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jueves, 15 de mayo de 2014

EL VIENTRE DEL ARQUITECTO

EL VIENTRE DEL ARQUITECTO



Título
The Belly of an Architect -  El vientre del arquitecto
Dir. artística
Luciana Veldovelli
Colin Callender, Walter Donohue
Peter Greenaway
Peter Glossop
Sacha Vierny
Sergio Fantoni, Stefania Casini
País(es)
Drama
Duración
108 min.
Idioma(s)
El vientre del arquitecto es una película dirigida por Peter Greenaway y estrenada en salas en 1987.

Argumento

Un arquitecto estadounidense llamado Stourley Kracklite (Brian Dennehy) visita Roma junto a Louise, su esposa, para participar en la organización de una exposición dedicada al arquitecto francés del siglo XVIII Étienne-Louis Boullée. Sin motivo aparente, comienza a sentir fuertes dolores en el vientre. Al mismo tiempo, un joven comienza a cortejar a Louise.
Ante la desazón que le produce su situación laboral y personal, comienza a adentrarse en un camino de neurosis e introspección personal. Entre su aislamiento (está confinado en una atmósfera greco-romana) y sus accesos de delirio y de lucidez, Kracklite se verá cada vez más atrapado en una espiral de autodestrucción que lo llevará a un agónico final.[i]
Sin motivos aparente, comienza a sufrir fuertes dolores en el vientre, llegándose a sospechar que padezca de cáncer. Ese será el punto de partida de su declive. En su camino irrumpirán los Speckler, una família rival que conspirarán dispuestos a provocar su ruina. Caspasian, el mayor, le disputará no solo el amor de su mujer, también la concesión de un importante proyecto. Flavia, fótografa y espía, se convertirá su sombra en Roma y documentará sus momentos más turbios en la capital italiana y Io será el promotor de una serie de intrigas que amenazan con anular los fondos destinados para la exposición.[ii]



La arquitectura construída por el hombre es la carne visible de una ciudad. Cuando nos paramos frente a una obra arquitectónica no estamos viendo una "cosa". Estamos contemplando la resulta de la dedicación de muchos antepasados. En el intestino humano se concentra la mayor parte de carne humana, preparada para ser convertida en carne de polis. No es de extrañar pues, que para el arquitecto de esta película el vientre suponga una obsesión. La carne es su potencial y su inspiración, y el vientre que a duras penas la alberga es su enfermedad.
El vientre de un arquitecto comienza con Kracklite, el protagonista, llegando al orgasmo mientras entra en tierras italianas. Esa misma noche, preside la inauguración de la exposición de Boullée que dirige, donde se da lugar una escena que agradezco mucho, como amante del cine: la reivindicación del aplauso. Aplaudir frente a una gran obra como reconocimiento de su mérito artístico (por desgracia una costumbre ya casi extinta). A partir de esa noche todo va cuesta abajo para Kracklite. Tras la inauguración de la exposición de Boullée, sus socios roban dinero de la exposición, y para más inri, uno de ellos tiene una aventura con su esposa. La serie de desafortunados eventos le provoca el agudo dolor en el vientre al que se hace referencia en el título. ¿Dolor artístico? ¿Existencial? ¿Llevar el peso del arte en las venas y sufrir con él? Como él mismo dice: "A veces es redondo, otras veces se siente como un cubo. La mayoría del tiempo se siente como una pirámide egipcia. ¿Los faraones sufrían de calambres estomacales?". También es digno de mención que el dolor se produzca mientras su mujer está embarazada. ¿Miedo ante la punzante responsabilidad de la paternidad?
Este marco de declive personal sirve a Peter Greenaway para criticar las infraestructuras anti-ideológicas que sustentan un arte siempre ideológico, la instigada codicia fruto (podrido) del capitalismo, y cómo unos trepas sin talento se llevan la fama y reconocimiento que corresponde a otros mientras estos observan su obra en desesperanzado anonimato. Todas estas preocupaciones socio-políticas están presentes con una sutileza que las libra de lo plomizo. También podemos observar preocupaciones históricas que derivan en existenciales. En una escena, Kracklite conversa con su médico sobre gobernantes y grandes líderes mientras pasean junto a sus bustos: Adriano, Galba, Nerón... Todos comparten el modo de morir: miserablemente y gritando. Tras esta conversación, el médico se apoya en una pared mirando a Kracklite marcharse: otra gran mente atormentada que probablemente muera en tristes circunstancias y cuyo busto podrá encontrarse dentro de unos años en ese mismo lugar. El destino compartido de las mentes enfermas y geniales.

