generalmente molesta e invasiva voz en off), percibimos a Chance Gardiner como lo ve el mundo exterior, o sea, precisamente un idiota. Y para cerrar la recursividad, resulta que su seguro servidor el General Gato vio esta peli en la pantalla de un televisor. Creepy, si lo piensan bien. Y para terminar de hundir el asunto, resulta que le encargaron el guión nada menos que al novelista original. Uno podría decir que es una inteligente idea poner al novelista a adaptar su propia novela para el cine, pero esto no siempre es así: el novelista piensa en términos de palabras y frases, no (necesariamente) en términos de imágenes, y por lo tanto tiende a creer que la mejor manera de adaptar una peli es de manera absolutamente literal a la novela, cuando en realidad por tener lenguajes distintos, la Literatura y el Cine, la adaptación debe por fuerza recurrir a mecanismos narrativos distintos. Por no entender esto, es que pelis visualmente tan ricas como "Harry Potter y el secreto de la Piedra Filosofal" o "El Código da Vinci", adaptaciones casi literales de la novela original, son también argumentalmente tan pobres. Y si esto pasa con blockbusters que consiguen el aprobado por los pelos en el mejor de los casos, ¿qué no pasará con una novela tan rica en implicancias como "Desde el jardín"? Bueno, nadie puede decir que esta peli no se refiera a lo plana y chata que es la televisión, hasta las últimas consecuencias: la peli misma es, en resultado, también plana y chata.
-- Peter Sellers. A pesar de que la peli es en definitiva mediocre, la actuación del prota es brillante. Muchos confunden "buena actuación" con algo superlativo, con papeles bigger than life o similares. Claro, eso se puede aplicar a tipos extraños como el Hannibal Lecter magníficamente interpretado por Anthony Hopkins en "El silencio de los inocentes" y secuelas (y si no, vean el triste Hannibal Lecter interpretado por otro actor que aparece en la previa "Cazador de hombres"). Pero el buen actor sabe también transmitir mucho con poco. Este es el caso. Chance Gardiner es un personaje absolutamente plano, criado por la televisión para ser un chato mental, y por ende, interpretarlo de esa manera y que aún así se vea como un ser humano y entendamos su periplo existencial (o mejor dicho, su falta del mismo), implica una enorme exigencia. Peter Sellers lo logra de una manera superlativa. Hace tan suyo el personaje, que resulta casi imposible pensar en otro actor que pudiera interpretarlo correctamente. A pesar de que la peli en sí misma es mediocre, vale la pena verla para observar el magnífico trabajo actoral de Peter Sellers, siempre pétreo e inconmovible, como un Buster Keaton de toda la vida. Pero no se crea que está en solitario. A su lado, Shirley MacLaine como la chica primero intrigada por su inocencia e ingenuidad, y después cautivada por estas cualidades, está simplemente brillante, mientras que el terceto es cerrado por un Melvyn Douglas que crea un personaje entrañable a pesar de que sobre el papel su rol de millonario bonachón es casi tan mitológico como Santa Claus. Juntos sostienen una peli que la desmayada dirección del nunca demasiado brillante Hal Ashby no parecía querer remontar.
IDEAL PARA: Ver el último brillante, y
probablemente el más ninguneado, de los papeles de Peter Sellers.[i]
La película trata sobre Chance, un hombre de mediana
edad que ha vivido como jardinero de una mansión por toda su vida, sin contacto
–físico- alguno con el exterior. Su única fuente de conocimiento durante este
tiempo ha sido un viejo televisor, de donde obtiene la mayor parte de sus
conocimientos sociales y de actualidad.
Al morir el dueño de la vivienda, el protagonista es obligado a abandonar aquel lugar y por primera vez enfrentarse al mundo más allá de su “control remoto”. Toma las ropas que le parecen más adecuadas y parte a recorrer las calles sin rumbo fijo.
Al morir el dueño de la vivienda, el protagonista es obligado a abandonar aquel lugar y por primera vez enfrentarse al mundo más allá de su “control remoto”. Toma las ropas que le parecen más adecuadas y parte a recorrer las calles sin rumbo fijo.