Así como las preocupaciones temáticas y de fondo existen y son ampliamente visibles, la columna vertebral del cine de Peter Greenaway es otra: la estética. Greenaway jamás podrá dejar de lado sus preocupaciones estéticas. El cliché tan sobado "cuadros en movimiento" se vuelve completamente cierto, pero deberíamos especificar qué tipo de cuadros. No cualquiera, sino cuadros de grandes autores: De Chirico, Rembrandt, Jan Vermeer, Jan Six... La composición con ánimo pictórico de los planos está bendecida con el mágico barniz de lo atemporal, los encuadres perfectamente simétricos de enclaves romanos despiertan el sentido del asombro, los reflejos del agua nos sumergen en la melancolía, y la iluminación usando diferentes colores aporta un lúgubre misticismo y riqueza simbólica a un buen número de escenas. Tampoco conviene olvidar a un personaje de suma importancia en el cine de Greenaway: la música. En esta ocasión no viene firmada por Michael Nyman, su colaborador habitual, pero la partitura de Wim Mertens y Glenn Branca en unión con las imágenes logra momentos de sincera (y trascendente) emotividad. Con todo, no alcanza el nivel de magnificencia de El ladrón, el cocinero, su mujer y su amante (su obra magna y una obra maestra nunca lo suficientemente reconocida), pero se posiciona como una hermana pequeña muy precoz.
Se me escapan las razones por las que Peter Greenaway no es más reconocido entre la comunidad cinéfila (el hecho de que ni siquiera Criterion se haya molestado en editar sus obras decentemente en DVD puede tener algo que ver), y con películas como esta mi estupor aumenta. El vientre del arquitecto es, ante todo, cine vivo y abierto, de ese que tanto escasea últimamente. Aunque la trama pueda no resultar lo suficientemente precisa (no necesita serlo), es difícil ignorar las cualidades que encierra la película. Un Brian Dennehy inmenso, la música inolvidable de Wim Mertens y Glenn Branca, una fotografía repleta de colores oníricos que susurran significados, Roma como nunca antes la habías visto, escenas de pura magia (las fotos en la pared y el posterior beso tras las cortinas; el final...), las analogías bíblicas e históricas... Greenaway se ofrece a transportar nuestro bagaje vital al celuloide. Ya sea mediante el esplendor arquitectónico de las ciudades, la desazón del artista verdadero encerrado en un mundo mercantilista, el miedo paternal o la odisea del autodescubrimiento, siempre queda espacio para proyectarte a ti mismo en la ficción. Y esa es una puerta que el arte siempre debe dejar abierta.[iii]
El Vientre del Arquitecto” es una película de Peter Greenaway que relata la llegada de un arquitecto norteamericano a la ciudad de Roma, Dicho arquitecto arriba a una de las ciudades más antiguas de Europa con su esposa a una exposición en homenaje a Boullée, artista francés. Luego de un tiempo pensó que fue envenenado por higos y tuvo una obsesión por los dolores que le venían al vientre, esta obsesión lo lleva a pensar que su esposa pudo estar involucrada en esto, ya que se dio cuenta que esta, su esposa se acostaba con uno de sus colegas. Finalmente el protagonista en la inauguración al homenaje de Boullée optó por el suicidarse como única solución a los dos grandes problemas que le aquejaban, su obsesión y la infidelidad de su compañera.

Debo reconocer que en un principio y de forma inmediatamente pensé que era erróneo el hecho de que el director de fotografía usaba el plano general en la mayoría de los casos, lo veía como algo desagradable, luego me di cuenta de que en realidad Peter Greenaway quería proponer un estilo distinto y utiliza esta técnica de manejo del plano como un excelente recurso de mostrar las estructuras arquitectónicas de Roma, pues de eso es lo que trata la película, además que el director no hace cambio de planos y es capaz de hacer una escena sin parar. 

Esta tecnología literalmente nos cambia de plano, logra que el plano general en este caso sea importante a diferencia de otras películas, en donde hay frecuentemente un cambio de plano haciendo posible que esa escena puede ser cortada en varias partes y no como en ésta película, que es una escena sin parar.

En ésta película se encuentran muchas expresiones artísticas, en el caso de esta película es la arquitectura, y éstas mismas nos permiten entenderlas y así quizás encontrar lo que sus creadores quieren expresar, logrando que nuestra capacidad de expresión aumente y sea variable a la vez. Éstas tecnologías nos afectan de tal manera que fija en nuestros ojos la imagen global de una ciudad, su arquitectura y cultura, también nos invita a conocerla.
En conclusión pienso que el director Peter Greenaway quiso mostrar a su público algo distinto ya que no se fijo mucho en la parte narrativa sino en la visual y generar un drama en el personaje principal que primero lo muestran feliz respecto al homenaje que le hacen a uno de sus artistas admirados, luego sufre de una obsesión por su vientre y al final termina perdiendo su vida y su familia. [iv]


“Señor arquitecto le puedo asegurar que no lo están envenenando; usted sufre de dispepsia, fatiga, sobre excitación, exceso de comida extraña, falta de ejercicio, demasiado café y quizá también egotismo”.
Le falto incluir al médico delirio de persecución en su diagnostico final. “El vientre del arquitecto” es una película inglesa de 1987 dirigida por Peter Greenaway que a juicio de muchos viene siendo un “escultor del film”, especialmente en esta película Greenaway nos muestra la vida de un arquitecto estadounidense llamado Stourley Kracklite, que asemeja la vida de muchos arquitectos famosos o no.

Tal y como sito en el primer párrafo “El arquitecto” sufre demasiado del estomago, ya sea por los alimentos y bebidas acostumbrados o el exceso de tabaco, algo inusual en Kracklite, tampoco hacemos ejercicio pues nunca tenemos tiempo de ello y egotistas somos los seres más egotistas que existen sobre la faz de la tierra porque la misma sociedad nos ha convertido en eso, me incluyo en todo esto claro; el otro día en la clase de México Nación Multicultural dirigida por la antropóloga Evangelina Mendizábal de la UNAM, comentaba –ustedes los arquitectos son unas personas sumamente inteligentes tienen la capacidad de conseguir información, procesarla y obtener resultados extraordinarios, su capacidad mental va mas allá de muchas otras profesiones-;  ay que tomar en cuenta que lo dijo una “antropóloga” encargada de estudiar a la sociedad, sabe de lo que habla además en la sala se encontraban Médicos, abogados, letrados y economistas.

Pues bien la trama esta desarrollada en la bellísima ciudad de Roma tierra de la hermosa arquitectura ya que como se menciona en la escena desarrollada en  los baños de Adriano  “las ruinas romanas hablan por sí solas, ya que lo que no se ve se puede imaginar”. Desde la llegada a Roma se empiezan a mostrar hermosas postales, de paisajes naturales y edificios representativos de la antigua roma, casi todos los escenarios que aparecen en la cinta son reales. La película resulta un hermoso paseo historiográfico.
El arquitecto Kracklite tiene como objetivo montar una exposición dedicada a su ídolo Étienne-Louis Boullée (1728 - 1799)  quien fue un visionario arquitecto francés del Neoclasicismo, cuya obra influyó mucho en el protagonista de la historia, en algunas escenas aparecen bocetos de la obra de Boullée que básicamente desarrolla un estilo geométrico abstracto distintivo inspirado por formas clásicas. Su obra se caracterizó por la eliminación de toda la ornamentación innecesaria, hinchando las formas geométricas hasta una escala enorme y repitiendo elementos como columnas en grandes series.