Luego de vagar por horas, es chocado por un auto, propiedad de un multimillonario llamado Ben Ralth. Debido a la lesión en su pierna, la esposa de Ben (Eve) le invita a permanecer algunos días en su casa, hasta que se recupere.
Tras una serie de malentendidos (cambian su nombre por “Chauncey Gardiner”, y confunden su reciente desalojo con una “crisis financiera”), Chance comienza a entablar una amistad con el moribundo multimillonario, llegando incluso a conocer al Presidente de Estados Unidos (quien tomó parte de la conversación como “brillantes ideas” para su siguiente discurso público). Así, el jardinero se hizo conocido en el país, por sus magníficas metáforas acerca de la realidad económica y el modo de enfrentar la crisis (continuando así con la gran cadena de malas interpretaciones).
Mientras tanto, Eve intenta conquistarlo en variadas instancias, pero Chance no parece entender sus intenciones. Ben, al tanto de esto, y en sus últimos momentos de vida, le pide que cuide de su mujer, porque es “tan frágil como una flor”.
Ya en el funeral de Rand, Chance se retira silenciosamente, caminando entre los árboles del lugar; frente a un río, se detiene unos segundos, para continuar su camino sobre el agua.
Análisis.
Antes de comenzar el análisis de esta película he tenido que recoger las conclusiones de diversas fuentes, pues me parece que existen variadas explicaciones posibles respecto a su argumento.
Las primeras impresiones que encontré fueron de Marta Opacak (2006) quién hace un paralelo entre la película y el libro del cual fue basada y critica fuertemente la estupidez en nuestros días: “[este filme muestra una] aguda falta de sensatez humana” (Opacack, 2006).
Mariana Carreño (2006) es un poco más neutral en sus comentarios, aún así aduce que podemos considerarla “una sátira de la sociedad, política y prensa del día a día”.
En lo personal, creo que cualquier análisis que se concentrara sólo en ver la parte externa de la trama coincidiría en lo mismo (quizás variaría la perspectiva según sus tendencias o ideologías, pero no el fondo).
Creo que es necesario ir un poco más allá y concentrarse en dos puntos que han sido expuestos en el argumento de la película y que me parecen fundamentales: el acoplamiento estructural y el fenómeno de la doble contingencia en relación a la comunicación, de los cuales trataré a continuación.
El acoplamiento estructural.
Chance, mientras vivió en su cochera, cuidó sus plantas y tuvo a través de la televisión el conocimiento del mundo que requería, no necesitó nada más. No era para él útil ni necesario aprender a amar a una mujer, por ejemplo, o conocer otros idiomas; dentro de su relación con el entorno contaba con todas las herramientas que le permitían sobrevivir a su realidad, aún así, esta relación tenía un carácter altamente dependiente, pues necesitaba que la sirvienta (Louise) lo alimentara, que el “dueño de la mansión” existiera para tener dónde vivir y, de cierta forma, también dependía del control remoto para cambiar su televisor.
Es por eso quizás que Louise lo trataba como si fuera un niño pequeño. Asumía esa dependencia como algo natural y no creía que él pudiera sobrevivir por sí mismo fuera de la mansión, donde estaba seguro y protegido.
Cuando todo aquello se terminó y tuvo que dejarlo atrás para relacionarse con una nueva realidad, no terminó su dependencia. Aparentemente podía consigo cuando se aventuró a caminar sin rumbo y posiblemente también consiguió adaptarse a las nuevas circunstancias con relativa naturalidad, pero si lo vemos con detención, en el fondo jamás pudo garantizar su supervivencia: al momento de conocer a Eve, lo primero que hizo fue pedirle alimento.
La doble contingencia.
El problema de la doble contingencia supone que “dos sistemas que se encuentran por primera vez están divididos por un océano de incertidumbre, de complejidad, en la cual prácticamente todo es esperable del comportamiento del otro, siendo que a la vez ambos están a la espera de una señal por parte del otro para poder actuar” (Salazar, 2007).