Boullée promovió la idea de hacer arquitectura que expresara su propósito, “arquitectura parlante”, que fue un elemento esencial en la formación arquitectónica  de la Beaux-Arts en el final del siglo XIX.  
En la bienvenida y cumpleaños de Kracklite a Roma, parten un pastel en forma de esfera este muestra el proyecto más célebre de Boullée que es el Cenotafio para Isaac Newton (1784), El cenotafio sería una esfera de 150 metros de alto hundida en una base circular y cubierta de cipreses. El arquitecto estadounidense soñaba con poder construir esta magnífica arquitectura. La obra de Boulle fue muy escasa, lo mismo sucedia con Stourley tal parece que su vida era demasiado parecida a el hombre que la inspiraba.
Entre Arquitectura, pintura y música la escultura no podría quedar fuera de film, Peter Greenaway nos regala imágenes del abdomen de hombres romanos algunos muy prominentes y otros un tanto curveados, el análisis del estomago de Augusto es el que lleva a Kricklite a la conclusión de que su mujer lo envenenan con higos.
Greenaway nos ha entregado una obra completamente hermosa llena de tacto, olor, temperatura y que crea una interacción directa con la audiencia una especie de dialogo, podríamos llegar a la conclusión que es meramente académica.

Otro aspecto importante de la película es la música ambiental que utiliza el cineasta, tal parece que si la escena fuera totalmente muda el sentimiento que se crea en el espectador sería totalmente diferente, en este caso Greenaway eligio a los músicos Glenn branca y Win Mertens con su obra principal  “Struggle for Pleasure”, una composición musical que te logra estremecer de una forma poco usual.
En conclusión el metraje puede llegar a cautivar e irritar a la audiencia, lo claro es su contenido cultural, y si conocemos el titulo de la sinfonía de Mertens “Lucha por el placer” concluimos en que las obsesiones son malas, aunque siempre debemos luchar por nuestros intereses no podemos creer que somos lo único valioso, pues como seres humanos miembros de una sociedad necesitamos de los otros tanto como ellos de nuestra labor.  No debemos dejar que el tiempo se escape y olvidarnos de lo valioso, podemos compartir nuestros objetivos y logros con todos aquellos que amamos. [v]

Un arquitecto norteamericano llega a Roma, acompañado de su esposa, con motivo de una exposición dedicada al artista francés del sigo XVIII Étienne-Louise Boullée. El arquitecto, a lo largo del tiempo, se obsesiona con unos tremendos dolores de estómago, convencido de que está relacionado con que su mujer está teniendo una aventura con otro colega italiano. (FILMAFFINITY)
EN  esta película Greenaway recurre a las medidas, proporciones y geometría, interesado siempre por el orden, la simetría y la construcción matemática, transferidas al cine...
En las primeras escenas contemplamos al arquitecto americano Storuley llegando a Roma, acompañado de su esposa Louise, para colaborar en el montaje de una exposición dedicada al artista francés Etienne Louis Boullée (1728-1799), parece ser que célebre por sus tratados de arquitectura pero que casi nadie conoce y que supuestamente sólo dejo dibujos de sus obras visionarias.
Sin embargo han tenido un significado tan grande para Kracklite, que ha dedicado diez años de su vida y gasta en Roma toda su energía en este proyecto, olvidándose por completo de Louisa, su mujer, que le acompaña.
Durante la cena de bienvenida, frente al Panteón de Roma, sacan a relucir la importancia de Isaac Newton, personaje admirado por Boullée, como personaje que aparece en los billetes, acompañado por esas referencias geométricas. 
El logro más significativo de Boullée, inspirado por supuesto en el magnifico edificio del Panteón que está detrás de nosotros, fue un recordatorio diseñado en honor a Isaac Newton por quién Boullée sentía gran admiración

Al poco de instalarse en la ciudad, Storuley empieza a sentir unos extraños dolores de estómago (como el propio Boullée), que coinciden con la infidelidad de su esposa con un arquitecto italiano rival, lo cual le lleva a sospechar inicialmente que está siendo envenado sin compasión, aunque la realidad seguramente será muy distinta.
Haciendo referencia al bulto que siente en su estomago, hace comparaciones geométricas y dice:
- A veces está redondo. Otras veces se siente como un cubo. La mayoría de los días se siente como una pirámide egipcia. ¿Los faraones sufrían de calambres estomacales? El emperador Adriano murió por una úlcera perforada...


Utiliza la perspectiva, en ese ambiente de lejanía... y sobre todo cuando se coloca detrás de un muro antiguo Kracklite se asemeja más a esos restos del pasado que a un ciudadano de finales del siglo XX. También hay un plano largo en las termas romanas, con Kracklite y un grupo de hombres, tapados solamente con una toalla, tratando de dar la impresión de estar en la Roma de los emperadores. También comentan acerca de la longitud del intestino: unos 8.3 metros.
El protagonista, consciente de que su fin está próximo e incapaz de asumir la idea de la desaparición, busca la complicidad de los que murieron antes, ahora inmortalizados en estatuas.
Cada estómago pétreo, le recuerda su propia dolencia. Ante la inminencia de la muerte, la feria de las vanidades que ha sido su vida se desvanece. Nada tiene sentido, sólo la piedra, los monumentos, la obra que sobrevive al propio autor y a los propios retratados, porqué la piedra (el arte en definitiva) es más fuerte que la carne. Storuley representa la zozobra espiritual del hombre moderno. Un hombre con afán de posteridad, encerrado en un cuerpo grueso y perecedero.

Storuley profesional del "nuevo mundo", originario de un país como Estados Unidos con apenas doscientos años de bagaje histórico, vive su drama particular en una de las urbes más influyentes de la Antigüedad. La presencia constante de ruinas y monumentos arqueológicos nos remite a la nostalgia por un esplendor perdido, que el mundo de hoy parece no poder sustituir.

Partimos de la base que la Geometría y, más generalmente, la Matemática, han estado presente en la Arquitectura desde el momento en el que el hombre siente la necesidad de construir.

"El vientre de un arquitecto" es una de las películas más existencialistas de Greenaway y tal vez la que mejor exhibe su amor por las Bellas Artes, las matemáticas, la simetría, los cánones de belleza...

En uno de los momentos clave del film, Storuley sostiene entre sus manos una postal de la estatua del emperador Augusto. Obsesionado por los dolores crecientes que padece, el arquitecto americano repara en el volumen y la forma del estómago del césar romano. Consigue una fotocopiadora, y bajo el haz de luz verdosa de la máquina, amplia sucesivamente la postal hasta conseguir que el estómago de la estatua se vea a tamaño natural. Storuley, a continuación, superpone la fotocopia a su propio vientre para comprobar lo que ya intuía: que el emperador romano quizás fue envenado por su esposa igual que él lo está siendo ahora.
La longitud del intestino le ha quedado grabado en la mente. Como no tiene un metro a mano, hace estimaciones y comprueba cuál será la longitud simplemente tomando como unidad la distancia de la nariz a la mano, en una posible clara alusión a la proporción del hombre de Vitruvio, y contando de 3 en tres, hasta 10 veces, con la ayuda de esa goma que se puede ver en la foto.