Debo comenzar especificando que considero a Chance como un extranjero: Luego de vivir la mitad de su vida tras la realidad de una pantalla de televisión, ha construido una serie de estructuras culturales, tan propias en él que le impiden, incluso, el entendimiento de muchos de los símbolos existentes en aquella sociedad fuera de los límites de la mansión. Un ejemplo de esto, podría ser el término “desalojo”, que aún dicho en su propio idioma, le parece extraño e incomprensible.
Este extranjero, vaga por las calles de Washington, comparando las distinciones que ha formado a través de los programas televisivos, con este mundo que se presenta a sus ojos nuevo y deslumbrante. Esto, para Chance, se traduce en un problema de contingencia, pues hay muchos de esos estímulos que no guardan relación con ningún otro modelo antes percibido y es probable que, para organizar toda esta información y entenderla, terminara -etnocéntricamente- por pensar todo seguía siendo parte de la televisión (como dio a entender cuando intentó detener con su conrol remoto a los pandilleros negros).
La comunicación, de por sí constituye una instancia en que se intercambian distinciones, que permite que conozcamos el punto de vista del otro y codifiquemos el mensaje lo más pulcramente posible para poder entendernos.
En este sentido, Chance intenta comunicarse con el “mundo exterior” de forma infructuosa, esperando que de una u otra forma puedan comprender su realidad en la forma tan simple y sincera como él la expresa, sin embargo, el ‘oyente’ (Ben, Eve, etc.) interpreta sus palabras como una metáfora condicionada por sus propias distinciones internas, dicho de otra forma ‘escucha lo que quiere escuchar’.
Sucedió así en general con las comunicaciones entre el protagonista y algún otro individuo, pues él tampoco era capaz de superar esa barrera de “incomunicabilidad”, ya que nada hacía corregir el error en el que incurría el oyente, disminuyendo las posibilidades de que el mensaje fuera comprendido.
Un ejemplo significativo de esto sería la conversación que tuvo con el presidente, dónde éste le preguntaba sobre sus opiniones sobre la actualidad económica y Chance respondía con sus bastos conocimientos de plantas y estaciones del año. Nunca consiguieron llegar a un “acuerdo”, cada quién comprendió desde su visión, lo que le era posible con respecto a sus distinciones.
Este problema no tan sólo se presentaba en los instantes en que el lenguaje era puesto a prueba, también en situaciones en las que Eve intentaba seducirlo: como no entendía el mensaje inserto en los movimientos de la mujer, nada le provocaba y más bien le era incómoda la situación pues no le permitía seguir viendo la televisión. Cuando por fin Chance intentó hacer lo que ella sugería, reprodujo las imágenes que veía en la pantalla, pues no tenía conocimiento alguno de qué hacer.
En los últimos segundos de vida de Ben, fue la única escena en que pude distinguir que realmente el protagonista estaba inmerso en la situación y comprendía qué estaba pasando: en sus distinciones anteriores ya había pasado por la muerte de “el dueño de la mansión” y sabía que ésta vez su amigo iba a pasar por lo mismo. Y también daba la impresión de que el moribundo comprendió al fin la realidad del jardinero, cuando le dijo que cuidara a su esposa porque era “tan frágil como una flor”.
Las últimas escenas me parece que aquel extranjero no comprende el ritual que se lleva a cabo con la ceremonia fúnebre, así que emprende su camino hacia un lugar más solitario, como acostumbraba estarlo.
La caminata sobre el lago me es confusa, pues Chance se detiene un momento antes de continuar su camino para analizar el agua y la observa como si fuera todo muy natural ¿Será quizás, porque dentro de sus distinciones la vida es en verdad “un estado de la mente”, porque la realidad de cada cual parte del espejo con que la miremos?
Finalmente, considero que el protagonista nunca consigue hacerse partícipe completamente de esta cultura que lo rodea, por los problemas que ya he expuesto, pero de una u otra forma ambas las partes son alteradas (aunque sea de forma mínima) al entrar en contacto.
Conclusiones
En un aspecto general, la película me ha servido mucho para darme cuenta de la importancia de las distinciones en la vida diaria, y más aún de los consensos lingüísticos que deben existir para que los sujetos puedan comprenderse mejor y el mensaje sea recibido de la forma más pulcra posible.