Podemos apreciar la geometría de su exposición, encarnada en una perfecta esfera y los numerosos cuerpos geométricos que la acompañan.

Los vientres de las estatuas suelen pasar desapercibidos al paseo despreocupado de los turistas, más atentos a los rostros congelados, a la posición de los brazos, al sexo obsceno. Vientres tapados por una toga o esculpidos como un mosaico de azulejos: más fáciles de modelar con la habilidad de la maza y el cincel que con el sudor del ejercicio físico. Ni al turista ni al escultor le obsesionan los vientres de las estatuas. Por otro lado, la mirada del visitante sí se detiene en las cúpulas situadas en lo alto de los antiguos edificios públicos, cúpulas grandes como estómagos abultados de los antiguos senadores romanos reposando boca arriba (estómagos agradecidos, en cualquier caso). Teatros de grades aforos, monumentales coliseos, amplias plazas: generosas barrigas redondas. El arquitecto de cualquier época es un artista preocupado por la forma y un profesional ocupado en el espacio: estética y funcionalidad, frente a frente, pero el que logre conjugarlas triunfará. El vientre es la estancia más grande del cuerpo humano, el centro de gravedad que proporciona estabilidad al resto del edificio y que le da de comer: una casa sin cocina no es más que una habitación de hotel prescindible, fugaz, temporal, mientras que el hogar (donde se hacía el fuego) siempre estaba en la cocina. Así que un arquitecto no puede ignorar el valor de la panza. ¿No se dice que para conocerse a uno mismo hay que mirarse el ombligo? Si lo contemplas demasiado rato puedes llegar a pensar que ese ombligo es el ombligo del mundo. 
Un famoso arquitecto estadounidense, Stourley Kracklite (Brian Dennehy en el que sin duda sera papel estelar dentro de su magnífica carrera, apuntalada como secundario de carácter) y su esposa Louisa (Chloe Webb; esta actriz había pegado fuerte en su película anterior interpretando a Nancy Spungen, al lado de Gary Oldman, en "Sid y Nancy" de Alex Cox: cult movie)  viajan a Roma. Él es un experto en la obra de otro arquitecto, Étienne-Louis Boullée, arquitecto francés del siglo XVIII, y va a ser el encargado de organizar una gran exposición alrededor del tal Boullée: diseños megalómanos de raíz neoclásica, repletos de geometría y volumen, de columnas y de esferas: diseños de ciencia ficción: diseños que inspiraron la arquitectura nazi de Albert Speer.
Quizás la tensión de llevar a cabo la tarea sea excesiva, quizás lo sea la comida italiana o quizás el origen de todo esté en tener una esposa joven y bella, pero al arquitecto le duele mucho el vientre. Hipocondría clásica entre las ruinas de una civilización extinta, restos como huesos clavados en la tierra, piedras que atestiguan un desmoronamiento lejano, un derrumbe del tiempo, como el propio cuerpo corrompido por la enfermedad del espíritu, por la edad que ahoga la ilusión y pulveriza las esperanzas. A Kracklite le afectan las historias que escucha de antiguos personajes, padeciendo los síntomas que llevaron a aquellos a la tumba: si al emperador Augusto le envenenaron los higos que le ofreció su esposa Livia, Kracklite vomita los que cenó esa noche; si Boullé murió por un cáncer de páncreas, los dolores de Kracklite deben tener exactamente el mismo origen. Kracklite arrastrándose borracho sobre su vientre: exponer y morir.
Peter Greenaway muestra de nuevo su devoción por el arte (escultura y arquitectura en esta ocasión), la anatomía y el exceso. La película está rodada en Roma así que los espectaculares ambientes barrocos típicos del director, se apuntalan esta vez en la propia geografía urbana de la capital italiana. Y, cómo no, una banda sonora excepcional. El guión es lo que no me acaba de convencer en esta película, y tampoco sabría decir el porqué. Me parece que no es un guión redondo... como un vientre.[vi]







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