También me ha parecido importante el hecho de indagar sobre las distintas visiones que tenían personas fuera del ámbito académico de la película, y hacer el esfuerzo por buscar otras interpretaciones a algo que originalmente puede verse demasiado sencillo de entender.
Finalmente, me ha llamado la atención el hecho de ser ‘extranjero’ en una cultura, y las complicaciones que puede llevar si no se consigue un mínimo acercamiento con el otro.[ii]
Desde el jardín es una película trabajada a partir de
una brillante paradoja: alude con ironía a lo relativa que es la inteligencia
pero, a contramano, termina siendo una obra despojada por completo de cinismo,
encuadrada en una cierta inocencia y con un final que, para cualquier crítico
de cine, podría resultar un objeto de estudio ideal. Sin embargo, es ese final
el que Hal Ashby filma – como ya había hecho con Harould and Maude y el uso del ukelele
– haciendo hincapié en lo sensorial por sobre lo analítico. Esa escena, a
diferencia de otras más absurdas, muestran a Chance, un hombre en su ámbito
natural, alejándose de todo, guiado por su propia intuición, mientras de fondo
se escucha una elegía y una pieza clásica, ambas entrelazadas. Es ese momento,
como todos aquellos que se detienen en los gestos del gran Peter Sellers, el
que le da al film un aura poético y tierno, a pesar de su mensaje duro y
áspero, sobre el cual nunca se cargan las tintas gracias a ese actor y su
sutileza magistral, que ponen a la película siempre un paso por detrás del
surrealismo. “La vida es un estado mental” dicen en esa elegía. Al fin y al
cabo, todo termina siendo atravesado por un modo particular de ver las cosas. Desde el jardín lo que hace es mostrar
hasta qué punto la mediocridad y la estupidez dependen del ojo del que mira y
hasta qué punto la sabiduría tiene que estar sujeta a determinados dogmas.
¿Manejar un país? ¿Cuidar las plantas? ¿Qué requiere de mayor inteligencia?
¿Qué es más auténtico? ¿Qué requiere de un ejecutor competente? Con muchos
planteos críticos y más de una metáfora a mano, pero con ese final que es pura
belleza y honestidad, la película de Ashby se hace esas preguntas, pero nunca
olvida donde nace y muere todo: en un hombre y un destino. En un hombre que le
da la espalda al artificio para mirar de frente, con paso firme y valentía, a la naturaleza desplegada.[iii]
Desde El Jardín, una novelita excelente,
narrada con sencillez y encanto, desde la paz que inspira el personaje de Mr.
Chance, ese adorable ignorante que ha vivido apartado del mundo toda su vida y
que un día tiene que enfrentarse a él.
Es la historia de un hombre que jamás a
salido de la casa donde nació, dedicado al cuidado del jardín de la misma y a
mirar la televisión.
Cuando su tutor muere, Chance es obligado a dejar la casa, cargando consigo una maleta y vestido con ropas pasadas de moda.
Vagando por las calles de Washington, es atropellado por una limusine, y su chofer quien al ver la gravedad de su lesión, le ofrece llevarlo a un hospital.
La dueña de la limusine, confundida por la ropa y los modales del hombre, decide llevarlo a su casa, donde “recibirá la mejor asistencia médica…”
Al preguntarle su nombre, Chance sufre un ataque de tos producido al beber del champaña que le han ofrecido, y su respuesta, “Chance the gardener” (Chance el jardinero) es confundida por “Chauncey Gardiner”.
El final es abierto, pero deja flotando la posibilidad de que, por decisión del partido, Chance sea el próximo candidato a la Presidencia.
Fue llevada al cine como la pelicula: Bienvenido Mr. Chance (Being there), protagonizada por el actor Peter Sellers y la actriz, Shirley MacLaine.
La novela de KOSINSKI funciona como una metáfora de la estupidez predominante en la imagineria popular. El manejo que los medios de comunicación hacen de la información y de la forma pasiva como el auditorio persive la realidad.
Cuando su tutor muere, Chance es obligado a dejar la casa, cargando consigo una maleta y vestido con ropas pasadas de moda.
Vagando por las calles de Washington, es atropellado por una limusine, y su chofer quien al ver la gravedad de su lesión, le ofrece llevarlo a un hospital.
La dueña de la limusine, confundida por la ropa y los modales del hombre, decide llevarlo a su casa, donde “recibirá la mejor asistencia médica…”
Al preguntarle su nombre, Chance sufre un ataque de tos producido al beber del champaña que le han ofrecido, y su respuesta, “Chance the gardener” (Chance el jardinero) es confundida por “Chauncey Gardiner”.
El final es abierto, pero deja flotando la posibilidad de que, por decisión del partido, Chance sea el próximo candidato a la Presidencia.
Fue llevada al cine como la pelicula: Bienvenido Mr. Chance (Being there), protagonizada por el actor Peter Sellers y la actriz, Shirley MacLaine.
La novela de KOSINSKI funciona como una metáfora de la estupidez predominante en la imagineria popular. El manejo que los medios de comunicación hacen de la información y de la forma pasiva como el auditorio persive la realidad.
El film conserva el estilo de una gran
satira, gracias a un excelente trabajo hecho por el propio JERZY KOSINSKI,[iv]
La historia del personaje
Chauncey Gardiner es un hijo de la televisión. Con
esta frase quiero expresar lo que significa Chance como prototipo de los que crecimos
pegados al televisor.
“Desde el jardín “ es un libro ameno y extraordinariamente bien narrado, si bien parece ser una historia sin mucho peso termina por llevarte a compararla con su posible par fílmico (a pesar que existe un versión del libro en la gran pantalla), “Forrest Gump” y a Chance con el protagonista personificado por Tom Hanks.
Kosinsky logra llevar a un simple jardinero al estrato de héroe nacional de los Estados Unidos, a través de una historia bien hilada y atractiva.
“Desde el jardín”
Chance es el protagonista de la historia. El vive en la vieja mansión de un hombre moribundo, que le dio alojamiento desde que nació. En esa mansión ha vivido Chance toda su vida sin conocer la vida afuera de esa gran casa.
El relato se ubica en la ciudad de Nueva York más específicamente en la zona de Manhattan.
Allí ha vivido cumpliendo la labor de jardinero y solo conoce el mundo a través de la televisión que tiene en su pieza.
Sin embargo el dueño de la casa muere y Chance se ve obligado a salir al mundo externo donde comienza a vivir un sinnúmero de aventuras.
Por un accidente justo en las afueras de la mansión conoce a la esposa de un hombre influyente y millonario, debido al accidente que lo afecta directamente es invitado a vivir en casa del multimillonario.
Este matrimonio es muy particular debido a que el hombre es entrado en edad y su esposa es muy joven y atractiva (EE son sus iniciales y así es conocida entre sus amigos).
A través de esta experiencia Chance conoce al presidente de EEUU, el cual en un discurso nacional toma frases de la conversación que sostuvo con Chance. De esta manera Chauncey Gardiner, como es bautizado por EE, se transforma en un personaje publico y su fama va aumentando, haciendo creer a todos que él es un gran economista y consejero político. Vive entre la alta sociedad norteamericana, conoce la sexualidad con EE y debate con políticos de las grandes potencias europeas.
El relato termina cuando Chance, en medio de una fiesta, sale al jardín como queriendo volver a sus raíces, a su hogar, al lugar que bien conoce y que le permitió llegar a donde está.
Análisis comunicacional
La obra entera es un homenaje y a la vez un insulto, a la televisión.
Digo homenaje debido a que para Chance era el único medio de comunicación con el mundo, ahí aprende la mayoría de las cosas y al salir de su “claustro” se dedica a comportarse como lo hicieran las pequeñas personas que él veía en esa caja, fue su escuela y su vida (junto con el jardín) por mucho tiempo.
Y un insulto en el sentido que la televisión solo puede formar a personas como Chance, un analfabeto que incluso podría ser tomado por deficiente mental de no ser por la extravagancia y excesivo sentido metafórico de las personas que le conocen.
La comunicación de los personajes es muy singular. Chance es un personaje ignorante pero que por fuera expresa ser un hombre elocuente. Cada vez que alguien le habla sobre un tema él solo puede hacer referencia a su jardín. Así lo hace con el multimillonario, con EE, con el presidente, son el ruso Skrapinov y con el entrevistador del programa “Esta Noche” (Tonight). Sin embargo hay dos aspectos rescatables.
El mundo que conoce Chance es su jardín y la Televisión. Sin embargo para interactuar solo hace referencia a su jardín y para comparar su propio comportamiento, solo recuerda la Televisión.
Este aspecto es común en la vida actual. Todos renegamos de la televisión, decimos que los programas son para tontos (exceptuando algunos contados con los dedos de la mano), que las noticias solo muestran atrocidades, que la TV no educa -no por nada han bautizado a la TV como “la caja tonta”- que solo sirve para mostrar barbaridades y tonteras, sin embargo todo nuestro propio accionar se realiza en torno a lo que en ella vemos, las modas, las preferencias, la música que escuchamos, los productos que compramos, todo nuestro comportamiento se basa en lo que sale en “la caja tonta”, tal vez para algunos no tanto, pero en más de algún momento a determinado un comportamiento, por lo menos para los que hemos tenido un tiempo para dedicarle.
Otro aspecto importante es lo que se podría llamar, la proyección de lo que queremos ver. Que quiero decir con esto.
Cuando Chance era requerido para hacer algún comentario sobre economía o política, él solo hacía referencia a su jardín sin tener claro que le estaban preguntando, y sucedía lo impensado. El destinatario de la información no veía en él a un jardinero hablando necedades sino a un hombre cuya cultura le permitía hacer analogías geniales acorde al tema y de un gran y profundo sentido humano.
Eso era lo que querían ver y eso era lo que veían. Un genio. Y lo aplaudían y ensalzaban.
El texto revela un aspecto grave de la sociedad norteamericana que responde a la pregunta
¿Quién es más necio, el necio o el necio que lo sigue?
A mi parecer, el necio que lo sigue, así como lo hicieron todos los personajes que vieron en Chauncey Gardiner al hombre del momento. Desde el presidente hasta la hermosa EE, la crema y nata de la sociedad norteamericana.
Hoy en día muchas veces vemos solo que queremos ver y no lo que está en realidad. Y la TV es gran responsable de eso.
El texto habla también de cómo confundimos con facilidad la apariencia externa con la persona interna. Chance, si bien era jardinero, andaba muy bien vestido debido a que el hombre moribundo que le dio alojamiento y trabajo toda su vida le permitía usar sus trajes, esto unido a rasgos físicos esbeltos hacían parecer a Chance un hombre que no era.
Cuantas veces hemos tachado a alguien por la primera impresión que tenemos, ya sea para bien o para mal, cuando lo primero que se debería hacer para clasificar a alguien es saber quien es, que piensa y conocer un poco más acerca de su historia.
El libro está lleno de realidades que nos suceden a
diario y que nos transforman a todos en un Chauncey Gardiner, u otras veces
transformamos a otros en este singular personaje.
Conclusión
“Desde el jardín” es un libro ameno, fácil de digerir y revelador. Nos enfrenta a quienes somos realmente, apela a nuestra individualidad y a lo que proyectamos en los demás, como si nosotros fuéramos los televisores expresando millones de cosas, de las cuales solo algunas nos identifican en realidad.
Habla de caretas que nos ponemos, que les ponemos a otros y que de repente recibimos sin siquiera darnos cuenta, como es el caso de nuestro protagonista.[v]
[i] http://cine9009.blogspot.com/2012/07/desde-el-jardin-1979.html
[ii] http://self-imprinting.blogspot.com/2009/07/desde-el-jardin-peter-sellers-analisis.html
[iii] http://blogs.lanacion.com.ar/cine/criticas/la-escena-del-daa-desde-el-jardan/
[iv] http://onlinelibrosgratis.blogspot.com/2012/08/desde-el-jardin-jerzy-kosinski-libro-y.html
[v] http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=976295
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